“Cuando en noviembre de 2011 Gonzalo Garrido contactó conmigo, vía e-mail, para proponerme participar en este encuentro de blogs literarios he de decir que yo no estaba muy seguro de que mi blog, Desde la ciudad sin cines, se amoldase a las premisas que Garrido planteaba; no estaba seguro de que las entradas de mi blog pudieran responder a las preguntan que lanzaba en su e-mail, interrogantes como: ¿A qué llamamos blog literario? ¿Qué aporta el blog literario a la narrativa actual? ¿Como ficción o como realidad?, y dudaba de que mi blog pudiera contestar a estas preguntas porque al hablar de blog literario pensé de forma inmediata en blogs donde, por ejemplo, un poeta mostrase sus creaciones, en blogs de reflexiones sobre la actualidad, blogs que funcionasen como un diario, como un escaparate de microrrelatos, de episodios de una novela…, y Desde la ciudad sin cines es básicamente un blogs de comentarios personales sobre los libros que leo. Y digo comentarios personales y no reseñas o críticas literarias porque al fin y al cabo mis estudios técnicos poco tienen que ver con la crítica literaria. Estuve siete años en la universidad, en dos facultades: tres años en la de ciencias Físicas y cuatro en la de Administración y dirección de empresas. Aunque, por otro lado, si atendemos a aquella cita de André Malraux, “El hombre es, fundamentalmente, aquello que oculta”, tanto en la facultad de Físicas como en la de Empresariales yo ocultaba una pasión, la literaria. Y también es cierto que si formalmente yo me examinaba de las leyes de la termodinámica o más tarde de las de los estimadores econométricos, mi recreo fue en ambos casos la literatura: la lectura de obras literarias, o las críticas y reseñas literarias de especialistas; yo crecí leyendo libros y también los suplementos culturales de los periódicos. Aún recuerdo el entusiasmo con que me acercaba -y la confianza que le otorgaba a las reseñas- de, por ejemplo, Miguel García-Posadas en los años 90, cuando yo no sabía aún casi nada de literatura, pero me apasionaba la idea de aprender, de acumular conocimientos autodidactas.
Y a día de hoy sigo leyendo con interés las reseñas de los suplementos culturales en papel, pero desde hace unos años también me acerco a blogs de Internet donde se habla de libros; espacios desde los que se cuestiona el formato y el formalismo tradicional de la reseña literaria, con elementos en principio, al menos para mí, tan novedosos como la creación de un personaje que, a través de su ácida visión del mundo, ejerce de crítico literario. Estoy hablando del, después tan imitado y vilipendiado, Lector Malherido. La crítica literaria o la sátira de la crítica literaria que se hacía en este espacio difícilmente podía tener cabida en el formato tradicional del suplemento cultural del periódico o la revista literaria. Aunque es cierto que Lector Malherido tuvo un antecedente en el Anibal Lector de la revista Qué leer, me parecía que una deconstrucción sarcástica de la crítica tradicional, con la frescura que se hacía en este espacio, era inherente al nuevo formato de Internet.
El antecedente para mí de la escritura en el blog fue mi participación en un foro literario, ubicado en la página web de la Fnac, en el que principalmente se hablaba de la obra de Roberto Bolaño, y en que se le relacionaba con otros escritores. Fue aquí donde descubrí la verdadera fuerza de Internet: su capacidad para permitir el encuentro entre personas con aficiones comunes separadas geográficamente.Cuando Andrew Wylie, el agente literario apodado El chacal, se hizo con la gestión de los derechos de la obra de Roberto Bolaño, una de sus primeras acciones fue obligar a la Fnac a cerrar la página del foro de Bolaño, donde intercambiábamos opiniones sobre libros unas ocho o diez personas de unos cinco países diferentes. Gracias, Wylie.
Por seguir hablando de libros con personas interesadas, después de sopesar el tiempo que iba a tener que dedicarle, me decidí a abrir Desde la ciudad sin cines. Como ya he dicho que mi formación literaria no es reglada, no podía plantearme intentar realizar una crítica literaria consistente, así que como el Lector Malherido ya había tomado el papel de cínico, yo decidí tomar para mí el de entusiasta de la literatura.Y, así, tras la reflexión a la que me llevó el e-mail de Gonzalo Garrido, he de replantearme la naturaleza literaria de mis comentarios sobre libros en el blog: si mis conocimientos no son reglados, si, debido a mis carencias, no aspiro a una reseña o crítica formal, si mis palabras están cargadas de pasión o subjetividad… aquí sí que está entrando en juego la composición literaria, o al menos el intento de alcanzar un efecto estético con las palabras, bien sea gracias a un poema o a una apostilla sobre una obra literaria.
De hecho, si pienso sobre la propia evolución de mi blog -es decir, si me dedico a hacer lo que podríamos llamar metablog, o reflexiones sobre mi propia escritura en el blog- me percato de que al principio trataba de imitar a la reseña clásica de suplemento cultural con la que he crecido; la reseña , por ejemplo, de Babelia, El cultural, ABCD o de la revista Clarín… para con el tiempo personalizar más el comentario sobre los libros leídos desde la subjetividad creativa, hablando previamente a lo contenido en el libro (personajes, tramas…) de por qué me ha interesado en concreto esa obra, cómo la he conocido, o si la he comprado en una librería de segunda mano o la he sacado de la biblioteca… buscando así un mayor efecto de cercanía con el posible lector, una cercanía que trata de desvincularse del formalismo académico o analítico que no estoy en condiciones de alcanzar; llegando a hablar incluso de la influencia del lugar físico de lectura sobre la percepción de esa lectura, detalles que no tienen cabida en la reseña de libros tradicional previa a Internet… creando así una especie de diario personal sobre la literatura o el hecho mismo de leer. Y por supuesto, un diario, mejor o peor escrito, con vocación intimista o testimonial, aspira a lo literario.”
