Entre amenazas de invasión e intereses propios ¿hacia dónde va la situación en níger?

Publicado el 04 septiembre 2023 por Jmartoranoster

Diego Sequera

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El golpe en Níger se dio teniendo como telón de fondo la Cumbre Rusia-África en Moscú, y cumple un mes con la de los BRICS (Foto: AFP)

ENTRE AMENAZAS DE INVASIÓN E INTERESES PROPIOS

¿HACIA DÓNDE VA LA SITUACIÓN EN NÍGER?

Diego Sequera

1 Sep 2023, 4:45 pm.

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Ya se cumplió un mes y algunos días del proceso de transición golpista en la república de Níger, con el telón de fondo de una serie de movimientos político-militares en los países vecinos de la región que comprende al Sahel y buena parte de África occidental, ambas, en gran medida, objeto de altísima movilidad de política interna, regional y una inevitable proyección geopolítica similar al vértigo.

En estas casi cinco semanas, el Consejo Nacional para la Salvaguarda de la Patria (CNSP), el paraguas que reúne a mandos que componen a todo el estamento militar y policial, el suspenso sobre la definición del cuadro sigue vigente y, en igual medida, el apoyo a la junta combinado con un potente y consolidado sentimiento anti-francés, la colonia que todavía al día de hoy, por la vía económica, extrae o intenta extraer lo mejor de los recursos que yacen en su suelo toda vez que también hacen lo posible por preservar su influencia política.

Pero es en esto último donde el melodrama político que se desenvuelve en el Palacio Elíseo queda radicalmente expuesto en su apocamiento, en su pérdida de poder y en su incapacidad, por muchas vías y medios, como para volver a volcar la situación a su favor.

Mohamed Bazoum, el presidente electo que fue depuesto el pasado 26 de julio, sintetiza el lugar político de París. Bazoum, de la pequeñísima minoría migrante árabe del país, pertenece al clan de los Ouled Slimani, la familia que ha servido como estamento consular y representativo de Francia desde los procesos independentistas de segunda mitad del siglo XX y ahora en su estatus neocolonial. «La quinta columna francesa en el Sahel».

Paradójicamente, Bazoum es también el primer dirigente político que llega a la oficina presidencial mediante el voto, luego del primer traspaso electoral en una historia post-colonial signada por golpes militares. Cuatro meses antes del alzamiento del CNSP, Estados Unidos se refería a Níger como «un modelo de democracia» mientras le inyectaba 150 millones de dólares de «asistencia directa».

Tampoco era del interés de Antony Blinken al esputar los clichés habituales que la hoja de Bazoum esté marcada por unas elecciones altamente cuestionadas, una impune mano dura de los organismos de seguridad contra la población, corrupción, malversación, represión y una evidente expresión de las élites totalmente subordinadas a Francia cuya dependencia es total, como lo es también la dependencia de Francia del control de la Françafrique para preservar su estatus económico y su proyección como potencia.

Mientras aumentan las tensiones políticas, diplomáticas y de cooperación con Francia, difícilmente puede afirmarse que este sea el único vector. Por deducción histórica simple, desde luego que la metrópolis francesa carga buena parte del peso, y para el CNSP y la población es el principal antagonista y responsable de todos los grandes problemas, pero ni de cerca se trata del único vector en movimiento.

El deterioro socioeconómico va acompasado de la profundizada crisis de seguridad en materia de terrorismo; Estados Unidos establece un juego propio que se distancia de las posiciones mucho más agresivas que han asumido París y la Unión Europea (UE); y luego confluyen (y chocan) los propios actores regionales en el Sahel y en el África occidental extendido, con movimientos que, en esencia, van en direcciones contrarias: por un lado, los establishments gobernantes y de poder de la región, en particular la costera, mientras que, por el otro, Mali, Burkina Faso y Guinea expresan la impronta que pudiéramos denominar «del cambio».

Más atrás, y con menos intensidad de la cacareada por los medios, se encuentra el factor ruso. Pero más acá, los grupos armados yijadistas afiliados a Al Qaeda, el Estado Islámico y Boko Haram.

