Entre populismos, ni a cuál ir

Publicado el 29 diciembre 2016 por Jamedina @medinaloera

La palabra populismo deriva de pueblo y significa estrategia de las corrientes políticas que buscan el apoyo popular. La Real Academia Española define el populismo como “tendencia política que pretende atraerse a las clases populares”.

De esta manera, hay populismos de izquierda y de derecha tanto en la política como en la Iglesia, en los grupos económicos y prácticamente en todas los grupos sociales, puesto que “izquierda” significa cambios, renovación, mientras que “derecha” quiere decir “no le muevan, dejen las cosas como están”.

Esto –lo sabemos– tiene sus orígenes en la Revolución Francesa (fines del siglo XVIII), en que los partidarios de los cambios en los parlamentos se sentaban en la izquierda, y los opositores, a la derecha.

Populismo es manipulación
Por lo general, hoy entendemos como populismo una simple demagogia, que en esencia lo es, o sea, la manipulación del apoyo popular para poner en práctica políticas de izquierda o de derecha.

Para ser más claros, en el populismo predominan los conceptos emocionales sobre los racionales, es decir, el oportunismo, alejado desde luego de todo principio de razón, de lógica, de la realidad política y social en que vive la gente.

En las últimas décadas hemos sido testigos de políticas populistas de izquierda y de derecha en el mundo entero.

Hoy nos interesa especialmente el Continente americano.

En América Latina, los gobiernos nacionalistas opuestos a la línea económica y política de los Estados Unidos han sido calificados como populistas de izquierda, especialmente en los casos de Bolivia, Brasil y Venezuela.

Pero en contraste, tenemos ahora el mejor ejemplo de populismo de derecha, que es el propuesto ni más ni menos por el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, ansioso desde su campaña de granjearse la voluntad popular para implantar políticas de extrema derecha en su país, cosa bastante complicada, ya que enfrenta para ello a la mitad de sus connacionales.

Entre la espada y la pared
El gran problema de México es que se encuentra en medio de esta coyuntura, porque por un lado tiene a los populismos de izquierda, que son los de países hermanos (ya ni siquiera con el liderazgo de Fidel Castro que los apoyaba), y por el otro, el populismo de derecha del señor Trump, que no sabemos en qué vaya a parar.

Difícil, muy difícil para México esta tesitura. Aquí sí que necesitamos líderes, verdaderos líderes históricos que orienten sobre qué hacer y cómo hacer, al estilo de Hidalgo, Morelos, Juárez…, patriotas y sobre todo honrados (si no es mucho pedir), ya que estamos ante una verdadera encrucijada de la que no sabemos cómo salir y de la cual depende nuestra existencia como pueblo libre y soberano.

México tiene muchos recursos naturales, económicos, sociales, culturales, históricos, que podemos aprovechar, pero si no hay quien nos coordine con verdadera honradez, estamos perdidos.

Lo peor que nos puede pasar es que salga ahora un Santa Ana que trate de vender lo que nos queda. ¡Nomás eso nos faltaría!

javiermedinaaloera.com

Artículo publicado por el semanario Conciencia Pública en su edición del domingo 18 de diciembre de 2016.

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