En estos últimos años, los conflictos económicos, políticos y sociales han experimentado un incremento sostenido en distintas naciones. Los objetivos de desarrollo, para muchos, se han puesto a un lado frente a la necesidad de sostener la integridad o la defensa de posiciones, principios y territorios. La injerencia puede ser un término común en estos días, más cuando los Estados con mayor autonomía impulsan un nuevo orden, basándose, entre otras cosas, en el cambio estratégico de las monedas para las transacciones internacionales.
Enero inició con el ingreso como miembro pleno de Egipto, Irán, Etiopía, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita en el grupo Brics. Sin embargo, frente a esta acción, Argentina, que era el sexto Estado parte, decidió no continuar con su ingreso pleno en el grupo, decisión cónsona con la posición del nuevo gobierno argentino de dar prioridad al gobierno estadounidense frente al yuan chino en sus operaciones vinculadas a la deuda con el FMI.
El financiamiento de Estados Unidos a Ucrania y a Israel continúa con algunos matices, pero continúa, y se expande su mirada al mar Rojo, actuando contra las facciones de Yemen que ejecutan acciones de boicot contra la situación en Gaza y poniendo en marcha bombardeos en «legítima defensa».
Taiwán realiza un proceso electoral y sus candidatos proindependentistas ganan. Estados Unidos manifiesta frente a sus acuerdos bilaterales con China y al «principio de una sola China» y realizará una visita formal en el mes mayo a Taiwán, avizorando un incremento en la tensión regional.
Ecuador experimenta violencia y conmoción interna y Estado Unidos brinda su apoyo en materia de seguridad «para restaurar la paz».
Si Venezuela defiende sus alegatos históricos ante la Corte Internacional de Justicia por su territorio Esequibo, Reino Unido envía un buque de guerra cerca de las cosas venezolanas, para apoyar a Guyana.
La injerencia es un elemento común y solo se acentuará, dado que este es un año electoral global.
Visualizando este escenario, ¿qué rol jugará el Consejo de Seguridad y la ONU? ¿Mantendrá su pasividad e inobservancia para las crisis de impacto a la seguridad global? ¿Solo EE. UU. tiene derecho a la defensa? ¿Quién puede proteger al pueblo palestino? Si se incrementan las tensiones en el mar Rojo y se afecta el comercio global, ¿qué rol jugarán los Brics? ¿Quién gana financiando la guerra y evitando el desarrollo del sur global?
La guerra detiene y evita el crecimiento de las naciones. La cultura de la guerra y la crisis social de naciones hegemonas en decadencia solo promoverán la crisis para mantener su modelo. Solo la paz y el diálogo pueden impulsar el desarrollo sostenible de los pueblos.
Orelys Castillo Durán