El escenario de esta historia es Tierra de Enda y la protagonista Endara, una joven huérfana, solitaria, especial, a quien todos rechazan y señalan, ya sea por miedo o por admiración. Es menuda, frágil, débil, vulnerable, pero solo en apariencia. Tiene un don, aunque ella no lo sepa, por eso emprende un largo camino para descubrirlo y descubrirse a sí misma. No he terminado de congeniar con ella, no me ha caído ni bien ni mal, me ha dejado un poco fría, distante, y lo mismo me ha ocurrido con la mayoría de los personajes. Y hay muchos, muchísimos, demasiados para mi gusto. El único que me ha llegado es Ozen, el gentil. A lo largo de toda la novela me ha costado saber quién es quién, por el gran número de personajes y también por sus nombres. Ihabar, Garr, Ozen, Baladaste, Atta, Igari, Tala, Gontran, Unmarilun Elanoa... Si a eso le sumamos los nombres de las ciudades y de las tribus, apaga y vámonos. Por lo menos yo me he hecho un lío que no os podéis ni imaginar. Al margen de la cantidad y de sus nombres, creo que lo que más falla en los personajes es la profundidad, no están bien definidos ni perfilados. No me han resultado creíbles ni verosímiles. Y lo mismo sucede con la trama. Una trama que en muchos momentos me ha costado saber hacia dónde iba. Esta es la historia de las tribus, de sus enfrentamientos, entre ellas y contra los invasores. Hay guerras, destrucción de ciudades, muertes, venganzas, odios, rencores, conquistas... y poco más. No sé muy bien cómo explicarlo, pero todo se queda en la superficie, sin profundizar, sin ir más allá, sin desarrollar una trama, una historia, una idea que es muy buena pero que, sin embargo, la autora no ha sabido desarrollar ni tratar como se merecía. Es una sensación mía, pero quizá no se ha sentido cómoda al salirse de su estilo habitual, al cambiar de registro. Eso es al menos lo que me ha transmitido a mí. Creo que esta no es una historia para esta autora. Por un lado nos habla de una época oscura, dura, salvaje, brutal, cruel, y por otro lo hace con un estilo demasiado suavizado y edulcorado, por lo que no consigue transmitirnos y hacernos sentir lo que nos está narrando. Una novela coral que nos habla de lealtades y traiciones, de servidumbre y libertad, pero en la que también tiene un peso muy importante la mitología vasca, con personajes como la Diosa Amari, Inguma el Tenebroso o los gentiles. Y hasta dragones. No os voy a engañar, lo de los dragones me ha chirriado muchísimo, imagino que será por la falta de costumbre...
Siendo sincera, tengo que reconocer que sí, que tal vez la historia sea entretenida, pero ni mucho menos adictiva ni sorprendente. Todo lo contrario, a mí me ha parecido bastante predecible. Tal vez los lectores más aficionados a la fantasía disfruten más con esta novela. No lo sé. Pero, desde luego en mi caso la Tierra de Enda no ha sido como esperaba... Si te interesa el libro puedes encontrarlo aquí.