Todos los días, millones de personas se topan con los límites de sus derechos en cuanto intentan ejercerlos. Unos límites que dependen mucho del lugar en que han nacido, de su género o de sus creencias. Muchas de ellas ni siquiera se lo plantean porque ni conocen estos derechos ni creen estar facultadas para ejercerlos o reclamarlos. Pero es así, no podemos renunciar a los derechos humanos porque los tenemos desde el momento en que nacemos.
Realidades que vemos con el prisma de las estadísticas, como la de los 793 millones de hambrientos en el mundo, o como la del 19% de las mujeres de entre 15 y 49 años que, en todo el mundo, han experimentado violencia física o sexual, o ambas, a manos de su pareja.
Y sin embargo, los defensores de los derechos humanos están ahí, muchos de ellos desconocidos. También pueden ser millones pero no constan en ninguna estadística. Líderes entre iguales, alzan su voz por las necesidades de sus comunidades, de aquellos que sufren la misma exclusión de derechos, enfocando sus derechos con acciones concretas.
Las mujeres indígenas de Centroamérica acumulan realidades en contra. En Chiapas, las mujeres indígenas tienen una probabilidad de sobrevivir en el parto tres veces más baja que las no indígenas, y en Guatemala, el Observatorio de Salud Reproductiva estimó en 2014 que el 70% de las adolescentes embarazadas en el país vivían en comunidades indígenas.
Contra los embarazos en adolescentes luchan activistas como Leslie Mejía, que desde la Asociación Juvenil de Mujeres Activas lucha para prevenir los embarazos en niñas, mediante la visibilización de esta problemática, a la vez que impulsa la participación democrática de la mujer joven.
“Hubo 6 millones de judíos exterminados en Europa, pero hay más de 50 millones de mujeres exterminadas en la India”,, nos recordó en este blog la activista india Rita Banerjii, a propósito de los feminicidios en su país. Banerji sostiene que no se trata de violencia al azar, sino de un sistema que está destinado al exterminio de las mujeres sólo porque son mujeres. La campaña que inició en 2006, 50 million missing, es hoy en día el movimiento de base más grande para poner fin al genocidio de las mujeres y cuenta con presencia en más de 211 países.
Durante el último año, la represión violenta y arbitraria de las protestas y los ataques a la libertad de expresión han sido una realidad habitual en más de 25 países africanos, según datos de Amnistía Internacional. Contra la realidad de conflictos enquistados y olvidados, como en Sudán del Sur o Yemen, artistas como el marfileño Alpha Blondy han sido reconocidos por la UNESCO como embajadores por la paz en su país natal, por su extraordinario esfuerzo por conseguir una solución pacífica a la división política de su país natal.
La crisis de la guerra en Siria ha vuelto a poner a Jordania sobre el mapa y ha hecho tristemente célebres lugares como Zaatari, donde viven algunos de los cerca de 650.000 refugiados sirios que se encuentran oficialmente en el país. Frente a la estadística, el valor y el coraje de personas como Moussa Jassen, maestro en el asentamiento informal de Madaba, que ha recuperado su vocación y su experiencia como maestro en la defensa del derecho a la educación también en el contexto del desplazamiento forzoso.
Frente a la realidad de las cifras y el pesimismo de la estadística, la realidad de la acción comprometida de personas que deciden actuar. Mostrar algunos ejemplos de cambio es el objetivo de la campaña ‘Reenfocando realidades‘, con la que Global Humanitaria expone los logros y avances en ámbitos como el analfabetismo de adultos, la desnutrición infantil en comunidades indígenas, la calidad educativa en zonas rurales o los traumas psicológicos de los niños sirios refugiados, entre otras.
“Para ver claro, basta con cambiar la dirección de la mirada”, decía Saint-Exupery. Si logramos enfocar nuestras miradas y nuestras acciones podemos acompañar la acción de las personas que amplían el marco de los derechos para todos y todas.
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Imagen: Focus, by Jürgen en Flickr