Va a hacer tres años que Ángela, la mejor redactora jefa que he tenido y tendré, amiga, camarada y hermana en Cristo me regaló un librito escrito por el periodista Enric González, Historias de Roma. Lo leí, quizá demasiado rápido, y aprovechando la lentitud del verano lo retomé la otra tarde. Emulando a Julio Verne me convertí en eso tan maravilloso que es ser un viajero de sofá, hamaca o tumbona. Y fue un placer leer el completo cuadro romano que describe González en sólo 123 páginas.
En Roma sólo he estado un par de veces, una en pantalón corto por el calor y otra con abrigo de entretiempo por el frío. De Roma sé por el cine, por alguna música y por las noticias. No mucho más. Bueno, aparte de lo que se estudia en el cole, apruebas y, a pesar de todo retienes.
Lo bueno que tiene un librito, que sí puede ser considerado de viaje, escrito por un periodista, es que informa, interpreta y opina, dejando claro cada uno de los géneros. Y de vez en cuando, pues mete alguna pincelada de crítica a las empresas periodísticas… El autor estuvo viviendo en Roma como corresponsal (al igual que hizo en Londres y Nueva York previamente), por lo que ni es un turista accidental, ni un vecino de Roma. Es un corresponsal, un buscavidas en el mejor sentido del término.
A través del librito podemos hacer un recorrido interesante por Roma, descubriendo la bella Roma en la esquina de la Via dei Portoghesi; la Biblioteca Casanatense; lugares curiosos como donde sirven “el mejor café del mundo”, o la sastrería de los papas.
Pero nos adentra también González en la sociología romana: en la verdadera importancia de la mamma, el matriarcado y el machismo italiano, con su especial relevancia romana. Cuenta, por ejemplo, como en una ocasión, un conductor de autocar, que tenía enferma a su mamma, pidió permiso al pasaje para desviarse de la ruta para poder visitarla. A los viajeros les pareció normal. El conductor, entonces, se desvió de la ruta, aparcó “lógicamente en doble fila”, visitó un cuarto de hora a su madre y reemprendió el viaje entre los aplausos de los pasajeros. Lo bueno es que estas cosas pasan de verdad, no en una película de Fellini.
Pero también nos habla de política, de cómo algunas historias de terrorismo acaban en abrazos; de las relaciones mafiosas de Berlusconi… Y nos explica por qué el fenómeno Berlusconi y conceptos fundamentales para entender a esa sociedad como la dietrología, el grande vecchio o el campanilismo. Nos explica la extrema violencia futbolística entre Lazio y la Roma, con sus implicaciones ultras. Relata historias de cine, de gastronomía, de timos a turistas. Historias de religión, judía y cristiana, en la ciudad creada por los papas.
Sobre el Vaticano asegura: “En lo tocante al dinero, (el Vaticano) mantiene una tradición muy italiana: abunda en líos, misterios, zonas oscuras y muertes sospechosísimas”, aunque el considera que a Juan Pablo I no lo asesinaron, si no que murió en calzoncillos. Y, advirtiendo, opina: “¿Qué es el Vaticano? Una oficina muy grande y muy antigua, cuajada de mala leche burocrática. El catolicismo es una religión monoteísta (pese a la filigrana trinitaria) dirigida por un poder centralizado y literalmente despótico; la parte del poder y el despotismo está en el Vaticano; la religión en sí, la fe, los atributos morales, se encuentran con mayor facilidad en cualquier otra parte”.
Y mientras volvemos a Roma, en persona o desde el sofá, Arrivederci...: