Resumen oficial.
Junio de 1941, Kaunas, Lituania. Lina tiene quince años y está preparando su ingreso en una escuela de arte. Tiene por delante todo lo que el verano le puede ofrecer a una chica de su edad. Pero de repente, una noche, su plácida vida y la de su familia se hace añicos cuando la policía secreta soviética irrumpe en su casa llevándosela en camisón junto con su madre y su hermano. Su padre, un profesor universitario, desaparece a partir de ese día.
A través de una voz narrativa sobria y poderosa, Lina relata el largo y arduo viaje que emprenden, junto a otros deportados lituanos, hasta los campos de trabajo de Siberia. Su única vía de escape es un cuaderno de dibujo donde plasma su experiencia, con la determinación de hacer llegar a su padre mensajes para que sepa que siguen vivos.
También su amor por Andrius, un chico al que apenas conoce pero a quien, como muy pronto se dará cuenta, no quiere perder, le infunde esperanzas para seguir adelante.
Este es tan solo el inicio de un largo viaje que Lina y su familia tendrán que superar valiéndose de su increíble fuerza y voluntad por mantener su dignidad. ¿Pero es suficiente la esperanza para mantenerlos vivos?
Impresión personal.
Si tuviera que definir esta lectura con una sola palabra creo que la apropiada sería "emocionante" en el sentido literal del término porque desde principio a fin la historia que nos cuenta Lina en primera persona te tiene sobrecogida, conmocionada y afectada. No sé cuantas veces he tenido las lágrimas a punto de salir ni cuantas han roto la barrera de mi resistencia, pero no han sido pocas.
Será Lina, de tan solo 15 años, la que nos irá contando a lo largo de toda la novela cada una de las etapas por la que pasa su familia (su madre Elena, su hermano Jonás y ella misma) hasta llegar a Siberia, último lugar en el que intentan sobrevivir al frío y al hambre permanente. Podemos ver y, sobre todo, sentir a unos personajes que van evolucionando asumiendo una realidad que, en principio, piensan como provisional y que acaban asumiendo como definitiva. Lina nos irá contando todos estos cambios y la lucha por la supervivencia suya y de su familia y la de otras personas con las que coinciden en su camino. Una niña cuyo único refugio son los dibujos que puede ir haciendo en un cuaderno que oculta y dibujos sueltos que intenta hacer llegar a su padre, detenido con anterioridad, haciéndolos circular de mano en mano.
La historia de Lina y su familia es una historia dura, durísima y desconocida y oculta en los estudios de historia occidentales. Los intereses políticos de los aliados hicieron "vista gorda" ante una situación totalmente conocida por las autoridades. Miles de personas fueron abandonadas a su suerte entre el hielo y el terror sin que los países occidentales movieran un dedo, algo que nos suena también a todos hoy en día respecto de otros países en los que se están produciendo genocidios de pueblos y etnias completas.
La colina de las cruces-Lituania
Ruta Sepetys pone luz a esta historia con un lenguaje desnudo pero respetuoso con la situación de los deportados. Un lenguaje sumamente gráfico que te hace situarte en lugar de los protagonistas sin dificultad, te hace sufrir con ellos y pasar por sus propios miedos y temores, a la vez que por los escasos momentos de pequeñas alegrías que pueden darse. Un viaje de hermandad que une a personas desconocidas ante la desdicha y la muerte, ante el frío y el hambre, ante el miedo y las ansias de venganza.Los personajes están muy bien definidos a los largo de la novela siendo Lina quien nos cuenta cosas de cada uno y sus impresiones. Destacan evidentemente su madre Elena y su hermano Jonás y toda una serie de personajes secundarios que acaban formando parte de su familia vital.
Por otro lado, la ambientación de toda la novela acompaña perfectamente a lo que va aconteciendo a cada personaje. No puede ser más descriptiva y, por tanto, más dura. Te puedes situar perfectamente en ese vagón donde apenas hay espacio para respirar y un agujero a través del que se defeca a la vista de todos; esos potingues líquidos simulacro de papillas asquerosas que tenían que comerse para sobrevivir; esas ropas andrajosas que a duras penas los protegían del frío y esos paisajes helados que te helaban el alma mientras deambulabas por ellos con los personajes de la historia. Puedes pasar asfixia, hambre, miedo, vergüenza, frío, pero también sientes a cada paso que dan las personas, la esperanza de que tarde o temprano todo acabará y saldrán victoriosos ante el terror y la injusticia.
En conclusión, una novela digna de ser leída, incluso diría de lectura obligada para que este tipo de injusticias no caigan nunca en el olvido y sean conocidas por las nuevas generaciones. Una novela dura como las vivencias que cuenta, una novela de supervivencia, de lucha por la vida y de esperanza cuando todo parece perdido.