Ensayo sobre el pensamiento rudimentario (IV)

Publicado el 27 abril 2013 por Romanas
El PP considera que el asedio al Congreso fracasó por la “solidez” de las instituciones

El presidente del Congreso sugiere medidas judiciales contra los que causan incidentes. (El País, 27-o4-13)


 Ayer decía yo, en mi post, que había sido un fracaso el asedio al Congreso y una noticia ratificaba que habían sido más los antidisturbios que los manifestantes y Fernando Mora preguntaba dónde coño estaban los 700.000 parados censados en Madrid.
 Yo lo sé desde hace mucho tiempo. En sus puñeteras casas, los que todavía las tengan. Que inventen ellos, decían los intelectuales españoles cuando se le reprochaba a España su falta de investigación científica, que protesten ellos, decían seguramente todos los parados.
 Forma parte de nuestra idiosincrasia esta desgana vital por todo lo que realmente interesa y la obsesión igualmente poderosa por las cosas absolutamente banales, el fútbol y la telebasura.  En otro país con el 27% de parados, todo habría saltado ya por los aires, aquí, eso no sucederá nunca y siento en lo más profundo de mi corazón que los hechos me den la razón en mi polémica de hacen tan poco contra ese sabio historiador que es Xavier Traité y ese agudísimo observador de la realidad que es futbolín.
 Y no sucederá nunca porque nuestras clases dirigentes llevan siglos, sí, han leído ustedes bien, siglos, preparando las mentes de los españoles para que no pueda haber nunca en ellas un atisbo de rebelión por muchas cosas que pasen, por muchas tragedias que los aflijan, por mucho que sus gobernantes abusen criminalmente de ellos, porque nos han imbuido hasta lo más profundo de nuestra sangre eso que ellos llaman resignación cristiana: bienaventurados los pobres de espíritu porque de ellos será el reino de los cielos, bienaventurados los  MANSOS porque ellos poseerán la Tierra.
 Coño, ¿cómo quieren ustedes que se rebelen los que creen a pie juntillas todo esto, si consideran que su probreza, que su miseria sólo es un síntoma irrebatible de su predestinación gloriosa?
 Y los listillos de siempre me objetarán: “pero, ¿de verdad, piensa usted que son las famosas bienaventuranzas las que tienen la culpa de todo lo que nos ocurre?”.
 Éste es precisamente el problema: la suprema ignorancia a que nos  han sometido los culpables de nuestro pensamiento rudimentario.
 Cualquier persona medianamente consciente de cómo funciona el cerebro humano sabe que todo lo que de niño se introduce en él se queda allí impreso, indeleble, para siempre, de modo que si tus padres, tus abuelos, tus maestros y tus profesores, te han repetido una y otra vez hasta que la consigna ha pasado a ser parte de tu propia naturaleza, que la pobreza, que la miseria, es un signo de predestinación a la bienaventuranza, ¿cómo coño ahora, si Rouco y Rajoy te repiten lo mismo, tú no te lo vas a creer?
 Ayer, ante el asediado Congreso, habían 1.500 manifestantes. De los 40 millones de habitantes largos que tiene España, el porcentaje es de 0'003, una infinitésima parte de todos nosotros.
 Y esto lo saben muy bien no sólo el mefistofélico Arriola, el consejero áulico de Rajoy, sino hasta esas analfabetas integrales que son Fátima Báñez y Ana Jaguar Mato.
 Entonces ¿de qué coño se va a preocupar Rajoy, a qué le van a tener miedo estos peperos que están arrasando el país para siempre, acabando con todo lo que se mueve sea cual fuere al área en el que esto suceda?
 Así que, amigos Traité y futbolín, os felicito sinceramente por vuestros magníficos razonamientos, sobre todo por ese, tan extendido, omnipresente, universal, de que cuanto peor, mejor.
 Esto, con la gente muriéndose a chorros por la calle, arrojándose por las ventanas y otras cosas que no se han visto nunca y que probablemente nunca más se verán, es un espectáculo dantesco realmente insuperable, tanto que su causante ya no tiene el valor suficiente para enfrentarse directamente a esa prensa tan canallesca y domesticada, y lo hace a través de una televisión de plasma, sentando así un precedente que tengo una inmensa curiosidad por comprobar si algún otro pueblo, alguna otra manada de castrados periodistas, lo verá alguna otra vez.
 Y, mientras, las páginas de todos los periódicos, las pantallas de todos los televisores y las sintonías de todas las radios pendientes con el alma en vilo de si el Madrid y el Barça serán capaces de remontar sus tanteos adversos ante los superequipos alemanes y de si es cierto o no que Belén Esteban ha abandonado para siempre Telecinco.
 Lo dicho, nuestro pensamiento es esencialmente rudimentario porque ELLOS se han preocupado desde siglos de que sea así.