La EC tiene una alta prevalencia (1-2% de la población occidental) y se desarrolla en sujetos genéticamente predispuestos como consecuencia de la exposición al gluten. Aún así, hay otros factores genéticos y ambientales que hacen que la enferemedad se exprese solo en el 4% de las personas genéticamente predispuestas.
Entre los factores extrínsecos o ambientales que influyen en el desarrollo o no de la EC, la alimentación en el primer año de vida es un factor muy importante, con especial atención a dos aspectos fundamentales:
- Momento de la introducción del gluten.
- Lactancia materna.
En cuanto a la relación entre la EC y la lactancia materna, Román señaló que hoy en día hay un cierto consenso sobre el efecto protector de la lactancia materna frente a la EC, sobre todo si el gluten se introduce poco a poco y mientras se mantiene la lactancia materna.
Los posibles mecanismos por los que la lactancia materna podría facilitar esa tolerancia serían los siguientes:
- La continuidad de la lactancia materna reduciría la cantidad total de gluten ingerida.
- La leche materna contiene sustancias con actividad inmunomoduladora en la mucosa intestinal, a través de su efecto específico supresor en células T. En este sentido, los recientes resultados del estudio Proficel establecen que los perfiles de subpoblaciones linfocitarias podrían ser modulados por las prácticas de lactancia, con un efecto inmunomodulador positivo de la lactancia materna en los niños con riesgo de desarrollar la EC.
- Los anticuerpos IgA de la leche materna podrían disminuir la respuesta inmune frente al gluten.
- Con la lactancia materna disminuye la incidencia de infecciones gastrointestinales, que son conocidas por contribuir a la patogénesis de la EC.
- Posible efecto beneficioso de posponer la introducción de la leche de vaca.
En cuanto a los distintos estudios científicos al respecto, Román repasó algunas de las publicaciones más relevantes, como una revisión de 2004 que encontró que la lactancia materna disminuiría el riesgo de presentar la enfermedad.
Por otro lado, en un meta-análisis de 2006, las conclusiones apuntan que la introducción del gluten coincidiendo en el tiempo con la lactancia materna reduciría en un 56% el riesgo de sufrir la enfermedad celiaca.
Uno de los principales estudios “informales” sobre la relación entre lactancia materna y enfermedad celiaca es el derivado del estudio de la conocida como “epidemia sueca de EC”, un momento en el que se multiplicó por cuatro la incidencia de la enfermedad celiaca.
El análisis de las circunstancias en las que se produjo esta epidemia desveló que podría haberse derivado de un cambio en las recomendaciones de alimentación que hizo que creciera el porcentaje de lactantes en los que se introdujo el gluten en grandes cantidades después de la retirada de la lactancia materna.
Hay muchos estudios diferentes que confirman el efecto protector de la lactancia materna para el desarrollo de la enfermedad celiaca. Por eso, algunos científicos se preguntaron si realmente la lactancia materna previene la enfermedad o simplemente supone un retraso en el desarrollo de la misma. En un estudio al respecto se encontró una disminución significativa de EC en niños con introducción más precoz del gluten, mientras se mantenía la lactancia materna. Esa protección se mantenía durante los 12 primeros años, con lo que no era un retraso en los síntomas, sino que se confirmó su efecto protector.
Por último, en una revisión sistemática de trabajos relacionando la alimentación en el primer año y la prevención de la EC, las conclusiones apuntan que para disminuir el riesgo de enfermedad celica parece razonable evitar la introducción precoz (antes de los cuatro meses) o tardía (después de los 7 meses) del gluten, teniendo la precaución de introducirlo de forma gradual y manteniendo la lactancia materna al menos hasta un mes después de la introducción.