Cuando las familias acuden al pediatra -o éste acude a ellas desde un primer momento en el hospital- y reciben la noticia de que su bebé, su hijo, su adolescente es uno de los 3 millones de personas en España que sufre una enfermedad de las conocidas raras o poco frecuentes, se produce una situación emocional traumática.Hay ansiedad, angustia, dolor, incertidumbre.Comienza un camino lleno de visitas a diferentes profesionales en busca de una respuesta, que puede no llegar, de un tratamiento, que puede no existir. Y no en pocas ocasiones esos mismos profesionales no logran ponerse de acuerdo.Las familias demandan respeto y comprensión sobre los sentimientos que los abruman y les llevan a actuar de manera impredecible ante su proceso de negación, de enfado, de rechazo, de culpa.Es, en esos momentos cuando se hace necesario que el profesional pediátrico que te atiende no sólo te vea como un número de historial. Esto, traducido a las necesidades de este colectivo médico, significa dejar a un lado la visión biologicista de atención al enfermo y adoptar una biopsicosocial.Porque se entiende que no es posible separar la enfermedad del entorno, de la familia, de la situación personal de cada uno. Puede repercutir, y mucho, en la evolución y pronóstico. Y no sólo en el contexto de las EERR, sino también en casos de Diversidad funcional, acoso, maltrato infantil, trastornos de la conducta alimentaria, etc. Casos que no pueden constreñirse a mera sintomatología y que requieren una mayor comprensión y un tratamiento holístico multidisciplinar.Es en esta tesitura que la Pediatría Social cobra más importancia que nunca. Si bien todos los pediatras son sociales, esta rama reivindica un enfoque global y multidisciplinario dentro de la salud infantil. La salud del niño ha de considerarse en su contexto social, colegio, familia, integrándolo con la prevención, el cuidado, la promoción de la salud y la calidad de vida.Una formación médica actualizada, así como una formación en herramientas interpersonales para afrontar con empatía esos primeros momentos con las familias.
Cuando las familias acuden al pediatra -o éste acude a ellas desde un primer momento en el hospital- y reciben la noticia de que su bebé, su hijo, su adolescente es uno de los 3 millones de personas en España que sufre una enfermedad de las conocidas raras o poco frecuentes, se produce una situación emocional traumática.Hay ansiedad, angustia, dolor, incertidumbre.Comienza un camino lleno de visitas a diferentes profesionales en busca de una respuesta, que puede no llegar, de un tratamiento, que puede no existir. Y no en pocas ocasiones esos mismos profesionales no logran ponerse de acuerdo.Las familias demandan respeto y comprensión sobre los sentimientos que los abruman y les llevan a actuar de manera impredecible ante su proceso de negación, de enfado, de rechazo, de culpa.Es, en esos momentos cuando se hace necesario que el profesional pediátrico que te atiende no sólo te vea como un número de historial. Esto, traducido a las necesidades de este colectivo médico, significa dejar a un lado la visión biologicista de atención al enfermo y adoptar una biopsicosocial.Porque se entiende que no es posible separar la enfermedad del entorno, de la familia, de la situación personal de cada uno. Puede repercutir, y mucho, en la evolución y pronóstico. Y no sólo en el contexto de las EERR, sino también en casos de Diversidad funcional, acoso, maltrato infantil, trastornos de la conducta alimentaria, etc. Casos que no pueden constreñirse a mera sintomatología y que requieren una mayor comprensión y un tratamiento holístico multidisciplinar.Es en esta tesitura que la Pediatría Social cobra más importancia que nunca. Si bien todos los pediatras son sociales, esta rama reivindica un enfoque global y multidisciplinario dentro de la salud infantil. La salud del niño ha de considerarse en su contexto social, colegio, familia, integrándolo con la prevención, el cuidado, la promoción de la salud y la calidad de vida.Una formación médica actualizada, así como una formación en herramientas interpersonales para afrontar con empatía esos primeros momentos con las familias.