En el centro de todas estas direcciones, Níger y la CNSP, permanece siendo la gran interrogante del signo que definitivamente se asentará en el país saheliano en la medida en que avance lo que a un mes puede irse entendiendo como su consolidación en el poder.

Toca, entonces, desbrozar cada una de estas trayectorias.

EL (PATÉTICO) OCASO FRANCÉS

Ya van varios años que las cosas no le van bien a Francia respecto a su vasallaje económico y político de sus neocolonias africanas. De las casi dos decenas de golpes de Estado, realineaciones internacionales y confrontaciones políticas directas en el continente, la abrumadora mayoría se dan lugar en la África francófona.

Y mucho puede responderse a partir de la participación proactiva, como ya se ha detallado en Misión Verdad, en la destrucción de Libia en 2011, pero también por la incapacidad (o imposibilidad económica) de modificar su aproximación hacia sus ex colonias.

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En todo caso, no ha sido tampoco muy ingeniosa su respuesta a estas acciones. En el caso particular de Níger ha asumido una posición frontal con la que ha remolcado a la propia UE para suspender todo tipo de ayuda económica, programas de atención humanitaria y cooperación.

En respuesta a esto, al igual que antes en otros países como Mali y Burkina Faso, la respuesta de las juntas militares que llegan al poder por la vía del golpe asumen también una posición frontal. Níger ha suspendido, hasta ahora, los acuerdos de explotación de oro y uranio en el país, toda vez que exigió a París el retiro de todas sus fuerzas militares, y ahora las diplomáticas.

En Níger, el presidente Emmanuel Macron pierde a su principal aliado en el Sahel, y el nuevo foco de tensión radica en el desconocimiento del Elíseo de retirar del país a su embajador, al tiempo que tanto la embajada como sus bases militares son rodeadas por manifestantes anti-franceses.

Francia no reconoce al gobierno del CNSP y en función de esa posición no retira a su embajador, quizás con la esperanza de encontrar un motivo, o incluso un casus belli, para motorizar o bien una improbable intervención directa o bien un impulso resolutivo en el rifirrafe que Níger ha tenido con la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (Cedeao).

Así como el líder del CNSP, general Abdourahmane Tchiani, ha dejado claramente establecido que no hay motivo para romper por completo con Francia, algo reforzado por el único vocero civil de la junta, Alí Lamine Zeine, del mismo modo ha denunciado no solo la compleja inoperancia de la coordinación militar con Francia, sino cómo, en el medio de esta refriega política, ayudaron a liberar a varios dirigentes yijadistas.

Está claro que Francia busca no sólo incidir directamente, sino que tras bastidores presiona por todos los frentes, principalmente con la posibilidad, cada vez más difusa, de una intervención militar encabezada por la Cedeao.

LA CEDEAO Y LOS PUNTOS DE PRESIÓN

Han sido varios los ultimátums que la Cedeao, respaldado por la Unión Africana (UA), han emitido contra el CNSP nigerino conminándolo a volver a la senda constitucional y restituir a Bazoum de vuelta a su silla.

Todos estos mensajes, desde el principio, contemplan como último recurso la intervención militar por una fuerza conjunta del organismo regional, lo que ha redoblado las apuestas y la posición de la junta, dispuesta a no ceder bajo esos términos, llamando a movilizar voluntarios en la población y recibiendo el apoyo de los ejércitos de Mali y Burkina Faso, ante una eventual acción militar.

Pero en este punto es necesario hilar fino. Puede que la visión anti-imperialista fuera de las fronteras africanas sea correcta hasta cierto punto, pero no la exime de vicios maximalistas. Es indudable que las potencias atlánticas ven con malos ojos el actual proceso nigerino pero existen matices decisivos a la hora de entender la diversidad de perspectivas, riesgos y/o necesidades del caso.

Se ha querido establecer el origen de la Cedeao a la par de la creación de la CFA, la Francafrique, en 1945, resonando, a su manera, por ejemplo, con la fundación de la OEA en 1949 en el marco de la infraestructura institucional de post-guerra. Sin embargo, es el Tratado de Lagos de 1975 el punto exacto de su lanzamiento oficial, y como tal, es esencialmente un instrumento de influencia de la principal potencia de la región, Nigeria, y responde principalmente a sus intereses de seguridad nacional.

