“Nadie puede ser molestado en su persona, familia, domicilio, papeles o posesiones, sino en virtud de mandamiento escrito de la autoridad competente”.
Artículo 16 constitucional
Mucha gente se pregunta: ¿Cómo es posible que la juez de distrito Blanca Evelia Parra Meza haya dictado auto de libertad a Jorge Hank Rhon por acopio de armas cuando se encontraron en el domicilio de éste 78 armas sin permiso? La razón jurídica es clara y muy importante: los soldados entraron a la casa de Hank sin orden de cateo ni de aprehensión y sin que hubiera flagrancia. Esta violación a la Constitución impide a cualquier juez admitir las pruebas obtenidas en el acto.
El tema no es menor. Se ha hecho común que el Ejército irrumpa en hogares con lujo de fuerza sin mostrar órdenes de cateo o de aprehensión. Las denuncias anónimas han servido de excusa para hacer caso omiso a la inviolabilidad del domicilio que establece el artículo 16 de la Constitución.
Una mujer de Culiacán, Sinaloa, que me pide omitir su nombre porque dice que le tiene “pavor” al Ejército, narra en un correo la irrupción en su hogar de un grupo de soldados. Cuenta que estaba en su casa una tarde acompañada de dos hijos, un varón de preparatoria y una niña de primaria, cuando los soldados “empezaron a gritar y a golpear la puerta”, la cual quedó, de hecho, inservible. “Entraron a empujones y a gritos mientras preguntaban por Regules. Les pregunté si tenían orden para entrar en la casa y me respondieron que se la pidiera al presidente Calderón. Cuando les dije que no conocía a la persona que buscaban, me agredieron, revisaron toda la casa, destruyeron todo lo que podían”. Incluso tiraban los platos para romperlos.
En un principio esta mujer se lamentó de que su esposo no hubiera estado en el domicilio cuando irrumpieron los soldados, pero después se dio cuenta de que había sido afortunada… ya que los militares seguramente se habrían llevado al marido a pesar de que no era la persona que buscaban.
Un radioescucha de un pueblo de Michoacán narra otro caso similar en una llamada a la Red de Radio Red. “El año pasado vinieron militares a invadir propiedades -dice-. Se burlaban de nosotros. Nos humillaban. Decían que tenían permiso del presidente para entrar a las casas. Se llevaron el poco dinero que yo tenía. No se vale que el gobierno nos trate de esta manera”.
Lo que ha hecho de manera valiente la juez Blanca Parra es poner un alto a este tipo de conducta. La propia autoridad ha reconocido que los soldados entraron al domicilio de Hank sin orden de cateo o de aprehensión. La irrupción se hizo en flagrancia mientras se cometía un delito, dicen, pero los videos demuestran que no hubo tal. Los soldados simplemente entraron por la fuerza al domicilio de Hank como lo han hecho en tantos otros del país.
En este caso el gobierno tiene en el pecado la penitencia. Si se hubiera tomado la molestia de pedir una orden de cateo, especialmente ahora que éstas se pueden obtener con rapidez e incluso por correo electrónico de jueces especializados en delincuencia organizada, habría podido utilizar las armas como prueba. Pero por la violación del artículo 16 constitucional esas pruebas no tienen validez.
Lo importante ahora es que todos los jueces tengan el valor de sostener el principio constitucional de que nadie puede ser molestado en su persona o domicilio sin un mandamiento judicial. Esperemos que la próxima vez que un soldado irrumpa de manera violenta en una casa y se le exija una orden judicial no pueda burlarse del ocupante o decirle que se la pida al Presidente. De hecho, ni siquiera el Presidente puede entrar por la fuerza sin una orden judicial a un domicilio que no sea el suyo.
Articulo de Sergio Sarmiento, Reforma, 16 de junio de 2011.