Un erial. Eso es lo que tenemos entre la cruz financiera que seguimos soportando y el fenómeno político naciente. Una tierra social quemada en la que solo aportan algo de sombra algunos jueces, empeñados en sacar a la luz y procesar al sinfín de mangantes que en su descaro han dejado demasiados rastros, y las escasas instituciones no contaminadas por decisiones políticas.
La banca
Reitero que las Cajas de Ahorro fueron el hemocultivo ideal en el que anidaron y proliferaron todo tipo de bacterias de la imprudencia, la avaricia, los protagonismos y la sinvergonzonería polítiquera. El epicentro que singularizó la crisis española, al margen de la mundial, financiando sus préstamos hipotecarios con dinero pedido prestado en Europa a corto, aparte de su desastrosa irrupción en el mercado inmobiliario con promotoras propias, y de dejarse manosear y prostituir por quienes llegaron a sus órganos de dirección desde, otra vez, la vil política.
Europa rescató con unos cincuenta mil millones de euros a una parte muy considerable del sector financiero español que representaban las antiguas Cajas - más del 50% del mismo-, pero no a España. Ahí teníamos uno de nuestros problemas estructurales. Al otro, aún sin resolver, lo siguen rescatando de forma diferente. Me refiero al del insoportable sector público que padecemos, más disparatado cuanto más estéril por ineficaz e ineficiente, al que le siguen inyectando dinero a mansalva vía barra libre del BCE a la banca para que también pague a sus acreedores centroeuropeos. Que es ¡qué descaro!, otra forma de rescatar a los propios bancos. En lugar de financiar a los Estados prácticamente gratis, como hacen con aquellos, permiten que engorden sus cuentas de resultados con riesgo mínimo prestándoles el mismo dinero a sus Estados varios puntos por encima de su coste. Tan vergonzoso como inexplicable para los expoliados contribuyentes españoles que, además, tenemos que aguantar unos diferenciales de interés usureros entre el menos del uno por ciento que pagan los bancos por los ahorros y los tipos desproporcionados que nos cobran por sus préstamos; comisiones variopintas y pseudomafiosas aparte.
Y siguen con sus prácticas aberrantes. Un ejemplo es la reciente condena al Popular por la Audiencia de Murcia por el atraco a una viuda y huérfanos a quienes exigían el pago de un préstamo cuando el finado había contratado un seguro de amortización por fallecimiento con la propia compañía aseguradora del banco. La sentencia no tiene desperdicio, pero ¿por qué se limita la Justicia a censurar la actitud del banco y no enchiquera a sus responsables? Y no me refiero al currito de turno, que también y por cómplice ‘bienmandao’, sino a sus superiores hasta el vértice de la pirámide, que son los responsables y quienes exigen.
El Gobierno
Dicen Rajoyy sus corifeos con algunos ‘cátedros’, de esos que se empollan los datos macroeconómicos por toda ciencia, que España está saliendo de la crisis gracias a su timoratas reformas. Y es que, ante la ausencia de entendederas para imaginar lo que hubiera ocurrido de seguir el experimentado programa fiscal y económico que prometieron, solo cuentan los conejos que ven. ¿Cómo se puede decir que España va mejor gracias a las reformitas del gobierno cuando la prima de riesgo de la deuda pública española, como presumen, sigue la misma curva descendente de países como Italia y Portugal? ¿Allí gobernamos también? ¿Y qué ocurre con su escandaloso montante?
El dinero
Con la crisis no desapareció el dinero privado existente; sus poseedores lo guardaron. Ocurre que ante la nula rentabilidad de los ahorros algunos van poniéndolo en circulación. O se han cansado de vivir con estrecheces y se permiten ciertas alegrías. Y sucede también que la bolsa de dinero negro, producto de la economía sumergida tradicional española, ha engordado hasta cifras escalofriantes precisamente por la nefasta política fiscal del gobierno de Rajoy y Montoro. Para percatarse solo hay que poner la oreja en la calle y observar cómo se consume. Basta mirar lo que se paga con dinero de plástico en relación al dinero contante. Y compararlo con lo que ocurría hace unos años. O las obras, arreglos y derivados, y compras ascendentes de algunos productos nuevos o de segunda mano de cuantía elevada y su facturación, sin que haya paralelismo en la curva crediticia.
Los partidos
El PSOE sigue cayendo después del cambio de jinete. ¡Ay, Sánchez! IU está estancada. UP y D continúa en su irrelevancia nacional y enfangada en personalismos. Ciudadanos es aún demasiado local. Y para qué hablar de algunas formaciones nacionalistas como CIU y sus clanes ‘camorreros’. Las formaciones políticas tradicionales siguen sin enterarse de que España ha cambiado sin marcha atrás. Su estulticia y corruptelas nos han llevado al erial. En el PP andan sus eminencias pergeñando chapuzas para seguir en el palmito. Rajoy se hartó de decir que no abordaría cambios constitucionales sin consenso y ahora, Arenas mediante, parece dispuesto a aprobar un decreto que reformaría la ley electoral violando preceptos magnos. Y no para regenerar la democracia, como dicen. Ni para mejorar nuestra vida, no. Se trata de preservar sus culos en los sillones que ocupan.
Podemos
¿Cómo se extrañan, por tanto, de que el fenómeno Podemos, esperanzador para muchos, avance a pasos agigantados? Deberían tener más políticos con mayúscula y menos incalificables.
Los movimientos asamblearios solo perviven en tribus, regímenes dictatoriales o en periodos convulsos. En cuanto quieren jugar como partidos en un sistema pacífico de libertades aflora el virus que les autodestruye. Y la vacuna ante las utopías populistas del signo que sean no es temerle como a la peste, sino haciéndose fuertes y propiciando que participen con normalidad. Enseguida asoman sus contradicciones y ‘desespuman’.
Nuestras vergüenzas
Pero para eso hay que tener imaginación, valentía, honradez y ganas verdaderas de servir al pueblo que representan. Justo de lo que carecen demasiados. O carecemos.
A pesar de todo, las próximas lunas nuevas nos seguirán regalando su espléndido armiño plateado. No desesperemos. Tendremos vida en la vida nueva. España es demasiado para estos ‘mindundis’.