Empezaré con Murakami. Aproveché una oferta de Amazon con descuentos en varios de los títulos de este autor para hacerme con algunos de ellos. El primero que cogí fue "Sputnik, mi amor", una historia de amor, de amistad, de complementarse y de perderse. Habla también de sueños, de deseos, de sexo, de irrealidad y del impulso de escribir (ese tema tuvo mucho que ver con mi elección). La historia tiene altibajos y me resultó más interesante el principio que la segunda mitad de la novela, aunque la segunda parte posea más ese componente de irrealidad que suele atraerme de su autor. Murakami siempre escribe fragmentos que me encantan y por los que merece la pena leer el libro, y eso me sucedió con el primer párrafo de esta novela, para mi gusto lo mejor de todo el texto: "A los veintidos años, en primavera, Sumire se enamoró por primera vez. Fue un amor violento como un tornado que barre en línea recta una vasta llanura. Un amor que lo derribó todo a su paso, que lo succionó todo hacia el cielo en su torbellino, que lo descuartizó todo en un arranque de locura, que lo machacó todo por completo. Y, sin que su furia amainara un ápice, barrió el océano, arrasó sin misericordia las ruinas de Angkor Vat, calcinó con su fuego las selvas de la India repletas de manadas de desafortunados tigres y, convertido en tempestad de arena del desierto persa, sepultó alguna exótica ciudad amurallada. Fue un amor glorioso, monumental." Sin embargo, a pesar de ese principio tan prometedor, la sensación final que me quedó fue la de un poso de insatisfacción, que es posible que me la transmitieran los propios personajes porque, a ellos mismos, les falta algo en sus vidas.
Para no cambiar de autor, aprovecharé para comentar ahora "El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas". Aunque me quedan muchas obras por leer de este escritor, de las que sí he leído, ésta es, sin duda, la que más me ha gustado. Murakami siempre tiene algo de onírico que, con frecuencia, se pierde durante la narración sin llegar a cuajar del todo, y que suele ceder ante una realidad nihilista. Sin embargo, en esta ocasión, no sucede eso. En la historia se alternan la "realidad" del despiadado país de las maravillas y el subconsciente del fin del mundo en dos tramas diferentes que convergen y que, según se acercan, van explicando la una a la otra. Me ha encantado la parte del fin del mundo con su ciudad perfecta a costa de la pérdida del corazón de sus habitantes. Descubrir sus secretos y descifrar sus sueños es la tarea del protagonista, así como redescubrirse a sí mismo durante el proceso. Me ha parecido un cuento largo y precioso.
Al igual que en meses anteriores, he seguido con la línea de John Steinbeck. Me faltaba comentar "The Wayward Bus", que leí en marzo. Un corto y accidentado trayecto en autobús da pie a Steinbeck para hacer un magnífico retrato de cada uno de los viajeros. No hay duda de que tiene un don, sin saber muy bien cómo, los personajes salen del papel e incluso te acompañan al alejarte del libro. Es una historia de gente de carne y hueso, hombres y mujeres imperfectos, que no siempre actúan movidos por la generosidad o las buenas intenciones, sino que se ven arrastrados por el egoísmo, el deseo de manipulación o los instintos carnales. Aún así, es el propio lector el que acaba por defenderles, aunque no esté de acuerdo con sus actos. Sin duda son muy pocos los escritores que consiguen semejante grado de empatía.
"Once there was a war" reúne los artículos de Steinbeck como corresponsal de guerra en 1943. Son crónicas desde UK, África y el Mediterráneo, siempre en lugares indeterminados, en viajes sin origen y sin destino. Relata los preparativos previos a la batalla, hasta el comienzo de la misma, en un ambiente de humo, polvo y ruido y tanto horror que hace que luego todo eso se olvide. Habla de los soldados, de los escuadrones, de los aviones y los barcos. Son historias breves del día a día con algunas anécdotas para dar un toque de humor a una situación dramática, cuyo dramatismo se minimiza para no preocupar en exceso a los lectores. Cuenta la guerra, aunque no le está permitido contarlo todo.
En "El largo valle" Steinbeck escribe sobre el valle de Salinas. Se puede sentir el polvo seco de la tierra, los arañazos de la maleza, el frío del atardecer, la humedad de la niebla. El paisaje tiene la fuerza de un personaje, y Steinbeck necesita pocas palabras para conseguir personajes vivos, de carne y hueso, llenos de emociones. Como siempre, leerlo es un placer.
