Ataque de pánico se titula el documental que Ernesto Ardito le dedicó a la afección mental tipificada hace poco, y estrechamente relacionada con la exacerbación política, empresarial, mediática del miedo. La padece uno de cada diez habitantes de la Ciudad de Buenos Aires, informa la voz en off que a veces abandona la aséptica tercera persona del singular para asumir una primera persona del plural que parece jugar a tres puntas: expresar el compromiso (y la preocupación) del autor; representar a los enfermos; coquetear con un Nosotros social extensible al espectador.
Las entrevistas a varios pacientes y profesionales de la salud mental (entre ellos el presidente del Instituto de Neurología Cognitiva, Facundo Manes) constituyen la base firme de un ensayo que también ofrece datos estadísticos, citas bibliográficas, capturas de tapas de diarios y reproducciones de segmentos de noticieros televisivos de Argentina, Estados Unidos y algunos países de Europa. Ardito se ocupa especialmente de articular el testimonio de los enfermos y las explicaciones médicas con un contexto de época irreductible al diagnóstico porteño.
El realizador presenta el ataque de pánico como síntoma de una neurosis colectiva, de alcance global o al menos occidental. Por eso dedica gran parte del largometraje a denunciar un capitalismo cada vez más salvaje, perverso e inhumano, que a fines del siglo XX emprendió “una invasión oculta, veloz, higiénica disfrazada de democracia y diversidad”.
En esta ocasión, Ardito barniza su rigurosidad habitual (ésa que aplicó cuando co-dirigió con Virna Molina Raymundo y El futuro es nuestro) con una laca narrativa elaborada a partir de artilugios visuales y sonoros del cine de suspenso y terror. Esta estrategia que la gente del canal E! utilizó a principios de nuestro milenio, cuando produjo las inquietantes E! true Hollywood stories, gustará más o menos según las preferencias de cada espectador.
A algunos nos provoca mucha más aprehensión el repaso de algunos hechos históricos recientes, sin dudas perniciosos para la salud mental. En este punto corresponde elogiar la selección de imágenes de archivo que nos retrotraen a la represión estatal de 1976-1983 y al colapso institucional de 2001/2002 en Argentina, al atentado a las Torres Gemelas en los Estados Unidos, a la crisis financiera internacional de 2008.
Porque Ataque de pánico también advierte sobre el peligro de autodestrucción que hace rato se cierne sobre nuestra especie humana, da la sensación de que Ardito empezó a transitar el sendero que Godfrey Reggio recorrió década y media atrás cuando filmó al hilo -y con otro estilo- Powaqqatsi, Naqoyqatsi, Koyaanisqatsi. Curiosamente, el realizador estadounidense tituló la última entrega de aquella trilogía con un vocablo de la comunidad hopi que significa ‘existencia desequilibrada’, y es justo eso lo que el realizador argentino señala en su nuevo trabajo.
—————————————-
Contenido complementario
– El futuro es nuestro de Ernesto Ardito y Virna Molina (anuncio)