Entre el placer y el dolor

Por Carlos Carlos L, Marco Ortega @carlosmarco22

Entre el placer y el dolor, está el Amor. Entre aquello que nos satisface exageradamente, y aquello otro que nos duele profundamente, cabe la serena sencillez del Amor.

En medio de la variabilidad de estas dos emociones extremas, encontramos al Amor, como expresión del sentimiento por excelencia.

Amor es hoy la palabra más usada, y el sentimiento menos sentido....

La dificultad para sentir, verdaderamente sentir, Amor, estriba en que para ello nos es indispensable una gran cantidad de armonía; debemos antes haber reconocido en nosotros el perpetuo juego de Maya que nos lleva de un extremo al otro, de los placeres a los dolores, sin dejarnos aquietar en la estabilidad de la completura del Amor.

En el Amor todo cabe: una dosis de placer que lo hace soñar; una dosis de dolor que lo hace experimentar....

El Amor es una profunda necesidad de unión con aquello que nos hace falta. Aunque sentimiento por excelencia, el Amor es una manifestación de la carencia de los hombres. No se ama lo que se tiene, lo que se tiene está simplemente con o dentro de nosotros, formando parte de uno mismo. Se ama aquello que falta, lo que se necesita, lo que queremos atraer hacia nosotros con los fuertes brazos del deseo.

Se ama lo que nos completa, lo que agrega en nosotros aquello que no tenemos. Por eso el hombre ama a la mujer, y la mujer al hombre...

El Amor busca aquello que necesita, lo que le falta para lograr la completura. Por ello, el Amor es una fuerza poderosa que atrae las cosas, que une los opuestos, los conjuga, los funde y complementa de forma que donde había dos objetos, sólo resulta uno. Es como un imán que busca y atrapa su contraparte.

El Amor se expresa de manera total cuando se realiza en Acto, cuando pasa del deseo de lo necesario a la fusión de lo necesario dentro de uno mismo. Cada acto de Amor es un acto que nos lleva naturalmente hacia una mayor perfección, hacia un más acabado desarrollo".

Fuente: en Veronica Inchauste Desde el corazon.

C. Marco