El enfoque de la educación para el emprendimiento se sitúa en un contexto amplio dentro de las competencias a desarrollar para la ciudadanía del siglo XXI. El “aprender a aprender” -desde una perspectiva social y cognitiva – supone dotar a la persona de estrategias para que pueda aprender a conocer (para adquirir un repertorio cultural amplio y conocimientos específicos que estimulen la curiosidad de seguir aprendiendo), a hacer (para enfrentar situaciones inesperadas, trabajar en equipo, desenvolverse en diferentes contextos sociales y laborales) y a ser (para conocerse y valorarse a sí mismo, construir la propia identidad y actuar con creciente capacidad de autonomía y de responsabilidad personal en las distintas situaciones de la vida) desarrollando su potencial de aprendizaje durante toda la vida [1].
El “aprender a emprender”, estará enfocado a orientar y preparar a los futuros emprendedores como agentes activos de la transformación de su entorno, a través del desarrollo de actitudes proactivas que les posibilitará fijarse metas, formular propuestas y tomar iniciativas enfrentando con inteligencia, sensibilidad, innovación y creatividad las dificultades, aprovechando las oportunidades y superando las amenazas que se le presentan en el escenario actual [2].
Emprender va más allá del acto de transformar recursos con miras a crear riquezas. Supone conjugar el verbo emprender como el arte de transformar una idea en realidad; la aptitud para buscar los recursos; la fuerza necesaria para crear, inventar y descubrir nuevas formas de hacer las cosas; el compromiso empeñado en encontrar soluciones sencillas a problemas complejos; la actitud de plantearse desafíos en los distintos ámbitos de la vida social, económica, política, cultural y tecnológica. En definitiva, emprender es tener la capacidad de pensar cosas nuevas para llevarlas a la acción.
La meta de un buen proyecto formativo para emprendedores es crear una oferta que posibilite la adquisición y desarrollo de los aprendizajes, competencias y capacidades considerados básicos para el desarrollo personal vinculado al desarrollo de un proyecto de negocio original y sostenible.
Para la Comisión Europea, “Europa debe caminar hacia una sociedad emprendedora en la que se destaquen emprendedores económicos, intraemprendedores y emprendedores sociales” [3]. Para avanzar a largo plazo en el empleo, el crecimiento, la competitividad y la innovación resulta imprescindible fomentar el espíritu emprendedor entre los jóvenes y en todo el entramado social. En un sentido amplio, el espíritu emprendedor se debe considerar una actitud general que resulta útil en todas las actividades laborales y en la vida cotidiana. Así lo indican las conclusiones del Consejo de Lisboa en 2000, que definió el espíritu emprendedor como una de las competencias básicas que debería facilitarse mediante la formación permanente y el fomento de las actitudes y competencias emprendedoras en nuestras sociedades.
Por todas estas razones el abordaje de la competencia emprendedora en los programas de formación para emprendedores deberá estar está vinculado no sólo al emprendimiento económico y empresarial- que será decisivo a la hora de aportar valor- sino que tiene que también que ver con la formación de ciudadanos verdaderos autores de la transformación de su entorno, mediante el despliegue de un conjunto de capacidades que están relacionadas con la iniciativa personal, la posibilidad de actuar frente a los cambios, la aplicación de conocimientos, el desarrollo del pensamiento creativo, el espíritu crítico, la cultura del esfuerzo y la calidad, el trabajo en y con la incertidumbre y el compromiso con el desarrollo sostenible de su comunidad en el contexto global a través del desarrollo de su Modelo de Negocio.
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[1]
DELORS, J. Informe: La educación encierra un tesoro. Santillana-UNESCO Madrid, 1996.
[2]
La idea de aprender a emprender en un sentido amplio -más allá de lo económico- ha sido abordada por FERREYRA HORACIO en la obra Aprender a emprender. (Ediciones Novedades Educativas. Buenos Aires.
[3]
Libro Verde El espíritu Emprendedor en Europa. Comisión Europea, COM (2004) 70 final, 11.2.2004