Y es aquí donde radica principalmente la explicación del porqué, tras varios ultimátums, semejante acción militar no ha ocurrido. Si fuese prerrogativa francesa o incluso estadounidense, sería mucho más probable que la aventura militar ya hubiese ocurrido, pero es que el peso militar, social y económico recae principalmente en Abuya, no en París o Washington.

Aquí inevitablemente nos adentramos en las dinámicas políticas internas de Nigeria y en las ansiedades de los demás gobiernos de la África occidental costera, más alejada del Sahel.

En el centro de este movimiento se encuentra el turbio y complejo presidente nigeriano, Bola Tinubu. Astuto animal político y muy enfocado en su propia supervivencia política, Tinubu se ha visto obligado a ponderar las distintas posiciones políticas internas respecto al expediente Níger.

Si por un lado presionan con intensidad el aparato de seguridad y defensa, junto a los gobiernos de Ghana, Togo, Benín, Senegal y Sierra Leona por superar el «impasse» manu militari; por el otro, Tinubu tiene que responder ante lo que en gran medida dice la calle nigeriana y, especialmente, a lo que dicen los políticos y demás autoridades religiosas o tribales del norte del país, mayoritariamente hausa y musulmán, como sus vecinos al otro lado de la frontera.

Y son diversas, y no necesariamente bajo líneas anti-imperialistas, las posiciones en contra de una salida militar: el temor a una nueva crisis de refugiados y desplazados, lo innecesario de una acción de esta naturaleza cuando las propias demandas de seguridad interna son agudas, pero, además, con particular acento, la base político-electoral que lo condujo a la victoria electoral, precisamente, gracias a los senadores y la mecánica electoral del norte del país.

Obedecer a la pulsión de la salida militar comprometería el propio lugar político de Tinubu, quien, por cierto, no era el candidato de preferencia de Estados Unidos, siendo el propio Peter Obi, por lo que ese compromiso sencillamente no está y no depende de ellos.

Así, a la par de no impedir que al día de hoy el ejército nigeriano no deje de dar pasos hacia la composición de una fuerza conjunta junto a Senegal, Benín, Ghana, Costa de Marfil y Guinea Bissau, y de ratificar la posición de la Cedeao y de la propia UA, ambas instancias con una política clara y taxativa respecto a oponerse categóricamente a todo golpe de Estado (tanto Níger como ahora Gabón han sido suspendidas de la UA), Tinubu ha incrementado los esfuerzos de diálogo enviando distintas comisiones compuestas por dirigentes políticos, religiosos y tribales del norte.

La más importante de ellas, y la que hasta ahora parece haber granjeado mayores resultados, fue la delegación compuesta por el general retirado y ex jefe de Estado Abdulsalami Abubakar y el sultán de Sokoto, Mohamed Saad Abubakar III, el líder espiritual de los musulmanes nigerianos, ambos étnicamente hausa y con un peso superior al de cualquier líder político occidental en el quehacer político nigeriano.

Y ha sido esta delegación la que mayores logros ha tenido en conseguir una apertura del CNSP cumpliendo con una serie de exigencias que ni la Cedeao ni Estados Unidos han logrado durante todo este proceso. En primer lugar, tuvieron acceso a Mohamed Bazoum; segundo, fueron recibidos por el propio general Tchiani; tercero, han logrado conducir a la junta a una posición de apertura con un plan de transición política de tres años (rechazado en líneas generales pero no por eso una señal válida); y cuarto, superar hasta ahora la cerrazón política.

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Para algunos analistas, esta se ha vuelto por la vía de hecho la misión de paz de la propia Cedeao poniendo a ambos emisarios presidenciales a trabajar directamente con el gambiano Omar Alieu Tourey, el presidente línea dura pro-intervención armada de la Cedeao.

