Endivias

Por Itwoman

Las endivias son unas lechuguitas, amargas y encantadoras, que pertenecen al grupo de verduras que pasan sin pena ni gloria, pero que le dan un toque de sofisticación a nuestras comidas de señoras a las que con la edad nos engorda hasta respirar. 

¡Viva la endivia!

Hablo de ellas porque, para algunos temas, prefiero ser disléxica, ya que hay conceptos a los que me da mucha tristeza llamar por su nombre. 

El título de este artículo debería ser ENVIDIAS.

Por supuesto, sin ánimo de ofender o discriminar a las adorables endivias que son peludas y suaves (sin llegar al nivel del burro Platero) y de un relajante color verde clarito.

Odio la palabra envidia, odio lo que significa y odio no entender el motivo de las “endivias” de algunos seres.

Una se dedica a sobrevivir lo mejor que puede cuando, de repente, descubre que existen personajillos a los que tu existencia les da coraje. Coraje. Sin más. Que te ven y se ponen verdes, pero verde oscuro como esas hojas de lechuga romana pasadas que tiras a la basura. 

Normalmente, la envidia la produce la incultura, y contra eso no puedo hacer nada. Cada uno elige lo que quiere o no aprender. Existen las bibliotecas y son de acceso libre. 

Otro tipo de envidia es la de los acomplejados, que es la peor porque no tiene solución a corto plazo.

Envidiar a alguien porque es o tiene algo que tú no tienes o eres, es bastante patético. En vez de buscar la forma de mejorar, evolucionar o resignarte, decides centrar toda tu energía negativa en la persona envidiada. A estas personas, el tiempo los acaba pudriendo, porque esa energía negativa se vuelve en su contra.

Por último, me gustaría mencionar a los envidiosos con ínfulas de triunfador. 

¡Qué pereza!

Criatura: disfruta lo que has conseguido, sea lo que sea. Si no te gusta tu físico, busca todo lo bueno que hay en ti; si eres inculto, lee. Seas lo que seas, lee. Si lees y la envidia sigue siendo el eje de tu vida, ve a un psicólogo.

Porque, seas como seas, gordo, flaco, guapo, feo, simpático, triste, etc. el problema siempre está en ti. A los demás nos importa bien poco lo que tú sientas. Preferimos disfrutar de una ensalada de endivias al sol.

Probablemente, habrá quien envidie el hecho de comer endivias. A todos ellos les dedico esta receta:

ENDIVIAS ENVIDIABLES

Se preparan las endivias: se separan las hojas, se lavan, se elimina el tallo gordo y amargo y se trocean. Le añadimos los ingredientes que nos dé la gana y el aliño que más felices nos haga. Punto. 

¿Quién soy yo para insinuar lo que le tenéis que echar a vuestras ensaladas? No quiero pecar de pretenciosa culinaria, a pesar de las mil horas que le dedico a Canal Cocina. Que luego la gente se molesta.

Si hace buen tiempo, metes tu ensalada en una fiambrera y te vas a la playa, al campo o a lo que te pille cerca, y haces un pícnic. 

Por cierto, si alguien me quiere hacer EL REGALO de mi vida, me gustaría mencionar que NECESITO una cesta de pícnic estilo inglés: de mimbre, llena de porcelana floreada, cubiertos y todo eso. Es probablemente lo único que envidio: a las personas con cesta de pícnic y casa en la campiña inglesa, aunque tampoco mucho, porque desde el Brexit han perdido gracia y además no tengo sitio en casa para guardar la maldita cesta.

Pero es que me imagino colocando mi mantel de cuadros y mi cesta sobre una pradera, para comer endivias y queso con una copa de vino, y se me pasa todo. No me considero envidiable, la verdad, lo que soy es una cursi de las que ya no existen.