El final del siglo XIX y los primeros años del siglo XX fueron especialmente prolíficos en cuanto a lo que hoy podríamos considerar los orígenes de la ciencia ficción. El periodo comprendido entre las primeras obras de ciencia especulativa de Julio Verne, cruzado el ecuador del siglo XIX, hasta las más que conocidas obras de ciencia, viajes en el tiempo y visitantes del mundo exterior de H. G. Wells, es un hervidero de novelas, relatos cortos y obras serializadas que, animadas por los avances tecnológicos, los descubrimientos científicos y la exploración geográfica, se internaron en todo un mundo de nuevos ingenios y aparatos, con aventuras extraordinarias en tierras lejanas (o trayendo lo lejano al propio Londres) que llenaron las librerías de la época.
Antes de la llegada de las obras de ciencia ficción con tintes sociológicos de Wells y su grandísimo éxito pese a las reticencias de la época tanto en formato como temática, la literatura de ciencia especulativa había tenido un impulso fundamental cuando en 1871 la revista Blackwood publicó "La Batalla de Dorking", un relato de George T. Chesney, que daba el pistoletazo de salida a un subgénero que emulaba guerras futuras especulando sobre cómo los avances tecnológicos influirían en ellas. La aplicación de la ciencia ficción en la recreación de estas supuestas acciones bélicas daba el trasfondo ideal para el desarrollo del género dentro de una sociedad que no conseguía mostrar interés en la ciencia ficción pura y dura y que necesitaba del dramatismo de una guerra a escala mundial para otorgarle la popularidad definitiva.
La acción de " Los Forajidos del Aire " se sitúa a finales del siglo XIX, en un ambiente prebélico entre el Reino Unido y Rusia, con un trasfondo de intriga anarquista y un archienemigo de la sociedad, al mejor estilo Profesor Moriarty, que aterrorizará desde las sombras a las principales capitales de Europa hasta encontrar el momento para dar el golpe definitivo y alzarse como el enemigo número uno de la vida civilizada de manos de unos ingenios voladores que le convertirán en el dueño y señor de las batallas aéreas.
Precisamente estos dos temas son los que dominan desde la primera hasta la última página de "Los Forajidos del Aire. El anarquismo moderno, que había llegado a su cima de desarrollo precisamente en esta época, junto con la rivalidad entre el Reino Unido y Francia, provocaron que el villano de la novela fuese un anarquista francés que tras toda una vida en las sombras dirigiendo un pequeño grupo terrorista, terminase accediendo a una civilización de socialismo utópico (en una isla llamada "Utopía" precisamente) y haciéndose con el control de la primera aeronave de la historia. Se trataba de una mezcla de barco, submarino y helicóptero que conseguía burlar la fuerza de la gravedad y aterrorizar desde el aire a flotas navales y grandes ciudades por igual.
Pero a pesar de la inicial simpatía del autor por las teorías del anarquismo, o al menos del socialismo utópico, finalmente todo termina derivando como todo buen ciudadano de la época se imaginaría: esos locos anarquistas terminarían destruyéndose a si mismos de una manera o de otra. ¿Qué otra cosa podía pasar? El autor nos hará partícipes, desde ambos bandos, de una carrera tecnológica en busca del liderazgo armamentístico en el aire, para así poder, dominar el mundo por un lado, y salvarlo por el otro.
Por supuesto, la ficción especulativa no fue el único género que cultivó este desconocido autor, que escribió 24 obras en poco más de una década y que además sacó tiempo para batir el récord de vuelta al mundo (65 días) y participar en una expedición que ayudó a descubrir las fuentes del Amazonas.
Jesús García ( Periodista)
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