Entre Mamma Mia! y Hoy no me puedo levantar

Por Juliobravo
 Primer post del año 2011. Mis mejores deseos -y mi sincero agradecimiento- para todos los que me leeis, los que seguís este blog, los que lo comentais, los que lo aplaudís...Espero seguir contando con vuestra confianza y vuestra complicidad este año
Vuelvo a hablar de musicales. De alguna manera, «Mamma Mia!» y «Hoy no me puedo levantar», los dos musicales de mayor éxito en España, han seguido caminos paralelos. Se estrenaron con pocos meses de diferencia en Madrid: en noviembre de 2004 la primera, y en abril de 2005 la segunda. Tras varias temporadas de éxito en la capital, hicieron gira y también temporada en Barcelona. El próximo domingo, el musical sobre la música de ABBA dejará el teatro Coliseum, de Madrid, y la obra creada a partir de las canciones de Mecano bajará el telón en el Tívoli barcelonés. Después rematarán sus respectivas giras.
«Mamma Mia!» y «Hoy no me puedo levantar» son dos ejemplos de ese subgénero bautizado como «musical jukebox», que ha florecido en los últimos años hasta extremos absurdos. Pero son, al mismo tiempo, dos maneras antagónicas de entender el teatro musical. «Mamma Mia!» es, probablemente, el más inteligente trabajo trenzado a partir de éxitos antiguos, y una de las claves de su éxito es, precisamente, ese libreto tan desenfadado como divertido, que haría que pudiera sostenerse en escena incluso sin la música de ABBA; aunque, claro, las canciones de los cuatro suecos (separados hace casi treinta años, hay que recordarlo) son no sólo el reclamo sino el ritmo sobre el que se mantiene el contagioso y vitamínico espectáculo, que han visto, según sus productores, más de 45 millones de personas en todo el mundo. En España, además, hemos contado durante todo este tiempo con una protagonista excepcional: Nina, que por incomprensibles desencuentros deja la producción el domingo. Nina es, sin duda, una de las mejores voces del panorama musical español y una intérprete que ha hecho de Donna una creación tan personal como convincente. Desde aquí le deseo todo lo mejor para el futuro y convío en volver a verla pronto sobre un escenario.
No me gustó en su estreno, en líneas generales, «Hoy no me puedo levantar». Estuve tentado entonces de hacer una gracia y haber titulado la crítica «Porque me he quedado pegado a la butaca», pero había detrás -eso era innegable- mucho esfuerzo y mucha ilusión. En resumen: me pareció excesivamente larga (más de tres horas y media), con un libreto flojo y una puesta en escena que era más ruido que nueces, en la que demás había varias canciones maltratadas. No entendía su éxito hasta que volví, bastante tiempo después, a ver el musical; en cuanto empezaron a sonar los primeros acordes, parte del público empezó a jalear la música con palmas y alguno incluso alzó su mechero encendido. Me di cuenta entonces de que «Hoy no me puedo levantar» no es, tal y como yo lo entiendo, teatro musical, sino un concierto en el que a las canciones se les adereza con una historia y con una costosa y espectacular producción escénica.
Son dos conceptos de espectáculo tan diferentes como válidos, pero yo me sigo quedando con el modelo que representa «Mamma Mia!».