El fútbol tiene sus propios códigos. Uno de ellos, sobre todo en España, es cargarse al entrenador en cuanto las cosas van mal a un equipo. No hay tradición de técnicos a medio-largo plazo. Si hay que prescindir de alguien, ahí está el entrenador, que se lleva todas las culpas en la maleta. Es el cabeza de turco de una decisión que no repara en gastos. No cabe otro análisis. Mejor echar a uno que a veinticinco, repiten muchos dirigentes. En este capítulo, los jugadores se libran. En otros también les toca la china.
El fútbol tiene sus propios códigos. Uno de ellos, sobre todo en España, es cargarse al entrenador en cuanto las cosas van mal a un equipo. No hay tradición de técnicos a medio-largo plazo. Si hay que prescindir de alguien, ahí está el entrenador, que se lleva todas las culpas en la maleta. Es el cabeza de turco de una decisión que no repara en gastos. No cabe otro análisis. Mejor echar a uno que a veinticinco, repiten muchos dirigentes. En este capítulo, los jugadores se libran. En otros también les toca la china.