Me gustaría empezar con una anécdota que me ocurrió para poder poneros en situación de porqué escribo este post.
Mi hijo mayor de 5 años y yo nos sentamos a merendar, yo un café y él un Cola Cao, y aunque ya sabe tomar en vaso le gusta hacerlo con su pajita, por tanto como el camarero no nos la había traído mandé a mi hijo a que se la pidiera por favor en la barra. Así hizo, se acercó al camarero y le dijo "¿por favor me puede dar una pajita?", contestó el camarero: "claro que sí" y mi hijo le respondió "muchas gracias". Y mi hijo volvió a la mesa con su pajita y se tomó su Cola Cao tan contento.
Al rato el camarero se acercó a la mesa y nos comentó que mi hijo estaba muy bien educado porque pedía las cosas por favor y le había dado las gracias, y que eso no lo hacían ni los adultos.
No me sorprendió su comentario, por que la verdad, no era la primera vez que alguien nos decía algo sobre que mi hijo diera las gracias o pidiera las cosas con educación, eran comentarios tipo, "mira que gracioso, da las gracias tan pequeño" "gracias a tí bonito, que educado eres".
A mí lo que realmente me sorprende es que esa situación de pedir por favor o dar las gracias, sea algo excepcional. Es decir, Y no hablo de adquirir conocimientos, sino de unas ¿qué está pasando con nuestra educación?normas básicas de educación.
Los padres no podemos esperar que esas normas básicas se las enseñen en la escuela, que por supuesto lo harán, pero el espejo en el que se miran cada día es su familia. Si no te ven dar los buenos días cuando llegas a algún sitio, si no te ven pedir por favor las cosas, si no te ven dar las gracias, incluso si no les pides perdón cuando te equivocas, ten por seguro que por mucho que le insistas que ellos tienen que hacerlo no lo harán, porque los niños necesitan modelos, necesitan ejemplos para que sus conductas se conviertan en normales.
Igualmente, hay que recordárselas, pero como ésto de repetirles las cosas les cansa, la mejor forma de enseñárselas es que os la vean a vosotros los adultos. Pero ahí está la cuestión. ¿Vosotros lo hacéis?
El mismo camarero que mencioné antes, nos lo dijo. Él está atendiendo contínuamente a gente, mayor, mas joven, de todas las edades, y muy poca realmente conserva la costumbre de primero saludar educadamente dando los buenos días, tardes, noches y después pidiendo correctamente las cosas y agradeciéndolas. Y que mejor estadística que un señor que se relaciona a diario con más personas que lo podríamos hacer cualquiera. Además es una queja habitual de las personas que trabajan en atención al cliente, cualquiera que sea su ámbito. Los clientes solicitan que se les trate bien, pero ellos en cambio no te muestran ni el más mínimo de empatía y aún menos de educación.
Pues ésto extrapolado a la sociedad en general, es triste decirlo pero es así. Los adultos nos hemos olvidado entre tanto estrés lo básico, lo que seguramente nuestros padres y nuestros profesores nos enseñaron en su momento, y que parece que ahora no es tan importante para enseñárselo a nuestros hijos y por supuesto para ponerlo en práctica.
Yo en la escuela las llamo Las Palabras Mágicas: son gratis, no cuestan ningún trabajo pronunciarlas y hacen que las cosas sean más fáciles, además consiguen sonrisas, que la otra persona se sienta mejor, que sepa que somos respetuosos y por supuesto que la otra persona es importante.
- Siempre que me piden algo les pregunto ¿Cómo se piden las cosas? Por favor
- Cuando les doy algo ¿Qué se dice? Gracias
- Cuando entramos en algún lado y hay alguien en la sala o clase, les digo ¿Qué se dice? Buenos días, tardes, noches.
- Cuando alguien se equivoca o hace algo que no debe les digo ¿Qué se dice? Disculpas o perdón.
Y no hay ni un solo niño que no me conteste correctamente, no hay ninguno que no conozca estas Palabras Mágicas pero aún conociéndolas no las dicen como algo normal, igual que hacen otras cosas diariamente y deberían ser algo cotidiano, algo habitual, incluso a veces algo automático.