Por la vía de hecho, sin que por ello se levanten las distintas sanciones económicas y suspensiones de ayuda y suministro eléctrico de Nigeria a Níger, paulatinamente pareciera vislumbrarse la salida político-diplomática por encima de la militar. No obstante, la principal preocupación de los mandos nigerianos radica en el patrullaje de los mil 600 kilómetros de frontera común.

En el caso de los gobiernos y élites costeños, su propia fragilidad política y el verse en ese espejo de las cadenas de golpes militares actuales, más de «coroneles» que de «generales», es decir, de sectores de extracción popular y con el oído más afinado con los malestares populares (por dirigentes militares que provienen justamente de zonas excluidas en el reparto de los beneficios del poder y los recursos económicos), la imagen que les devuelve el espejo no debe ser muy consoladora, más aún cuando a la lista se le agrega el último golpe de Estado en Gabón.

Es indispensable considerar aquí el otro esfuerzo en oposición a la vía militar que emana en primer lugar dentro de la UA, donde empero respaldar incluso la opción armada, pero con la oposición directa de actores de peso y poder como Sudáfrica y Argelia, toda vez que este último con la iniciativa de su propia cancillería pareciera ofrecerle al propio Tinubu un salvavidas político en respaldo a la opción diplomática, planteándole a la dirigencia en Níger un plan de transición de seis meses en lugar de tres años. El desafío para Argel radica ya no en el propio presidente nigeriano sino en los actores ya mencionados en la costa atlántica y del Golfo de Guinea.

En definitiva, más allá de que la reducción de voltaje no es total, ni siquiera sustancial, estos posibles focos de distensión pudieran apuntar a que prevalezca una opción sobre la otra.

Mucho es lo que está en juego, desde el gasoducto trans-sahariano hasta un conflicto armado de consecuencias incalculables y daños a vidas humanas en una zona que de por sí mucho ha estado sufriendo por el avance de los distintos grupos yijadistas, la injerencia europea y la propia expansión semi-velada del Africom estadounidense.

LA CORRIENTE SEMI-SUBTERRÁNEA DE ESTADOS UNIDOS

Si para los días de finales de julio, Estados Unidos asumió una posición condenatoria más agresiva, llamando al retorno del gobierno civil, condenando el derrocamiento de Bazoum y enviando a Victoria Nuland a «advertirle» al CNSP sobre «las consecuencias» que tendría abrirle las puertas a la compañía militar privada rusa Wagner, paulatinamente su approach ha cambiado por uno más, pudiera decirse, sibilino.

Es notable la frialdad con la que la junta recibió a Nuland a principios de agosto, impidiéndole visitar al presidente depuesto y sin ser recibida por la máxima autoridad de la junta, el general Tchiani.

No obstante, con el paso del tiempo, quizás al verificar que al menos hasta ahora el signo del golpe es predominantemente anti-francés y al menos no oficialmente anti-estadounidense, al menos por parte del CNSP, puesto que se han visto manifestaciones en la calle que exigen la salida, también, de sus tropas incluso llegando a rodear la Base Aérea 201 en la ciudad de Agadez, la base de drones más grande del mundo.

En relación directa a la situación nigerina, como ha destacado Nick Turse, Washington no le ha puesto el mote oficial de «golpe de Estado» al cambio de régimen que efectivamente depuso a un presidente electo, más allá de lo comentado más arriba y de haber entronizado a Níger como un ejemplo de estabilidad y democracia.

Aún más, a pesar de no reconocer propiamente a la junta y por lo tanto no haber asistido a presentar credenciales, el Departamento de Estado nombró a Kathleen FitzGibbons, «conocedora de África y con un trasfondo en inteligencia» como la nueva representante diplomática de Estados Unidos en el país, dejando por sentado que prefiere asumir un canal y una posición diplomática antes que, al menos oficialmente, una posición frontal y beligerante como buena parte de la UE, Francia y la Cedeao.

Para algunos analistas de la región, la verdadera preocupación de Estados Unidos en este punto se reduce a la apertura hacia Rusia y la bienvenida a Wagner al país para enfrentar a las distintas formaciones yijadistas, algo que conciben como el primer paso de smart power de Moscú, como se ha visto en países vecinos como Mali y Burkina Faso.

