Amandita, la hija de mi amiga, antes de dormir le empieza a hacer cariño en la cara, a darle besos y a abrazar a su mamá. Una delicia para su madre y (me imagino) que para Amandita es la sensación de no estar sola, sentir el olor y la piel de su madre…
Desde niños necesitamos abrazar, sentir esa parte que nos falta para ser felices, un abrazo es la respuesta del amor, es no sentirnos solos y eso, a la vez, es lo que nos tiene aterrorizados desde el día que nos dimos cuenta de nuestra existencia.
Del momento en que empezamos a crear lo que hemos hecho, necesitamos estirar nuestra mano un poco más lejos para sentir el olor y el cariño, pero hasta ahora sólo hemos encontrado oscuridad y frío… en un principio pensamos que el sol era nuestro padre, después que los dioses nos miraban desde los cerros del Olimpo, enviamos a Dios al cielo, pero Gagarin nos mostró que tampoco estaba ahí… y nuestros gritos envueltos en un Voyager siguen buscando oidos que puedan acariciarnos.
Nuestros siglos han pasado para que sigamos luchando contra nuestra soledad, que sigamos creyendo en la vida y pensando que no estamos solos.
Claude Lacombe(François Truffaut), aparece entre la arena del desierto de Sonora, siguiendo las señales, ¡que maravilla es encontrar al “maestro” que le entregó al cine la ternura, en una historia tan maravillosa como esta!, quien mejor que Truffaut para estirar los brazos al cielo para intentar darnos las respuestas que siempre hemos buscado.
Roy Neary (Richard Dreyfuss) mientras va camino a solucionar un problema de electricidad que estaba dejando a Indiana en la oscuridad, se encuentra con una de las luces más encandilantes de su vida, el destello le indica la senda que debe seguir y en el horizonte de su pensamiento sólo se divisa Wyoming… y la Torre del Diablo.
Gillian Guiler (Melinda Dillon), esta sola y su hijo es lo único que posee, es ella la que necesita el abrazo de su hijo para saber que está en este planeta, pero en la inocencia su hijo es abducido a nuevos lugares… las preguntas siguen apareciendo.
Pero el Encuentro del tercer tipo, es el sueño del día en que hagamos contacto, es el sueño del momento en que no nos encontremos más solos, dando vueltas por el Sistema Solar, es el momento en que dejaremos de estar despiertos y entraremos en la confianza del sueño.
Pero ahora hay que seguir como Amandita, estirando las manos y sintiendo los rostros de quienes amamos, porque es lo que tenemos más cerca, lo que nos une y lo que nos hace seguir buscando las respuestas.
Saludos a todos.
Bonus Tracks
1.- Página en IMDB
2.- Comentarios en Filmaffinity
3.- Close encounter of the third kind en Wikipedia
4.- Trailer original de 1977
5.- Trailer HD
6.- Banda Sonora de John Williams