Ensayo sobre el pensamiento rudimentario (V). El desafío. Ls forja de un hijo de puta.

Publicado el 28 abril 2013 por Romanas

    El caso del aceite de Redondela

    Los efectos del naufragio del Prestige
A veces, cuando me dispongo a utilizar expresiones como ésta de "hijo de  puta", prohibidas por el común de las reglas del buen escribir, pienso que realmente no hay ninguna necesidad esencial de usarlas, que lo que se quiere decir podría muy bien expresarse de otra manera.


 Y, después de haberlo meditado suficientemente, he llegado a la conclusión de que no, de que, por lo menos para mi, estas expresiones son absolutamente necesarias para expresar lo que se debate en el fondo de mi cabeza, porque yo, en este caso concreto del post de hoy, no encuentro en todo el diccionario de esta jodida lengua española, alguna otra que sustituya a esta expresión que yo, al menos, considero insuperable como lo hizo también aquel importante mandatario usaniano que, para describir a no sé quien, lo dijo de una manera que, para él también, era absolutamente necesaria: es realmente un auténtico hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta. No pongo comillas porque, como siempre, estoy citando de memoria y tengo la seguridad de que la cita no es rigurosamente textual.
 Estoy seguro, totalmente seguro, de que la madre de Rajoy era una santa. Porque suelen serlo todas estas señoras de firmes creencias religiosas ya que las conozco muy bien pues no en vano soy hijo de una de ellas y marido de otra, y ello se debe a que, como decíamos ayer, todas han sido formadas en el seno de la Santa Madre Iglesia, cuya normativa no permite otra cosa, por eso, todos los católicos rigurosos, cuando quieren disfrutar de las inmensas posibilidades que brinda el sexo, no tienen más remedio que buscarlas fuera del matrimonio porque allí, sus santas esposas, jamás se las permitirán.
 -Bueno, sí, me dirán, su razonamiento en este aspecto parece correcto, pero también podía haber utilizado usted otro adjetivo peyorativo que no fuera éste tan decididamente malsonante y grosero.
 -Pues, no, señor,contestaré yo, precisamente porque este adjetivo en esta nuestra lengua como en otras muchas es absolutamente insuperable tanto que daña incluso al oído, es por lo que yo he decidido usarlo de una manera definitiva.
 Que Rajoy es un cínico sinvergüenza y, además, un perfecto canalla es  últimamente de dominio público tanto que incluso ya resulta extraordinariamente difícil encontrar fuera del círculo de su guardia pretoriana entre la que se hallan los directores de todos los periódicos españoles, una sola persona que no lo reconozca.
 Pero es que el tío ha llevado su soberbia hasta el punto de lanzarle al aborregado pueblo español ese canallesco y cruelísimo desafío: el desempleo seguirá creciendo, porque a mi me sale de los cojones, ni más ni menos que hasta 2.015, que es precisamente el año en que se tienen que celebrar nuevas elecciones legislativas.
 Como es lógico, eso de “porque a mi me sale de los cojones” él no lo ha dicho, entre otras cosas porque no hacía falta, después de la insuperable exhibición que ha hecho del dominio total de la situación con gestos inauditos tales como dar ruedas de prensa a través de una pantalla de televisión, sin que todos los representantes de todos los diarios de este acojonado país le hubieran tirado los blocks y bolígrafos a la cara a través de la dichosa pantalla, porque tamaño insulto a la libertad de prensa no creo que vaya a repetirse nunca en ningún otro sitio.
 Pero apuntábamos al principio que aquí íbamos a escribir también un poco de la forja de un hijo de puta y casi no nos va quedando ya espacio para ello: Rajoy era un predestinado a esta situación, primero, por ser hijo de quien era, ni más ni menos del magistrado que presidió el tribunal que enjuició el caso del aceite de Redondela, en el que desaparecieron miles de millones de litros de aceite no como por arte de magia sino precisamente así, como entonces, bajo la égida del Caudillo, ocurrían todas las cosas, dejando de paso una serie de cadáveres absolutamente inexplicables por el camino; segundo, por su especialísima formación intelectual que ya puso él en evidencia en cuanto pudo con sus 2 famosos artículos sobre la igualdad de los seres humanos en El Faro de Vigo; tercero por el explícito padrinazgo que de él hizo el forjador “intelectual”, así, entre comillas, de la España actual, el hombre cuyo apellido es el que más se repite en todos los escalafones de todos los ministerios de España, el único, el grande, el irrepetible, gracias a Dios, Manuel Fraga, que incluso llegó a a exigirle la necesidad imperiosa de afrontar de una puñetera vez su tan retardado matrimonio; cuarto, pero, sobre todo, cuando el tercero de los hombres de Irak decidió encargarle el que es quizá, y en más de un sentido, uno de los asuntos más negros de este país, que supera incluso a aquel del aceite de Redondela, el hundimiento del Prestige; Aznar pudo, es evidente, designar a cualquier otro, pero lo eligió a él, con preferencia por ejemplo a Paco Alvarez Cascos, que ya es decir; y el tío desempeñó su función de tal manera que ha pasado a la historia su descripción de lo que entonces sucedía, que una marea negra que manchó para siempre de petroleo las costas de su tierra, se convirtió en unos mínimos hilillos de plastilina, así que échale tú ahora a este tío unos seis millones doscientos mil parados, ja, ja, ja, a estos tíos él los va a tener sin empleo hasta que Sam Juan baje el dedo, es decir, como afirmábamos al principio, hasta que a él, a Rajoy, le salga de sus puñeteros cojones.
 Porque él sabe mejor que nadie, dada su completa, larguísima y total experiencia, que este pueblo de irredimibles cabrones va a aguantar todo lo que le echen, él y la Santa Iglesia Católica y Apostólica.