Entre el odio y el amor...

Publicado el 28 septiembre 2012 por Dean
He encontrado esta joya extraida de las "Cartas del destierro: entre el odio y el amor", escritas por Miguel de Unamuno entre 1924-1930 y la traigo para consideración acerca de su actualidad o no en este país de pandereta, que ha regresado a esos tiempos en los que la democracia brillaba por su ausencia y los catetos la gobernaban como si de un burdel se tratara.
Carta N. 4
Puerto Cabras de Fuerteventura, 13 de marzo de 1924
A Dezsó Kosztolányi
Señor mío:
Le escribo esta desde una de las islas que llamaron Afortunadas –y esta, la de Fuerteventura, lo es pues no tiene ni cine ni equipos de fútbol ni boy scouts y en cambio abundan los camellos- que es un pedazo destacado de África occidental. Llega aquí con viento de levante, la arenilla del simún del Sáhara.
He sido deportado acá por decir la verdad en mi pobre España, envilecida y degradada por una dictadura de generales que no es lo peor que sean sifilíticos borrachos y jugadores sino que son imbéciles, casi analfabetos, respirando odio y envidia a la inteligencia. El Primo de Ribera, un macho con menos seso que un carnero, un loco impulsivo de los que primero disparan y después apuntan, se pasa las noches en casas de prostitución. El último escándalo fue por obligar a un juez a que soltara a una prostituta que vendía cocaína. No es posible imaginar el grado de vileza a que ha caído España y la cobardía de los españoles. El ejército, vencido en Marruecos, y corroído por toda clase de vicios soporta a este botarate que es un monstruo de frivolidad atacado de cretinismo tremens.
Del Rey es mejor no hablar. Es un pobre abúlico voluntariosocon la vileza de su bisabuelo el Borbón Fernando VII unida a la petulancia pedantesca de los Habsburgos. Es embustero. Miente a unos y a otros; y aún encuentra un escritor invertido -¿premio Nobel?- que le lame no sé qué.
Mucho he oído de la dictadura en Hungría. No puede ser tan soez, tan troglodita, tan vergonzosa como lo de España. Y a favor de ella prosperan todo género de negocios sucios. Parece que nos preside un sagrado corazón castrense de lupanar. El prostíbulo ha unido la sacristía y el cuarto de banderas del cuartel.
Basta que me sofoco.
Le saluda    Miguel de Unamuno