Esto ha sido ratificado por el primer ministro y principal rostro civil del CNSP, Ali Lamine Zeine, ex ministro de finanzas y tecnócrata del Banco de Desarrollo Africano, en una entrevista al New York Times el 18 de agosto, donde también acotaba que nada tenían en contra de Francia puesto que ahí muchos de ellos han recibido formación, pero que «sólo queremos ser respetados».

En esa misma medida, Zeine descartó un acercamiento a Rusia de los mandos militares y Wagner no dejaba de advertir en no llevar a los nigerinos a acercarse a socios que Estados Unidos no quiere ver ahí.

Si algo pareciera quedar claro hasta ahora, es que el CNSP ha sabido jugar sus cartas bien hasta ahora, señal de un grado de sofisticación política que ha logrado exacerbar a más de uno. Y, hasta ahora, pareciera que también ha sabido maniobrar con la impronta estadounidense presente en la propia junta.

El general de brigada Mussa Barmou, quien fuese jefe de las fuerzas especiales y dentro del directorio militar se encarga de la cartera de defensa, es un oficial que ha recibido formación militar en Fort Benning, en el estado de Georgia, y en la Universidad de la Defensa Nacional en Washington, manteniendo, por lo tanto, al menos un actor que hable el idioma (en sentido literal y figurado) y por lo tanto también domine el sistema de señales del gobierno. Barmou, de suyo, es una de las figuras de mayor peso dentro del Consejo gobernante.

De nuevo, esto tampoco garantiza de forma automática una suerte de garantía o subordinación a sus antiguos entrenadores, como ha quedado bastante claro en el caso del coronel Assimi Goïta, el jefe de Estado maliense, cada vez más radical en su posición anti-occidente, en el control de los recursos del país (en particular el oro) y en su aproximación a Rusia y Wagner.

No obstante, queda por ver cómo se despejará finalmente la incógnita de la orientación definitiva de la nueva junta de Níger, entrando en aguas inexploradas, toda vez que mucho penderá, precisamente, de la posición que finalmente asuma respecto a su relación con Washington.

Del mismo modo, ya son 16 militares formados por Estados Unidos presentes o motorizando 13 golpes de Estado en nueve países desde 2012, si se incluye el más reciente, en Gabón.

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DE LA DERIVA R2P AL TERRORISMO Y LA CONFEDERACIÓN

Doce años después del derrocamiento sanguinario de Muammar Gadaffi y la destrucción de la república más próspera del continente africano, como ya se dijo, hoy en día se cristalizan las distintas consecuencias y sus trayectorias.

La correlación entre el deterioro securitario y socioeconómico en el Sahel, África Occidental y la región de los Grandes Lagos, por sólo mencionar las franjas territoriales con las situaciones más acuciantes (probablemente sólo detrás de la República Democrática del Congo), lo mismo se puede afirmar de las respuestas materializadas en golpes militares más o menos similares en su composición y sin duda en sus causas, con el agregado de un importante apoyo popular, también lo son.

A través de este prisma es que se puede vislumbrar una región que para 2022, cifras oficiales de Acnur, el Sahel y África occidental aportan 12.7 millones de personas desplazadas por conflictos en países cuyas poblaciones no exceden (en el caso de Burkina Faso, Mali y Níger) los 30 millones de personas, sin considerar la migración económica y climática.

Del mismo modo, la modificación del cuadro en materia de seguridad con el auge de las múltiples formaciones yijadistas atestigua, según el Centro Africano de Estudios Estratégicos (organismo vinculado al Pentágono), en 2023 hubo un auge del 50% en acciones violentas de estos grupos, donde un 90% de estos eventos ocurren en Mali y Burkina Faso, pero que en Níger ha sufrido un aumento del 43% (de 214 a 539 eventos de este tipo), toda vez que se trata del 40% de la totalidad en todo el continente.

Hoy en día el gobierno maliense no controla el 40% de su territorio mientras que el burkinabe no lo tiene del 60%. Incluyendo a Níger, al momento de comenzar la asistencia militar estadounidense en 2000-2003, apenas atestiguó nueve ataques, contando en apenas un solo año alrededor de 2 mil 800 ataques entre los tres, lo que en 20 años significa un aumento del 30.000%.

