En estos días pensaba acerca de la posibilidad de que David Silva emigrara del Manchester City para sumarse a algún equipo que sí tuviera intenciones de darle la importancia que merece. Ayer di con la noticia de que aparentemente el club le ofrecerá a Silva extender el contrato hasta el 2016, actualmente el 10 canario tiene un contrato que lo vincula a los celestes hasta el 2014. De manera que las preguntas que me hacía respecto de Silva y el Ferro Carril Oeste de Argentina o el Itagüí colombiano han quedado en la misma nada. En su reemplazo se figura en mis descabelladas ideas la nefasta posibilidad de que el insoportable Mancini recayera en los clubes antes mencionados. ¡Qué horror! Esta noche tendré pesadillas. No obstante, en Argentina, pese al alejamiento de Simeone, no podemos jactarnos de tener entrenadores mejores que Mancini. Basta con ver cómo juega Boca, el actual campeón del fútbol argentino, para aceptar que no somos el paraíso del fútbol. En Colombia, en cambio, además del excelente anuncio de la integración de Pekerman como entrenador de la selección, el equipo campeón en el último torneo, Junior de Barranquilla, cuenta con un gran entrenador que al menos inculca en sus dirigidos la esfericidad de la pelota.