Quizás les cueste comprender porqué son tan importantes, por eso tienen que ver en nosotros que sirven para ser amables con los demás, para que sepan que los tenemos en cuenta, que no son invisibles, para agradecerles algo que hacen por nosotros, pedirles que hagan algo por nosotros, o incluso reconocer que nos hemos equivocado.
Somos seres sociales y como tales tenemos que aprender desde pequeños a tratar a los demás, y por supuesto la educación, el respeto debe ser nuestra carta de presentación.
Y termino con un pequeño cuento, que si os gusta podéis usar con vuestros peques, para que sepan lo importante que es la educación.
Muchas gracias Srta. Ardillita
Ardillita era una ardilla que vivía en el árbol alto, dentro del Bosque Lejano, un sitio donde vivían muchos animales de muchas especies.
Era muy trabajadora y se levantaba muy temprano porque su trabajo era muy importante. Cada día despejaba de ramas, hojas y otros rastrojos el camino principal del bosque siempre con una sonrisa, para que todos los animales pudieran llegar sin problema a su trabajo.
Cuando llegaba la hora de entrar al trabajo, todo el mundo comenzaba a pasar con mucha prisa. Ardillita les daba los buenos días al pasar, porque su mamá le enseñó que debía ser educada con todo el mundo. Pero nadie le contestaba, ni siquiera la miraban e incluso había algunos animales que no tenían ninguna delicadeza y le tiraban todo lo que ella había recogido del camino, y por tanto tenía que volver a recogerlo otra vez.
Pasaban los días, y Ardillita veía que por muy bien que hiciera su trabajo, y por muy educada que fuera, nadie se daba cuenta ni siquiera de que existía y nunca nadie le contestaba, y cada vez Ardillita llegaba más triste a su casa después de trabajar.
Aún así como era muy responsable, Ardillita seguía levantándose muy temprano a trabajar, pero ya no iba con esa sonrisa que le caracterizaba, e incluso dejó de dar los buenos días a todos, ya que nunca nadie le contestaba.
Un día, Ardillita estaba terminando de recoger las hojas cuando un oso muy malhumorado, le tiró el montón de hojas y se escuchó una voz entre el tumulto, "Disculpe Sr. Oso, tenga usted más cuidado ha tirado el montón de hojas que la Srta. Ardillita con tanto cuidado ha hecho". El oso siguió su camino sin ni siquiera hacer caso a la voz.
Ardillita, empezó a buscar de donde venía la voz pero no la encontraba por ningún lado. Cuando de pronto se dió cuenta que la voz venía de encima de un árbol. Allí estaba el Sr. Buho apoyado majestuoso en una rama del árbol.
El Sr. Buho bajó hasta donde estaba Ardillita y le dijo: "Hola Srta. Ardillita, buenos días, aunque realmente para mí sean buenas noches, ya que me voy a dormir enseguida, porque trabajo de noche, pero no quería irme a dormir, sin venir a saludarla y a darle las gracias" Prosiguió el Sr. Buho, mientras Ardillita estaba con cara de asombro. "Todos los días, cuando voy camino a mi casa después del trabajo, veo que usted ya está despierta limpiando el camino, y hoy he querido acercarme a darle las gracias, porque gracias a usted el camino principal luce limpio y bonito siempre, creo que hace un estupendo trabajo"
Ardillita volvía a sonreir, y le respondió al Sr. Buho: "Muchas gracias Sr. Buho, solo es mi trabajo. Le deseo el mejor de los descansos".
Entonces el Sr. Buho emprendió el vuelo hacia su casa mientras se despedía de Ardillita.
Ardillita terminó su trabajo y se fue inmensamente feliz después de la conversación con el Sr. Buho.
A partir de ese día, volvió a creer en los demás, y pensaba que si ella seguía siendo trabajadora, amable, respetuosa y agradecida como le había enseñado su madre, seguramente alguien en algún momento también lo sería con ella, como aquel día lo fue el Sr. Buho.
Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
Os deseo a todos un buen día, y espero hoy regaléis educación y respeto que es gratis, seguro que lo recibís de vuelta.
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