Cuando el año pasado tropas y asesores policiales extranjeros abandonaron Mali y Burkina Faso, el gobierno del depuesto Bazoum recibió de manera aduladora y con entusiastas brazos abiertos a todos estos efectivos, lo que comienza a describir entonces de cuánto han servido tanto las operaciones militares francesas como la expansión progresiva del Africom en el Sahel, con tres bases militares en Níger.

La más importante en la misma ciudad, Agadez, que hoy en día es el punto de paso más importante y concurrido de toda la ruta migratoria hacia el Mediterráneo, todo pareciera quedar más claro de cuánto es una «solución» la cooperación militar transatlántica en la sub-región, a todas estas excluyendo otros focos de voltajes cercanos como Nigeria al sur o Chad al este.

Efectivamente, el nuevo momento de inestabilidad en Níger acentúa todos los flancos vulnerables, desde el alimentario al ya glosado de la seguridad, pero aún así, con un mes de sanciones europeas y de la Cedeao/UA, con el suministro eléctrico cortado, con diversas amenazas militares latentes, comenzando por el riesgo de una acción conjunta de la Cedeao, el incremento de los ataques yijadistas, la amenaza de reavivar un conflicto que solapa con el anterior con la cuestión Tuareg, no existe ninguna señal de reversión de lo ocurrido el 26 de julio.

Aún más, el Mali de Goïta, el Burkina Faso de Traoré, la Guinea de Doumbouya han elevado la apuesta político-militar plantándose junto a Níger, convocándola a formar parte de la incipiente Confederación Panafricana, disponiendo de lo poco en términos militares para apoyar a Níger, donde queda por ver cómo avanzarán esas relaciones que también han sido considerablemente activas con distintas recepciones de delegaciones entre todos estos países.

Pareciera que la resolución de avanzar sigue marcando la pauta, a pesar de múltiples peligros, incluyendo el sempiterno retorno a un nuevo golpe militar que «discipline» hacia el redil anglo-atlántico a cualquiera de estos países, en cualquiera de estos escenarios volcándolo todo a una guerra regional ampliada, mientras que, como telón de fondo, pareciera que Estados Unidos busca suplantar a Francia como el poder capaz de llenar el vacío que deja la mediocridad neocolonial de hoy en día sintetizada en la malcriadez supina de ese Napoleón anémico que es el presidente Macron.

El golpe en Níger se dio teniendo como telón de fondo la Cumbre Rusia-África en Moscú, y cumple un mes con la de los BRICS, en Johannesburgo, Sudáfrica, en el propio continente: este también, es el otro elemento clave que amoneda el signo y el espíritu de época.

A pesar de que todavía, se ha dicho múltiples veces, queda por despejarse el rumbo definitivo que cobrará Níger bajo el CNSP, más aún cuando África viene a ser el potencial polo de poder y motor económico de toda la apuesta multipolar, pero también de su contrario.

Ya es más que un temor que bajo los fragilísimos sistemas «democráticos», que en esencia se reducen a elecciones y cleptocracias, ha llegado a un momento de crisis en el que los dirigentes no modifican su aproximación, e incluso pensar en cuáles son las formas de gobierno, y distribución de justicia económica, política y social, sencillamente, como apuntan varios especialistas de seguridad nigerianos, sencillamente serán barridos del mismo modo.

Esto es lo que encarnan y representan estos alzamientos militares, empero la desigualdad en su capacidad de maniobra concreta, voluntad política, capacidad de imaginación en el que una nueva generación de militares que en mayor o menor medida representan las clases desafectadas y desposeídas de la nueva etapa, sobre todo en una región que ningún programa de izquierda o bajo las pautas euroliberales ha logrado traducir en una región que, parafraseando a Thomas Sankara, concentra todas las desgracias de la humanidad, y que, también como diría Sankara, así sea «atreverse a inventar el porvenir» hacia una rehabilitación efectiva, sea con quien sea, a pesar de que todavía el común denominador se trate de territorios asolados de los mayores peligros posibles.