Suelo pensar en el tema de este anuncio cuando voy en la guagua, cuando estoy en un retaurante o simplemente cuando doy un paseo y veo cómo la gente está realmente enganchada al teléfono móvil, sobre todo ahora con aquellos que nos permiten navegar por Internet. Hace unos días paseaba con mi familia cuando vi un grupo de chicos adolescentes sentados a la mesa de un restaurante. Solo se oía el ruido de las teclas de sus teléfonos, porque todos y cada uno de ellos estaba centrado en su móvil. No hablaban. No se oía ni una voz en esa mesa. Y fue ahí cuando pensé: ¡Qué triste!
Suelo pensar en el tema de este anuncio cuando voy en la guagua, cuando estoy en un retaurante o simplemente cuando doy un paseo y veo cómo la gente está realmente enganchada al teléfono móvil, sobre todo ahora con aquellos que nos permiten navegar por Internet. Hace unos días paseaba con mi familia cuando vi un grupo de chicos adolescentes sentados a la mesa de un restaurante. Solo se oía el ruido de las teclas de sus teléfonos, porque todos y cada uno de ellos estaba centrado en su móvil. No hablaban. No se oía ni una voz en esa mesa. Y fue ahí cuando pensé: ¡Qué triste!