Enrique III rey de Francia de 1574 a 1589

Publicado el 23 mayo 2023 por Rmartin

CASA DE VALOIS

Nacimiento: El 19 de septiembre de 1551 en el castillo de Fontainebleau.

Fallecimiento: El 2 de agosto de 1589 en Saint-Cloud.

Padres: Enrique II de Francia y Catalina de Médici.

Reinado: Desde el 30 de mayo de 1574 hasta el 2 de agosto de 1589.


Nacido en el castillo de Fontainebleau el 19 de septiembre de 1551, era el tercer hijo de Enrique II de Francia y de Catalina de Médici, y solo pudo ascender al trono de Francia, tras la muerte sin descendencia de sus hermanos Francisco II y Carlos IX. De los diez hijos de Enrique y Catalina, era el favorito de su madre, la cual presionó a Enrique II para que, en 1567, una vez muerto Anne de Montmorency, fuese nombrado teniente general de Francia, a pesar de ser sus cualidades militares, más bien escasas.

No está del todo clara la participación de Enrique, por entonces duque de Anjou, en la Matanza del día de San Bartolomé, en la que, por orden de Carlos IX, y de la reina madre, Catalina de Médici, se ejecutaron a más de diez mil hugonotes en toda Francia. Sin embargo, si está clara su participación en las Guerras de Religión, que no solucionaron el problema que enfrentaba a católicos y hugonotes en Francia. En 1573 se encontraba en la Rochela, donde recibió la noticia de que había sido elegido como rey de Polonia. Amenazado por Carlos IX, abandonó París, donde se encontraba la princesa de Condé con la que pretendía contraer matrimonio, para dirigirse a ocupar el inestable trono polaco. Un año más tarde, el 30 de mayo, Carlos IX, falleció. Francia no tenía rey al no haber dejado heredero directo, por lo que Enrique se apresuró a volver a la patria para hacer valer sus derechos.

Ya rey de Francia se dedicó al lujo y las excentricidades, sin prestar el menor interés por lo que aconteciese en Francia, dejando el gobierno en manos de ministros como el pensador Jean Bodin. Entre 1575 y 1588 la autoridad real estuvo ejercida por Catalina de Médici que supo mantener el difícil equilibrio entre protestantes y católicos, tan necesitado en Francia. En mayo de 1576, Catalina de Médici, firmó el Tratado de Etigny-les-Sens, que puso fin a la quinta guerra entre protestantes y católicos. Pero la falta de moral de Enrique, sus devaneos con el protestantismo, las intrigas de los Guisa y de España, dieron lugar a que los católicos formasen una Liga Santa. Enrique, en un intento de controlar la situación, se hizo nombrar jefe de la Liga, pero fue en vano, ya que, el auténtico líder de esta era Enrique de Guisa.

En 1584 falleció, sin descendencia, el único hermano varón que le quedaba, Francisco, duque de Alençon y Anjou. Como Enrique III tampoco tenía descendencia masculina de su matrimonio con Luisa de Lorena, y de acuerdo a la Ley Sálica, vigente en Francia, y que excluía a las mujeres del trono, el heredero era un hugonote, Enrique de Borbón, rey de Navarra. Los católicos, integrados en la poderosa Liga, no aceptaban que un hugonote se sentase en el trono católico de Francia. Ante el peligro, Enrique III, invitó al rey navarro a que renunciase a sus derechos al trono francés o que se convirtiese al catolicismo. Enrique de Borbón, ya que con ello perdería sus apoyos protestantes.

En julio de 1585 Enrique promulgó el Edicto de Nemours, declarando al protestantismo, ilegal en Francia. La guerra estalló de nuevo. A este enfrentamiento se le conoce como Guerra de los Tres Enriques, ya que en ella participaron: Enrique III como jefe de los católicos; Enrique de Guisa como líder católico y Enrique de Borbón como representante de los protestantes. El mejor colocado en este enfrentamiento, era Enrique de Guisa ya que ganase quien ganase él quedaría cerca del trono; dándose cuenta Enrique III, decidió ordenarle que fuese a Champaña, y Enrique I de Lorena, duque de Guisa, decidió consolidar su posición a través de apoyos internacionales. Entró en tratos con Felipe II de España, el cual apoyó su causa para debilitar a su vieja enemiga, Francia, e incluso hacerse con el trono. Para este fin, Felipe II envió en 1587 ayuda económica a Enrique de Guisa, que entró en tratos con el papa Gregorio XIII, para que le permitiese hacer la guerra al rey de Francia, aunque el objetivo fuese la guerra contra los protestantes. El papa accedió, aunque también se había comprometido a ayudar a Enrique III.

El 9 de abril de 1588 Enrique de Guisa, se presentó en París, y el 12 de mayo los parisinos se echaron a la calle apoyando al de Guisa. El movimiento fue tal que Enrique III tuvo que abandonar la ciudad. Pero no tenía donde ir, la Francia protestante pertenecía a Enrique de Borbón y la católica a Enrique de Guisa. En tan dramática situación apareció el genio político de Enrique III, firmando en Rouen un edicto por el cual confirmaba la Liga, excluyó del trono a Enrique de Borbón y dio al duque de Guisa una serie de plazas en las que asegurar sus posiciones, al tiempo que lo nombraba lugarteniente general del reino. Medidas vacías, puesto que la Liga era tan poderosa como para expulsar al rey de su capital, y no necesitaba confirmación ninguna; por otro lado, el duque de Guisa ya era dueño de las plazas que el rey le concedía. Estas disposiciones fueron, en realidad, una confirmación de la situación en la que se encontraba el rey, y una forma de ganar tiempo.

A finales de 1588 Enrique III convocó los Estados Generales en Blois para tratar sobre las reformas necesarias en el reino. El duque de Guisa fue uno de los primeros en acudir a la llamada; una vez allí, Enrique III le llamó a sus aposentos privados donde le esperaban una docena de hombres que le dieron muerte. Su hermano, Luis de Lorena, arzobispo de Reims, fue también asesinado al día siguiente. Catalina de Médici recriminó duramente a su hijo por el asesinato de los dos dirigentes de la familia Guisa. Enrique III perdía así gran parte de los escasos apoyos que aún conservaba, la Liga condenó el crimen, la población se lanzó a la calle en la Jornada de las barricadas, mayo de 1588, en una oleada de protestas que obligó a Enrique III a refugiarse en Tours. Solo contaba con el apoyo de Enrique de Borbón, representante de los protestantes. En tan difícil situación, el Valois, entabló negociaciones con el rey navarro, negociaciones que tuvieron éxito, ya que el monarca francés claudicó a todas las exigencias del navarro. Los ejércitos protestante y lo que quedaba del real, se dirigieron a sofocar la rebelión en París. El 30 de julio de 1589 comenzaba el sitio parisiense. Enrique III pronunció amenazas contra los dirigentes de la rebelión, amenazas que no pudo llevar a cabo ya que el 1 de agosto fue asesinado por el religioso dominico Jacobo Clément, el cual se presentó en Saint Cloud —centro de mando del sitio parisino—, y solicitó en su calidad de religioso una audiencia con el rey, una vez conseguida se lanzó sobre el monarca al que acuchilló. Clément fue ajusticiado por los seguidores del rey, que no pudieron hacer nada por salvarle. Enrique III falleció al día siguiente, tras nombrar como sucesor a Enrique de Borbón, por lo que con Enrique III se extinguió la dinastía de Valois y se inició la de Borbón.

Ramón Martín