Entre tonos de gris, de Ruta Sepetys

Publicado el 04 enero 2012 por Goizeder Lamariano Martín
Título: Entre tonos de gris Autora: Ruta Sepetys Editorial: Maeva Año de publicación: 2011Páginas: 287ISBN: 9788415120254

Descubrí este libro el pasado mes de octubre, gracias a la entrevista con su autora, Ruta Sepetys, que publicamos en el número de noviembre del periódico en el que trabajo. Y solo he aguantado un mes. No he podido resistirme más para pedírselo a la editorial y Maeva, muy amablemente, cosa que desde aquí le agradezco, me lo envió a casa el pasado mes de diciembre, la misma semana que se lo pedí. Todo fue muy rápido, tanto que el libro solo me duró en las manos un fin de semana. Lo empecé un viernes a la noche y lo terminé un domingo, también a la noche. Gracias a la entrevista y a varias reseñas que había leído sabía que la novela narra una historia dura, cruel, injusta, de esas que ponen los pelos de punta, la piel de gallina y dejan al lector con un nudo en el estómago, otro en la garganta y las lágrimas a punto de saltar. Pero también sabía que al mismo tiempo es una historia esperanzadora, que habla de ganas de luchar, de vivir, de seguir adelante, de sobrevivir, de no dejarse vencer, ni humillar, de no olvidar el pasado, de no repetir los errores, de vivir el presente, por muy duro que sea, y de no dejar de pensar en el futuro nunca, jamás, por más que nos encontremos en medio de la oscuridad más absoluta, silenciosa, amenazante y aterradora, porque siempre hay luz al final del túnel, siempre hay calma después de la tempestad, siempre hay verano después del invierno y siempre vuelve a brillar el sol, incluso después de la noche polar. Todo esto lo saben muy bien los protagonistas de esta historia: Lina, su hermano Jonas y su madre Elena. También su padre, Kostas, profesor en la universidad de Kaunas. Son lituanos y la noche del 14 de junio de 1941 la policía secreta soviética, el NKVD, los sacó de casa con lo puesto, a golpes de culata de fusil y los metieron en un vagón. En un tren de transporte de ganado. Porque eso son ellos para los rusos, animales, escoria, cualquier cosa menos seres humanos que merezcan libertad, respeto o dignidad. Así comienza el libro y la historia de esta familia, que se ve obligada a separarse del padre y a emprender un viaje que les llevará desde su casa en Lituania hasta el Polo Norte después de haber atravesado Bielorrusia, Rusia, Siberia y el Círculo Ártico a lo largo de 440 días. Pero los kilómetros, la distancia, los viajes o los días es lo de menos. Lo que de verdad importa, lo que duele, lo que atenaza, lo que mata es la humillación, el miedo, la incertidumbre, la soledad, el desamparo. El no saber dónde se está o qué día es. No saber dónde está el resto de la familia, de los amigos. Dónde ha quedado el día a día, el pasado, la rutina, los sueños, los deseos, la vida. A sus quince años, Lina es la protagonista y la narradora de esta conmovedora historia. Es una chica normal, una adolescente como los demás. Sueña con conocer a un chico, enamorarse, comparte su vida con su hermano, sus padres, sus tíos y su prima Joana y sueña con ser artista. El dibujo es su gran pasión y adora los cuadros de Münch. Pero por culpa del NKVD, por culpa de Stalin, al que odia aun sin conocerlo y sin saber casi nada de él, se verá obligada a crecer y a madurar de golpe. Pero, a pesar de su juventud, y gracias al apoyo incondicional de su madre y su hermano, Lina sacará fuerzas de donde no las tenía, y comprenderá que es mucho más valiente de lo que jamás hubiese imaginado. Con un lenguaje sencillo, ágil, fluido, con un gran ritmo, la autora logra transmitirnos toda la fuerza, toda la voluntad y todo el poder de su protagonista.

Un poder que le impide morderse la lengua, ante sus amigos, ante sus familiares, ante los deportados con los que comparte el vagón del tren o los campos de trabajo en los que se ve obligada a cavar, a plantar remolachas, a recoger leña o a construir una rudimentaria cabaña en la que resguardarse del viento, las tormentas, la nieve y el hielo que le rodean.

Porque mire donde mire, todo a su alrededor es gris. La cara de los demás deportados, las gachas que les obligan a comer, los uniformes de los guardias, las piedras, la nieve. Su vida transcurre entre tonos de gris. Pero ella es capaz de ver los colores, los brillos, la luz. A pesar del miedo, de la humillación, de la enfermedad, de la falta de libertad, de la muerte, de la tristeza, de la vergüenza. Por eso será capaz de encontrar grandes amigos e incluso el amor en medio del horror, de la barbarie y del espanto que le rodea. Porque ella no es como los demás. Para lo bueno y para lo malo Lina es diferente. Por eso no renuncia a sus sueños ni siquiera en los campos de trabajo de Siberia. Por eso sigue dibujando, donde sea, lo que sea. Lo único que importa es sacar su rabia, su dolor, su miedo, su tristeza, su ira, su odio y plasmarlos en esos dibujos que intenta hacer llegar a su padre como sea. Porque sabe que él siempre los reconocerá, como ella es capaz de reconocer a Münch. No me queda más que recomendaros este libro que me ha hecho reír y llorar, que me ha llegado dentro, muy dentro, que me ha estremecido y me ha emocionado. Un libro que me ha descubierto una realidad que para mí era demasiado desconocida. Porque todos hemos leído, hemos oído y hemos visto cosas sobre el holocausto judío, sobre Hitler, sobre los campos de concentración. Pero las deportaciones de lituanos, estonios y letones a campos de trabajo de Siberia que llevó a cabo Stalin no son tan conocidos. Y Entre tonos de gris ha sido la mejor manera, la más deliciosa, la más intensa, la más tierna, la más cautivadora, la más conmovedora y la más fascinante de descubrir esta realidad, esta parte de la Historia tan cruel, tan injusta, tan dura, tan inhumana, tan salvaje y, en definitiva, tan gris. Para terminar, quiero compartir con todos vosotros la banda sonora de la novela, que la propia Ruta Sepetys encargó al artista Gavin Mikhail. Si pincháis en el enlace, no tendréis más que seguir unos sencillos pasos para descargaros los ocho temas que forman la banda sonora de Entre tonos de gris. Vale la pena. Os lo garantizo.


Y os dejo también la entrevista a Ruta Sepetys.