Entre la espada y la pared

Publicado el 11 noviembre 2012 por Englishman @englandcourant

En las próximas elecciones regionales en Cataluña, el debate electoral se ha trasladado de los problemas cotidianos a la cuestión con mayúsculas: la posible independencia o, al menos, el posible derecho a elegir de los catalanes. Personalmente creo que todos tenemos derecho a elegir y a eso se le llama elecciones y ellos ya están llamados a las urnas para el día 25, pero vamos a centrarnos en el calvario del PSC.En condiciones normales, como ha pasado en Galicia e incluso el País Vasco, el debate electoral se debía centrar en el empobrecimiento de la población. Sea por los recortes o porque éstos se centran solo en los ciudadanos y no en la clase política, el debate era no solo interesante sino necesario en Cataluña, para Cataluña y para toda España. Porque de las regiones con el régimen general de financiación, Cataluña es la que mayor autogobierno posee y, por tanto, sus soluciones suponen un experimento de país a pequeña escala.Pero el 11 de septiembre, el día de la fiesta local en Cataluña, una grandísima manifestación se echó a las calles de Barcelona reclamando un Estado propio o el derecho a decidir su futuro. Supuso una puerta de escape para el molt honorable president que, tras dos años de durísimos ajustes, vio la posibilidad de usar ese sentimiento a su favor. Eso ha condicionado la campaña electoral, que se está basando en sentimientos y no en razonamientos. Se usan palabras como democracia, reduciendo ésta al mero hecho de votar, pero olvidando que es tan democrático votar como respetar las leyes. Mariano Rajoy y el PP, haciendo de la necesidad virtud, se ha enganchado al carro de Artur Mas viendo que el debate soberanista polarizará el voto el día 25 y sacando la bandera del españolismo en Cataluña para aglutinar los votos moderados del PSC, C's y UPyD. No les interesa a ninguno de los partidos conservadores, PP y CiU, trasladar el debate a las condiciones de vida de los ciudadanos, porque su cuenta de resultados sería enormemente negativa, con lo que han secuestrado el debate político. El PSC es víctima de este secuestro y huérfano de sus propias deficiencias como partido. Si Cataluña tiene su propia dinámica como región, también la tiene su Partido Socialista. Al contrario que en el resto del Reino, donde el las marcas del PSOE responden a una estructura federal del partido, el PSC constituye un partido distinto con estatutos independientes, pero aliado del PSOE en Cataluña. Algo similar a la alianza que tenía el PP con UPN hasta la legislatura pasada en la que cortaron lazos y el PP formó su propia marca electoral en Navarra.Y como partido independiente tiene un doble lastre. Cargar con las desgracias del PSOE como es la pésima gestión de la crisis por el anterior PM y cargar con su propia responsabilidad de gobierno en Cataluña. A ambos partidos les falta legitimidad para hablar de cómo abordar mejor la crisis y, menos aún, constituyen alternativas creíbles. Motivo por el cual pocos prestan atención al mensaje del PSC y éste ha visto secuestrado el discurso electoral sin que poco o nada pudiese hacer.En este orden de cosas hay otro lastre que pesa mucho en el PSC y es su identidad. Al no ser la marca PSOE en Cataluña, el PSC debe mantener una cierta independencia de su discurso político respecto a Ferraz, y el caso de la independencia, consulta o unidad del Reino cada uno tiene posturas distintas. Aunque el PSOE no sea un partido nacionalista español defiende la unidad del Reino como han dejado claro Felipe González y Rubalcaba. Pero en no pocas ocasiones sus filiales regionales se han escorado hacia un regionalismo o nacionalismo que a la larga les ha salido muy caro. En este tema, el PSC ha mantenido, en el mejor de los casos, una ambigüedad incómoda para Ferraz. Con muchos militantes filonacionalistas, el PSC mantiene una postura de si, pero no que en estas elecciones les ha estallado, lo que sumado a la falta de credibilidad parar encarar la crisis vaticina unos resultados nefastos que pueden llevar a la formación a ser la tercera fuerza política de Cataluña.Por tanto, el PSC está recogiendo lo que ha ido sembrando durante muchos años. La cuerda con el PSOE no está de momento muy tensa, pero puede darse el caso, tras el descalabro electoral, en el que los dirigentes catalanes se escoren hacia el soberanismo. Algo que podría empujar al PSOE a romper con su aliado como casi hizo Zapatero.El debate sobre la financiación catalana tiene demasiadas aristas como para ser abordado en uno o cien artículos. Personalmente creo que el gobierno autonómico debe de esperar a 2013 para negociar con más pericia y dejar de echar la culpa a eso tan difuso que es "España". También Madrid, Valencia y Baleares se han mostrado partidarios de mejorar su financiación, pero dentro del marco establecido. El propio gobierno del reino se enfrenta en pocos meses a una dura negociación por los presupuestos de la UE que, sin ninguna duda, convertirá a España en contribuyente neto de la Unión en su peor momento financiero, y no por eso se embarca en aventuras arriesgadas. Dice muy poco del gobernante que quiere tener un Estado propio el romper con los compromisos firmados por un gobierno anterior, pero Artus Mas, que en circustáncias normales se enfrentaría a una probable derrota ha tenido la habilidad de sumarse al carro secesionista, sin saber a dónde le llevará.Al PSC sin duda le valdrá una estrepitosa derrota y aunque está luchando con todas sus fuerzas por llevar el debate político hacia los recortes y la gestión, no lo está consiguiendo, ya que la Prensa se está convirtiendo en un aliado del debate secesionista al darle un altavoz por lo morboso del culebrón político. Personalmente, con la cartera vacía, Cataluña tiene muy poca capacidad de maniobra así que, saque o no CiU mayoría absoluta, se enfrenta ante un Gobierno de la Nación que también posee el apoyo de la mayoría absoluta del arco parlamentario, a la que hay que sumar el apoyo del PSOE en su defensa de la unidad Nacional.