La semana pasada tuve la oportunidad de asistir junto a otro blogueros a un encuentro con Marta Quintín, autora de El color de la luz. La cita tuvo lugar en El Arquibar y allí Marta nos contó cómo surgió la novela.
El color de la luz comienza con una subasta en Nueva York en la que se paga un precio exorbitante por un cuadro. En mayo de 2012, cuando trabajaba para la Agencia EFE en Nueva York, tuvo que cubrir en Sotheby’s la subasta de El grito de Edvard Munch que finalmente fue adjudicado por casi 120 millones de dólares. Cuando por la noche continuaba en la redacción, sola, terminando de redactar la noticia que se publicaría al día siguiente, se preguntó qué puede conducir a alguien, más allá de razones puramente artísticas o especulativas, a pagar tal cantidad de dinero por una obra de arte. ¿Pagaría alguien tanto dinero por razones más íntimas? ¿Razones personales?Así nació una novela que tras haberla escrito hace unos años ve ahora la luz y cuyo primer lector fue su padre, en cuyo criterio confía plenamente y de quien sabía sería totalmente sincero. Tras eso vino la ardua búsqueda de un agente y de una editorial que quisiera publicarla y empezar a trabajar de nuevo para que la novela llegara a nuestras manos tal y como podemos disfrutarla. Siguiendo las indicaciones de su editor profundizó en la trama del París de los años 20, lo que supuso una importante labor de documentación en la que ha descubierto muchísimas cosas sobre aquellos años y los artistas que llenaban sus calles. Y aunque ahora mismo se encuentra inmersa en la promoción y no está escribiendo nada nuevo no duda que en cualquier momento llegará una historia que la encontrará, una imagen, un hecho, una anécdota… algo que, al igual que ocurrió en Nueva York hace unos años, hará que su imaginación se dispare y se siente a escribir.
Marta Quintín se confiesa una lectora voraz, especialmente de clásicos. Nos contó que nunca abandona un libro porque incluso en aquellos que no le han gustado ha encontrado algo positivo por lo que haya merecido la pena leerlos, aunque también asegura que son pocas las veces que se equivoca en la elección. En cuanto a la escritura la vive casi como una terapia y su proceso creativo parte siempre de escribir aquellas escenas que tiene muy claras para luego ir completando el resto.
Y tras esta charla tan interesante, acompañada de una merienda estupenda, pasamos a firmas y fotos y pusimos fin al encuentro. Gracias a la editorial y a Marta por hacerlo posible.