Se trata de una reflexión colectiva llevada a cabo por varias jurisdicciones pertenecientes a diferentes países, organizadaa partir del compromiso adquirido hace un par de años en la ciudad de Lisboa y que supuso, entre otras cosas, la firma del documento que lleva el nombre de la capital portuguesa y queplasma los principios básicos de la Francmasonería de la Ilustración.El Rito Francés se convierte así en protagonista una vez más, esta vez en torno a un debate que pretende contemplar, desde ópticas y sensibilidades muy diferentes, si existe alguna relación o impacto en la sociedad civil del conjunto de valores preconizados por lo que se conoce como Órdenes de Sabiduría del sistema filosófico.Se trata de una acción más de defensa o, si se quiere, de reivindicación del Rito Francés y de su diversidad, desde el respeto a las delegaciones jurisdiccionales, y partiendo de un principio compartido por todos los participantes y que descarta que en este ámbito valga absolutamente todo. A través del Rito Francés puede articularse buena parte de la evolución del quehacer cotidiano de quien toma, en un determinado momento, la decisión de incorporarse a la Francmasonería en una Logia que ajuste su funcionamiento a esta pauta ritual. Ya sabemos que no es el único sistema que existe, pero sí el primigenio: Acompaña a la institución francmasónica en su nacimiento, que se produce en plena efervescencia de un movimiento intelectual que casi no encuentra parangón en la historia. Nos referimos, evidentemente, al Siglo de las Luces; a la Ilustración. En un determinado momento el Rito Francés cruza el Canal de la Mancha acompañando a los estuardistas que se refugian en Francia. Allí vive una etapa intensa, que le imprimirá buena parte de su carácter, y también se verá moldeado hasta alcanzar la forma que hoy seguimos conociendo, forjándose a la par una esencia que ha podido mantenerse inalterada hasta nuestros días.
Fuente: Mandiles Azules