Lo primero que hay que conocer de esta energía es saber que es y, no es más que la energía que tiene el agua cuando se mueve a través de un río debido al desnivel del terreno. Esta energía se puede aprovechar, mediante las instalaciones adecuadas, para la producción de energía eléctrica.
El principio de funcionamiento se basa en utilizar la energía potencial que tiene el agua al caer, para transformarla en energía cinética, y esta utilizarla para mover un sistema mecánico (turbinas)
El uso de la energía del agua de los ríos es muy antiguo, la primera referencia histórica que nos podemos encontrar sobre la utilización de la energía hidráulica es del Imperio Romano, sobre el año 85 a.C. No obstante, se sabe que la energía hidráulica ya se usaba en oriente 6 siglos antes.
Si queréis un poco de historia (sin ser demasiado experto en la materia) os diré que los romanos usaban una rueda hidráulica denominada Molino Romano. Su funcionamiento consistía en que la corriente fluvial accionaba unas ruedas que, mediante ingeniosos sistemas de engranaje, transmitían la energía hasta las máquinas destinadas a moler cereales, cortar tronco de árboles, elevar agua o mover los martillos de las herrerías.
Sin embargo, estas máquinas tenían grandes inconvenientes ya que tenían un movimiento demasiado lento y además, solo se aprovechaba una pequeñísima parte de la energía que tenían los ríos.
En la Edad Media se perfeccionó su funcionamiento y se convirtió en la máquina medieval por excelencia, lo que permitió el desarrollo de la industria textil y metalúrgica.
En el siglo XIX se perfeccionaron las ruedas hidráulicas y se inventaron las turbinas. Esto, junto con los descubrimientos sobre la electricidad y el electromagnetismo, permitieron que se comenzase a utilizar la energía hidráulica como fuente de energía eléctrica.
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