Con un entorno internacional que cada vez se torna más incierto, que parece la crónica de una muerte anunciada y con muchos profetas que vienen pronosticando el inicio o, lo que es peor, que ya estamos en un contexto de contracción de la economía mundial, es importante ponernos a pensar qué va a significar ello para el Perú. Un primer punto está relacionado al más volátil de los componentes del gasto: la inversión. Las expectativas son muy importantes como determinantes de la inversión, y por ello es importante tratar de mantenerlas positivas tanto con anuncios que tranquilicen al mercado como con medidas concretas.
Estas medidas concretas son los llamados impulsos fiscal y monetario. En el primer caso lo que se busca es generar mayor demanda a partir de la iniciativa estatal a través ya sea de rebaja de impuestos o de un aumento del gasto. Lo más recomendable es aumentar el gasto público temporalmente ante una caída de la demanda privada. En el caso del impulso monetario una de las principales medidas es la reducción de la tasa de interés de referencia para motivar una reducción del costo del crédito y estimular la demanda.
La política fiscal y la política monetaria deben actuar de manera coordinada para evitar fluctuaciones muy grandes del Producto. En nuestro país, la permanente comunicación entre el MEF y el BCR garantiza ello. Sin embargo, debemos tener en cuenta algo que es muy importante: la velocidad con la que responde la demanda ante cada uno de los impulsos es distinta. En el caso del impulso fiscal -vía aumento del gasto público- este puede tomar tiempo en hacerse efectivo. Esta es la razón por la que debe empezar antes. Esto es más importante si tomamos en cuenta que se está impulsando el gasto de inversión que es más lento para dinamizarse. Se han anunciado para esta semana medidas que buscan dinamizar el gasto corriente el cual responde más rápido pero que debe tomarse con cuidado, porque debemos considerar que los gastos corrientes son rígidos y cualquier incremento temporal puede convertirse en permanente.
En el caso del impulso monetario, la respuesta de la demanda es más rápida ante una reducción de la tasa de interés.
Por ello, es lógico que el impulso fiscal se inicie antes con el fin de compensar la caída del gasto privado que se prevé para los siguientes meses. Si la situación se agudizara se necesitará el impulso monetario para acelerar el efecto. En este sentido, la coordinación debe ser cada vez más estrecha entre el MEF y el BCR. Por ello, creemos que se está actuando en el sentido correcto. Debemos contar con indicadores de alerta temprana que nos brinden información acerca de la desaceleración de la economía de manera eficaz con el fin de activar los gatillos que disparen o aceleren los impulsos monetarios y fiscales.
Pero en medio de estos impulsos es necesario hablar de las presiones. Y no nos referimos a las presiones políticas sino a la presión tributaria. Dados los altos grados de informalidad que existen en la economía el pago de impuestos es relativamente pequeño, por ello es importante aumentar la recaudación en términos del PBI. Los mayores esfuerzos anunciados por Sunat deben ser acompañados por mejoras en la competitividad. El problema es que con una recesión mundial cercana es muy probable que la meta del 18% de presión tributaria no se pueda alcanzar en el corto plazo, debemos tomar conciencia de ello.