Después me percaté de que si la intervención debía ser dinámica, leer un texto no parecía una buena idea. Así que tomando ideas del texto inicial, escribí un esquema (con fechas) que me sirviera como guión. Reduje drásticamente lo anterior y añadí alguna idea más:
La inmediatez de escribir para un posible lector puede hacer que el camino del blog cambie. Si yo escribo aquí para forzarme a reflexionar sobre lo que leo y poder cambiar impresiones con otros lectores; normalmente leo lo que mis canales de búsqueda habituales (reseñas de suplementos culturales, blogs, recomendaciones de escritores, novedades de determinadas editoriales…) detectan como libros que me pueden gustar, y por eso mis comentarios sobre libros suelen ser positivos. Pero cuando escribí una reseña negativa sobre un libro de moda, y esto lo hice de un modo irónico y jocoso, las visitas y los comentarios al blog se multiplicaron. Podía haberme dejado llevar por el afán de conseguir más lectores y haber empezado a buscar libros que pensase que no me fueran a gustar para conseguir más público. Pero esta fue una tentación que deseché.
Otra idea: el cambio radical de la crítica de libros en Internet podría darse cuando algún bloguero llegue a recomendar libros de autoedición (Bubok, Amazon…) y su palabra pueda tener peso.
El sábado 3, Medialab-Prado:
Mi miedo a llegar tarde me hizo estar en las puertas de Medialab-Prado una hora antes del evento.
Mi panel era el primero, y los nervios me atacaron hasta el momento de hablar: al empezar a hacerlo ya me sentí más relajado. No me dio tiempo a exponer todas las ideas previstas, pero luego pude añadir alguna más en el coloquio posterior con el público.Después de la exposición de todos los ponentes, al abrirse el debate, este pareció centrarse en el enfrentamiento entre las reseñas en papel, en un suplemento cultural tradicional, y la reseña en blog (algún ponente afirmó no fiarse de los medios tradicionales: “para qué voy a leer el Babelia si tengo un blog”), y aquí yo (que no reniego de la reseña tradicional; de hecho, las sigo bastante) quise aportar una nueva idea: en las reseñas de los suplementos culturales se habla sólo de las novedades literarias, y el blog permite poder hablar de libros editados hace 20 años y que por tanto no se encuentran reseñas en la prensa literaria actual, y cité como ejemplo los libros de Juan José Saer, que yo he buscado en librerías de segunda mano o bibliotecas, en ediciones de los años 80 ó los 90, y de los que me apeteció hablar en el blog.En este momento saltó Julián Rodríguez, el editor de Periférica, y autor de novelas como Ninguna necesidad (Mondadori, 2006) para decir que los libros de Saer se pueden encontrar en cualquier librería y que Saer fue portada de un Babelia en 2006 (imagino que con motivo de su muerte y la publicación póstuma de La grande). Así que mi tesis quedaba invalidada. Entonces cité a Antonio Di Benedetto, y dije que antes de que El Aleph lo reeditara en 2011, era difícil oír hablar de libros como Zama o El silenciero… Tampoco en esto estaba de acuerdo Rodríguez conmigo; antes de que El Aleph los reeditara, esos libros se podían encontrar en cualquier parte… No sé si esto también implicaba que se hablara de ellos en los suplementos culturales en todo momento.Así que el encuentro me reveló algo insospechado: que Juan José Saer y Antonio Di Benedetto son puro mainstream.Julián Rodríguez, en su intervención, apuntó que el blog actual es lo mismo que el fanzine de los años 80, “con las mismas faltas de ortografía y la misma contaminación de la pasión”. Como yo en mi intervención había señalado que, ante mi falta de conocimientos técnicos para hacer una crítica concienzuda, me dejo guiar por la pasión, se puede interpretar su intervención como una crítica a espacios como Desde la ciudad sin cines. Aunque la verdad es que ese ataque me hubiera parecido más lógico si yo hubiera partido de la premisa de que son los blogs espacios prescriptores de crítica literaria más fiables que los suplementos culturales. Pero yo sigo respetando a estos y escribir sobre libros en mi blog es, como ya he dicho, una forma de reflexionar sobre ellos y poder compartir experiencias con otros lectores (yo no fui el que dijo “para qué voy a leer el Babelia teniendo un blog”). Por ejemplo, cuando hablé de Glosa de Juan José Saer, un libro editado en 1988 que tomé prestado de la biblioteca de Retiro, y que entre los años 1992 y 2011 han sacado de esa biblioteca 13 personas, incluyéndome a mí (puro mainstream), un bloguero argentino me hizo una interesante reflexión sobre la carga política de la novela, con un juego metafórico que se me había pasado desapercibido. Y pensé que para eso me servía el blog, para propiciar ese encuentro enriquecedor, sin otras pretensiones, sin querer subvertir ningún orden establecido; pero al parecer Rodríguez (quien a su vez mantiene un blog, donde habla de escritores, en Clubcultura) no lo ve así.
Después Luis Mangriyà hizo una entrevista múltiple a Alberto Olmos, Javier Avilés y a Constantino Bértolo; siendo este último el que se mostró más escéptico acerca de la relevancia de los blogs.
De los otros paneles destaco la pregunta de Ana Tagarro: ¿Hay algún bloguero que pueda vivir de su blog? Uhhhmmm, me puede repetir la pregunta, creo que no la he entendido…
Un día largo y agradable: conociendo gente o reencontrándome con otra a la que hacía tiempo que no veía.