Había leído en Babelia un artículo sobre Elena Ferrante y pensé que podía resultar interesante. Poco después una amiga me comentó que había empezado "La amiga estupenda" y que le parecía fantástico. Tiene buen criterio y me fié de su recomendación (y de la de un sinfín de críticos que la ponen por las nubes). La amistad entre dos niñas da pie a la misteriosa autora a contar la vida de ambas, así como el ambiente en sus hogares y en su barrio napolitano. Los escenarios resultan algo sórdidos, aunque es la postguerra y ese entorno de pobreza es el que había y está bien conseguido. Sin embargo, así como los personajes de las niñas están bien trazados, sobre todo durante la infancia, los secundarios quedan algo desdibujados y también la figura de Lila pierde fuerza y personalidad en la segunda mitad del libro, cuando su magnetismo se centra más en su belleza que en su singularidad. La historia tiene partes fáciles de leer, pero las transiciones entre una de esas partes y la siguiente, sin ser largas, se me hicieron algo pesadas. Hay momentos brillantes aunque el conjunto no ha terminado de convencerme, lo vi algo folletinesco, supongo que tiene matices que no he sabido ver.
"En tiempo de prodigios" fue otra recomendación de otra amiga y, supongo que por eso, y porque fue finalista del Planeta, me esperaba mucho más. Una mujer joven, y llena de amargura, va a visitar al abuelo de su amiga que le cuenta una parte de su vida que, hasta entonces, mantenía en secreto. El qué le impulsa a sincerarse es un misterio, al menos para mí, pero esa confesión crea una historia dentro de la historia y es lo que salva el libro, porque los recuerdos del anciano son entretenidos y tienen cierto interés. El problema, o uno de ellos, es que de fondo está la parte de las comeduras de cabeza de la mujer, su evolución, su tristeza, sus inseguridades, el resentimiento hacia los médicos a los que culpa de la muerte de su añorada madre, en un monólogo consigo misma que se hace repetitivo y algo pesado, y que no aporta nada interesante. La voz del narrador, aunque supuestamente sea diferente en ambas partes, no cambia y todo el libro da la impresión de estar escrito en el mismo tono monocorde.
Siempre tengo un apartado de literatura infantil, hay una parte de mí que no ha dejado de ser una niña, puede que sea nostalgia pero disfruto como cuando era cría. En esta ocasión la excusa, cómo si la necesitara, fue la visita de nuestro Principito, al que le encantan los cuentos. Como hay que fomentar esas inclinaciones, me entregué a la búsqueda del libro ideal para leerle por las noches. Escogí "El pequeño dragón Coco y sus aventuras" de Ingo Siegner. Creo que acerté, es un libro para leer a los niños sin aburrir a los adultos, muy imaginativo, en el que cada capítulo es una historia que se puede leer de manera independiente y cuyo estilo es sencillo, pero no simple, que los pequeños no son tontos.
"Mountwood School for Ghosts" de Toby Ibbotson es un gran cuento de fantasmas al que no le falta ningún ingrediente, derrocha imaginación y encanto. Como corresponde a un clásico, los malos son muy malos, pero también hay sorpresas y héroes inesperados. En algún momento el ritmo decae pero el desenlace es estupendo.
"The Flying Classroom" de Erich Kastner es una historia sobre un grupo de amigos de un colegio que, además de las asignaturas, aprenden el valor del honor, la amistad, la confianza, el coraje, el respeto y el agradecimiento. Hay encuentros, reencuentros, alegrías y sinsabores. La historia es muy amena y está bien contada, y sin duda resulta un gran libro para cualquier edad.
Tove Jansson, la autora de los Moomins, es una escritora finlandesa que también escribió algunas novelas de adultos. Después de los Moomins me animé a leer algo más de ella. Uno de sus libros más conocidos es "The Summer Book". En una isla diminuta del golfo de Finlandia es donde pasan sus veranos Sofía y su abuela, rodeadas de mar, algas y un pequeño jardín. La relación entre ambas es especial, comparten una camaradería que va más allá de lo habitual entre abuela y nieta. La abuela suele usar pequeñas tretas, que reflejan una gran sabiduría, para reconducir a la niña; sin embargo, en ocasiones, se enfurruña como si ella también tuviese seis años y, a tenor del resto del relato, esos enfados resultan un tanto chocantes. No es un libro divertido, aunque tenga algún punto de humor en relación con la astucia de la abuela, sí que es bonito, tierno a veces e irritante otras, y sin ser nada trascendental, se lee con gusto.
"Travelling Light", de la misma autora, es una colección de historias cortas, muy bien escritas, con un trasfondo algo agobiante y bastante inquietantes en general. Con algunas se sufre pero, al estar tan bien escritas, te enganchan. Mi favorita fue la última, sobre dos ancianos que visitan el invernadero del jardín botánico, es la más ligera de todas, con un sutil sentido del humor.
Ha habido más libros, pero ya me he extendido bastante. Por las fechas decidí ponerme con las Novelas ejemplares de Cervantes pero, al intercalarlas con otras lecturas, aún tengo una buena parte pendientes. El castellano del siglo de oro es un tanto trabajoso y me da pereza. Otras obras que he leído, y algunas que he dejado, es mejor olvidarlas y no merece la pena comentarlas aquí.