Había una vez una princesa rosa, que al hacerse mayor se convirtió en una princesa roja y dejó de ser princesa.
Érase una vez un niño redondo que al crecer se convirtió en un adulto cuadrado.
Érase una mujer de temporada que conoció a un hombre temporero y tuvieron una relación tempestuosa.
Érase un historia en el que vivían un sinfín de personajes y nunca terminaba.
Habia una vez una ciencia sin conciencia, un sueño despierto y una risa que bailaba a su son.