Vaya por delante que ésta es una interpretación completamente personal de lo que él ha contado. Puede estar equivocada, ser absurda o puede que a alguien no le guste o no la comparta, pero no me importa.
Enric se pira de El País y ha pedido que le incluyan en el Ere que el periódico va a hacer para despedir a más de 100 redactores.
Uno puede de entrada no entenderlo: Joder, ¿Para qué se va? El País está hecho un asco pero al fin y al cabo es lo menos malo de lo que hay ahora en la prensa escrita y además él podría escribir de lo que quisiera. A las malas puede que tuviera que escribir sobre cosas que no le gustan pero le pagarían por ello. ¿Cuánta gente curra haciendo cosas que no le gustan y seguro que cobra menos que Enric? Pues supongo que mucha, pero lo que haga mucha gente no invalida las razones de Enric.
Es posible incluso que El País fuera capaz de estarle pagando un suelo sin que él tuviera que hacer nada, que es básicamente lo que ha estado haciendo desde que volvió de Jerusalén ( o eso parece para los lectores). Lo sé, hay gente que mataría por un curro donde le pagaran por no hacer nada, pero eso tampoco invalida las razones de Enric.
Para empezar se va porque puede. Mucha gente no puede pedir que le incluyan en un Ere; algunos porque no pueden permitírselo económicamente y otros porque basta que lo pidieran para que no les incluyeran. Sí, hay empresas capaces de putear hasta esos extremos.
Algunos podrían decir que si quería irse, que se hubiera ido sin más. Pero vamos a ver ¿De qué estamos hablando? Si te puedes ir indemnizado después de haber currado mil años en una empresa, ¿para qué te vas a ir con una mano delante y otra detrás? No pensemos gilipolleces, que todos curramos por dinero.
¿Por qué se va entonces?
Se va porque quiere y con pasta. Y además no le faltarán proyectos y cosas que hacer. ¿Por qué suena tan triste entonces?
Suena triste porque es una putada descubrir que has llegado al punto de no querer trabajar en la empresa a la que has dado un montón de años y un montón de cosas. Sí, puedes odiar tu trabajo desde el primer día que lo tienes y querer irte desde el minuto uno y eso es horrible, pero haber amado tu profesión, tu curro, tu empresa, tu proyecto profesional y despertarte un día deseando pirarte es muy triste.
Echas mil horas, entregas tu tiempo, tus fuerzas y tus ganas y lo haces con ilusión ( y por pasta por supuesto) y con un poco de suerte, ves esa empresa, ese curro crecer y hacerse algo molón de lo que estás orgulloso porque tú has tenido que ver en ello.
Trabajar muchos años en una empresa establece un vínculo. Un vínculo que no se ve hasta que se rompe. Hasta que te das cuenta de que la empresa ya no te quiere, no le importas, no le interesas, ni tú ni lo que haces o dejas de hacer. Eres un mueble, caro de mantener pero un mueble. Y uno puede pensar ¿para qué me mantienen? El suelo/ dinero que antes te pagaban por tu trabajo, ahora es una cadena…ya lo explique..te pagan para que no seas. Y eso es durísimo.
Cuando te pasa eso y además ves como destrozan a hachazos lo que tú habías construido, es normal que quieras irte. Asistir a la destrucción de todo lo que has construido con tu curro es muy desagradable y quema mucho. Puedes intentar minimizarlo, puedes intentar sobrellevarlo, pero lo mejor es cortarlo de raíz, como cuando dejas a un novio. No vais a ser amigos, así que lo mejor es coger la pasta y pirarse sin mirar atrás.
Al fin y al cabo solo es un curro.
Mucha suerte Enric.
Manuel Jabois ha escrito hoy una columna mucho más chula que este post. La recomiendo.