Enrique Curiel. Aquellos tipos de entonces

Publicado el 06 marzo 2011 por Manuhermon @manuhermon
No descubro nada nuevo recordando que los españoles solo hablamos bien de nuestra gente cuando están muertos, incluso los enemigos, los contrarios, los adversarios, inclusive ‘los nuestros’.
A este hombre muerto prematuramente, era de mi generación, tenía la misma edad que yo, Enrique Curiel, no le conocí personalmente, pero su imagen transmitía tranquilidad, educación, seriedad, y eso en un alto cargo comunista chocaba a todas luces a miles de ciudadanos. Algunas opiniones dejo enlazadas, pero mi homenaje prefiero hacerle personal, tintado al hilo de una polémica que he leído. (Y de un aviso de que escribo mucho, y van...lo acortaré en dos partes)
La sensación de pérdida de potencialidades en nuestro país, la sensación de derroche de mentes preparadas, surge a menudo y se agranda con sucesos de este tipo y este estilo de individuos. La acusación de trituradora y despilfarradora dirigida al PSOE aparece probablemente con razón. O no. O es diferente en momentos históricos distintos. O incluso es lo habitual en todos los partidos. En honor a Curiel y aquellos tipos de entonces matizaré algunas cuestiones.
Entró al PCE en tiempos de la dictadura, participando en la preparación y lucha por derribar aquellas cadenas y contribuyendo a crear la sociedad que debería salir de aquellos tiempos, posteriormente llamados Transición, igual que unos miles de individuos. En el PCE llegó a la alta dirección, es lógico pensar que era un tipo duro, firme y correoso, con ideas y capacidad de trabajo, capaz de sumar apoyos a sus ideas que le permitirían colocarse en tiempos tan difíciles en esos puestos de dirección tan perseguidos por la poli, desde los cuales ejercer el liderazgo y evitar depuraciones, así que al margen de tener buenas formas, debería tener capacidades. Nadie blandengue llega a la dirección de partido alguno, y menos en una sociedad tan cainita como la española.
Una de las primeras cuestiones que surge es como un tipo así entró al PCE, y por qué luego se fue al PSOE, la respuesta no es complicada. En la postguerra y dictadura, durante décadas, la estructura mejor preparada para anclar a gente dispuesta a luchar contra la dictadura fue el Partido. Uno quiere participar en destruir aquella vil, injusta y cruel sociedad y se da de narices con la realidad de que necesita agrupar sus esfuerzos con los de otros dispuestos a luchar. No quiere esto decir que solo existiera esa estructura, pero parece que era la de mayor empuje, organización y preparación. A su lado podían coexistir con menor capacidad grupos socialistas y anarquistas.
Hasta finales de los sesenta, cuando se incorporan con los empujes del 68, nuevas hornadas de juventudes militantes, estudiantes y obreros, con mayor diversidad de potenciales encuadramientos que en España se traduce fundamentalmente en grupos de extrema izquierda, a la izquierda del PCE, que en cualquier caso nunca llegaron a tener su potencial. Lo que me interesa resaltar es que la escuela de lucha, de estudio y relaciones de cada persona, tiene mucho que ver con los individuos que tuviera cerca en la universidad y/o el trabajo en aquellos momentos. Naturalmente que podía elegirse, mejor en los setenta que en los sesenta, pero los condicionantes de proximidad humana eran altamente influyentes en la adscripción de cada uno.
Un individuo se hacía trosko porque sus amiguetes lo eran, prochino porque un compañero en quien confiaba y le caía muy, bien lo era, etc. A partir de aquí, una vez dentro del grupo, la identificación grupal funcionaba a tope, las relaciones humanas, las discusiones, las acciones, toda la actividad intentaba diferenciarse del resto de fuerzas y ello conducía a reafirmarse en la elección. Hasta que llegaban otros momentos en los que el desarrollo interno de cada cual iterando con las modificaciones del entorno, del propio grupo, y/o de la sociedad, empujaban en otra dirección.
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