En las próximas elecciones regionales en Cataluña, el debate electoral se ha trasladado de los problemas cotidianos a la cuestión con mayúsculas: la posible independencia o, al menos, el posible derecho a elegir de los catalanes. Personalmente creo que todos tenemos derecho a elegir y a eso se le llama elecciones y ellos ya están llamados a las urnas para el día 25, pero vamos a centrarnos en el calvario del PSC.En condiciones normales, como ha pasado en Galicia e incluso el País Vasco, el debate electoral se debía centrar en el empobrecimiento de la población. Sea por los recortes o porque éstos se centran solo en los ciudadanos y no en la clase política, el debate era no solo interesante sino necesario en Cataluña, para Cataluña y para toda España. Porque de las regiones con el régimen general de financiación, Cataluña es la que mayor autogobierno posee y, por tanto, sus soluciones suponen un experimento de país a pequeña escala.Pero el 11 de septiembre, el día de la fiesta local en Cataluña, una grandísima manifestación se echó a las calles de Barcelona reclamando un Estado propio o el derecho a decidir su futuro. Supuso una puerta de escape para el molt honorable president que, tras dos años de durísimos ajustes, vio la posibilidad de usar ese sentimiento a su favor. Eso ha condicionado la campaña electoral, que se está basando en sentimientos y no en razonamientos. Se usan palabras como democracia, reduciendo ésta al mero hecho de votar, pero olvidando que es tan democrático votar como respetar las leyes. Mariano Rajoy y el PP, haciendo de la necesidad virtud, se ha enganchado al carro de Artur Mas viendo que el debate soberanista polarizará el voto el día 25 y sacando la bandera del españolismo en Cataluña para aglutinar los votos moderados del PSC, C's y UPyD. No les interesa a ninguno de los partidos conservadores, PP y CiU, trasladar el debate a las condiciones de vida de los ciudadanos, porque su cuenta de resultados sería enormemente negativa, con lo que han secuestrado el debate político. El PSC es víctima de este secuestro y huérfano de sus propias deficiencias como partido. Si Cataluña tiene su propia dinámica como región, también la tiene su Partido Socialista. Al contrario que en el resto del Reino, donde el las marcas del PSOE responden a una estructura federal del partido, el PSC constituye un partido distinto con estatutos independientes, pero aliado del PSOE en Cataluña. Algo similar a la alianza que tenía el PP con UPN hasta la legislatura pasada en la que cortaron lazos y el PP formó su propia marca electoral en Navarra.
En las próximas elecciones regionales en Cataluña, el debate electoral se ha trasladado de los problemas cotidianos a la cuestión con mayúsculas: la posible independencia o, al menos, el posible derecho a elegir de los catalanes. Personalmente creo que todos tenemos derecho a elegir y a eso se le llama elecciones y ellos ya están llamados a las urnas para el día 25, pero vamos a centrarnos en el calvario del PSC.En condiciones normales, como ha pasado en Galicia e incluso el País Vasco, el debate electoral se debía centrar en el empobrecimiento de la población. Sea por los recortes o porque éstos se centran solo en los ciudadanos y no en la clase política, el debate era no solo interesante sino necesario en Cataluña, para Cataluña y para toda España. Porque de las regiones con el régimen general de financiación, Cataluña es la que mayor autogobierno posee y, por tanto, sus soluciones suponen un experimento de país a pequeña escala.Pero el 11 de septiembre, el día de la fiesta local en Cataluña, una grandísima manifestación se echó a las calles de Barcelona reclamando un Estado propio o el derecho a decidir su futuro. Supuso una puerta de escape para el molt honorable president que, tras dos años de durísimos ajustes, vio la posibilidad de usar ese sentimiento a su favor. Eso ha condicionado la campaña electoral, que se está basando en sentimientos y no en razonamientos. Se usan palabras como democracia, reduciendo ésta al mero hecho de votar, pero olvidando que es tan democrático votar como respetar las leyes. Mariano Rajoy y el PP, haciendo de la necesidad virtud, se ha enganchado al carro de Artur Mas viendo que el debate soberanista polarizará el voto el día 25 y sacando la bandera del españolismo en Cataluña para aglutinar los votos moderados del PSC, C's y UPyD. No les interesa a ninguno de los partidos conservadores, PP y CiU, trasladar el debate a las condiciones de vida de los ciudadanos, porque su cuenta de resultados sería enormemente negativa, con lo que han secuestrado el debate político. El PSC es víctima de este secuestro y huérfano de sus propias deficiencias como partido. Si Cataluña tiene su propia dinámica como región, también la tiene su Partido Socialista. Al contrario que en el resto del Reino, donde el las marcas del PSOE responden a una estructura federal del partido, el PSC constituye un partido distinto con estatutos independientes, pero aliado del PSOE en Cataluña. Algo similar a la alianza que tenía el PP con UPN hasta la legislatura pasada en la que cortaron lazos y el PP formó su propia marca electoral en Navarra.