Engaños en Hollywood

Publicado el 11 febrero 2014 por Oscar @olavid25

En Suiza hace frío.

Casi nada me sorprende, así que leo con una pequeña dosis de curiosidad que la llamada cirugía digital deja impecables los cuerpos de las actrices cuando llega el momento de retocar sus películas. Es como el Photoshop que ya conocíamos, pero en el cine. Se sospecha de Margot Robbie, que dicen que es bajita (1,67) y sale en El lobo de Wall Street con unas piernas que parecen las de Charlize Theron. No tengo criterio. Son cosas y engaños de Hollywood, donde todo es estupendo hasta que se descubre que no y te mueres con una jeringuilla en el brazo, como Philip Seymour Hoffman. Si volvemos a los cuerpos sanos y serranos, femeninos y masculinos, me parece mal el disfraz si va destinado a imponernos un modelo de mujer o de hombre que ni siquiera existe, pero también hay que admitir que en el cine todo es mentira.

Hablando de cuentos, yo pensaba que era una broma lo que nos contaba Germain Viscasillas, cuando explicaba que la gasolina sube tan rápido en Cánada que empiezas a echar a un precio y acabas con otro. Me lo hubiera creído en un país con inflación de la buena, como Argentina, pero tan al norte… Ahora, dudo un poco, porque en España dicen que va a cambiar el precio de la luz cada hora. Todo es mutable.

Hay cosas que cambian muy deprisa. Por ejemplo, el tiempo en Holanda y el tamaño de los hijos de tus primos lejanos, la costa de Túnez… El cambio nos asusta porque provoca incertidumbre. “Estás igual que siempre”, es una frase que se dice para elogiar al destinatario, pero no conviene tomársela a bien sin un análisis algo más profundo. “No tenga duda de que consideraremos como merece la opinión que nos hace llegar”, es otra respuesta que debe levantar sospechas. Que te vayas al carajo, sería más clara.

En Suiza, están en ello y han puesto en práctica lo que han pensado todos los países, cerrar las puertas a la inmigración, aunque venga de la Unión Europea. Bruselas se escandaliza porque a los vecinos se les impide el acceso al país del reloj de cuco y las pastillas Ricola. A los inmigrantes africanos, allá por el sur, que les lancen unas pelotas de goma, les obliguen a hacer una cadeneta y a Marruecos zumbando para que se les quiten las ganas de viajar.