Comedia dramática que no cae ni en lágrima fácil ni la risa excesiva, la serie nos presenta a una mujer que se percata de que ha perdido el rumbo y tras unos meses de tratamiento, aterriza en su realidad consciente de que hacía tiempo que su mundo se había desmoronado.
Nos encontramos con una madre distante pero cordial (interpretada por la propia madre de Dern, una irreconocible Diane Ladd) que consume su tiempo entre su perrito faldero y su jardín y que tal como ha ido evolucionando la vida de su hija, se siente decepcionada. Otro de sus quebraderos de cabeza es su exmarido Levi (Luke Wilson ya era hora que resucitaras) que ha acabado en una espiral de drogas, alcohol y soledad y con el que intenta limar asperezas.
Ella intentará aplicar los conocimientos adquiridos durante sus meses de tratamiento en Hawaii (otra cosa es que la gente pueda entender sus intenciones y su profundo cambio). Para colmo, su ayudante tiene su cargo y no lo están poniendo las cosas nada fáciles....Pero no os alarméis. No se trata de un drama de salto al vacío. Se trata de resugir, de continuar, de luchar, de perdonar (y de perdonarse) y de encontrarse a uno mismo.
Os puedo decir que a todos los que formáis parte del gremio (a los que os dedico el post, como ya habréis deducido) os puede encantar con la misma intensidad que podéis odiarla (eh, señor Hal). Por el momento, la patrona de este humilde rincón ha visto los tres primeros capítulos de la primera temporada y me está dejando muy buen sabor de boca, no quiero entrar en detalles pero me ha parecido lo mejor que he visto de las novedades seriéfilas del otro lado del charco.
Demasiado pronto para puntuar pero los wasabis irían de siete para arriba.
Sed felices o como Amy, haced lo posible por serlo estimados wasabitas.