El caos no deja de ser otra forma de control, un orden instaurado por la diosa de la discordia que, a lo largo de la historia, todas las dictaduras han buscado y utilizado. Son regímenes que crean y mantienen el desorden, la desconfianza y la locura entre la población para poder atrapar a todos los miembros dentro de sus laberínticas telarañas y manipularlos como si fueran simple comida.
¿Y quién está detrás de esta dictadura?, podríamos preguntarnos. ¿Quién domina nuestra existencia? A veces los poderes que nos controlan no son tan fáciles de situar como podríamos imaginar. Denis Villeneuve tiene una —o un millón— de ideas al respecto, y todas ellas tienen cabida en su nueva e inquietante película, Enemy, protagonizada por uno de los mejores Jake Gyllenhaal que hemos visto últimamente y con la colaboración de Mélanie Laurent, Sarah Gadon e Isabella Rosellini.
Ahora bien, quien crea que la explicación de una película como Enemy puede limitarse a poco más de cuatro líneas y a una simple lectura, va muy mal encaminado. La nueva película de Denis Villenueve es un absoluto rompedor de cabezas. Un desbarajuste de ideas y reflexiones, un auténtico laberinto mental del que solo podemos salir en estado de shock. En definitiva, un caos. Sin embargo, hasta en el más rocambolesco de los caos, siempre hay pequeñas pistas, buscados detalles que se convierten en múltiples y factibles teorías del “qué acaba de pasar”.
Basada —libremente— en el libro de José Saramago y presentada en el pasado Festival de San Sebastián, Enemy va camino de convertirse pronto en película de culto. Por sus múltiples interpretaciones y el juego con la personalidad del protagonista, muchos la han comparado ya con el Mulholland Drive de David Lynch. Muchas más inspiraciones y homenajes podrían salir de estudiar la cinta aunque, siendo justos, solo hay un único responsable del particular estilo de la película y de su más que destacado todo: el director.
Lo mejor: la interpretación de Gyllenhaal y esos pequeños pero brillantes detalles en la dirección de Villeneuve a lo largo de la cinta.
Lo peor: que alguien pueda confundir la película con un sinsentido obra de las pretensiones de su director, afirmación que sería completamente falsa. Que no se entienda la película en su totalidad es su mayor virtud.
Nota: 8