El lunes comenzaremos a publicar las reseñas de la lectura conjunta de La mejor de las vidas, una novela poética y con giros inesperados que, a juzgar por los comentarios que hemos ido haciendo en Twitter, ha gustado bastante. Para abrir boca, como aperitivo a todas esas reseñas que están por venir, publicamos hoy una entrevista al autor de la novela, David de Juan Marcos, en la que nos da algunas claves sobre lo que cuenta y sobre su proceso de escritura.
- Lo primero que llama la atención de su novela es el estilo, la forma, la belleza que encierra su manera de contarnos esta historia. Hay metáforas muy acertadas, imágenes perfectamente construidas... ¿cómo se trabaja el lenguaje para conseguir un resultado así?
- Y lo mejor es que este lenguaje cultivado y trabajado, bello, no entorpece la lectura sino que potencia su contenido y sus significados. ¿Cómo se pule ese estilo para lograr la voz, el tono y el enfoque que mejor le van a la historia contada?
Tenía claro que debía explorar nuevas maneras de contar historias. Asumir riesgos. El estilo es lo que da sentido a esta novela. Todo debía tener una cadencia acorde a lo que se cuenta. El cómo se cuenta de la mano del qué se cuenta. Pero a la vez tenía que ser muy sencillo y tenía que sonar bien al oído. No basta con que este bien escrito, o con que el mensaje esté trasmitido. De ninguna manera. Cada frase, cada párrafo y cada capítulo debe tener su medida, su ritmo, su melodía aun a pesar de que a veces esta sea imperfecta. Asumir la imperfección permite buscar esa musicalidad. La imperfección es sin duda más hermosa, tanto a nivel de una sola línea como de la novela en su conjunto. Esto hace que la construcción de un solo párrafo me lleve gran cantidad de horas a lo largo de muchos días y que las correcciones sean constantes.
- Una historia que nos habla de muchas cosas. Nos propone reflexionar, por ejemplo, sobre esas ocasiones en las que nos quedamos anclados en la vida, en las que nos cuesta tomar las decisiones que tenemos que tomar, en las que no logramos sobreponernos al bofetón que nos acaban de dar. ¿Es sano quedarse varado en un revés?
¿Que si es sano quedarse varado tras un contratiempo? Te contesto con unas de las frases del padre del protagonista:¿Sabes lo que pasa cuando uno espera, Nicolás? Nada. Eso es lo que pasa cuando se espera. Nada de nada.
- Hablando del padre de Nico, el protagonista de la obra: también presenta en la novela la degradación física, moral y en las relaciones con los demás que supone no superar esas situaciones. ¿Cuál era su intención al introducir la historia del hermano de Nico y cómo ha afectado a los padres?
El personaje de Marcos (el hermano de Nico) se convierte así en uno de los pilares maestros de la obra. Es un personaje que está muy presente por su ausencia. No aparece en ningún momento de la novela y sin embargo es uno de los que más se recuerdan y más cariño le cogen los lectores. Es una historia que como otras muchas en la novela quedan con una ventana abierta para que el lector pase y opine y eso ha hecho que muchos de esos lectores hayan encontrado interpretaciones y soluciones muy imaginativas que me hacen reafirmarme en la idea de que en una buena historia es tan importante lo que se cuenta como lo que se decide callar.
- Respecto al tema de la familia y de los padres, en la novela también se plantea la reflexión sobre la pugna entre los sueños heredados y los sueños propios, entre lo que nuestros padres esperan de nosotros y lo que nosotros esperamos de ellos. ¿Ponemos demasiadas expectativas en este tipo de relaciones?
Desde diferentes lugares a La mejor de las vidas se la está tratando como novela generacional. No estoy ni de acuerdo y ni en desacuerdo con la etiqueta. Necesitaba un marco narrativo del que partir, una atmósfera y un background que explicara por qué los protagonistas reaccionan cómo reaccionan. Así, una de las ideas que pienso que ha marcado a mi generación (la de finales de los 70, principios de los 80) es que se nos ha querido señalar mucho el camino a seguir. Esto no es una crítica, sino una realidad fácilmente explicable si miramos hacia atrás. Las generaciones anteriores a la mía han vivido guerras, en ocasiones hambre, muchos años de dictadura. Las libertades y privilegios de los que disfrutamos ahora vienen de la lucha de esas generaciones por conseguirlas. Lo que ocurre es que cuando alguien consigue algo con mucho esfuerzo le da miedo perderlo, se vuelve conservador (en el sentido apolítico del término). Y esa es la mochila que nos pusieron a nosotros. Tuvieron miedo de lo que podíamos hacer con tantos privilegios que nos habían dado y decidieron pautarnos el camino: carreras con salidas, buscar un trabajo para toda la vida, no asumir riesgos. Esto ha tenido una lectura nefasta: no nos han enseñado a caer, a fracasar, a perder. Y en consecuencia no nos han enseñado a reinventarnos cuando vienen mal dadas. Ahí está el origen de todas las dudas, miedos y mochilas emocionales que arrastran los protagonistas al asomarse a la edad en la que tienen que tomar sus propias decisiones.
- También reflexiona (y hace reflexionar) sobre la maternidad y la paternidad, un hecho que nos viene dado, en el que no siempre pensamos tanto como deberíamos pero que cambia nuestras vidas. ¿Por qué le interesa el tema?
- En el fondo, esta es una novela de aprendizaje. Desde la juventud, no desde la infancia (aunque la infancia también tiene su peso en la obra) pero vamos viendo cómo Nico cambia, qué hechos, personas y lugares le van transformando. ¿Es inevitable cambiar tras el contacto con los demás?
- Son muchos los hechos, personas y lugares que aparecen en La mejor de las vidas. Pasan muchas cosas, algunas alegres, otras dramáticas (muy dramáticas) y otras que no ves venir. ¿Cómo se construyen esos giros que van sorprendiendo al lector a medida que avanza en la obra?
- La novela también está llena de personajes interesantes, de personas muy curiosas, como el hermano de Nico o su casero, por poner un par de ejemplos; aunque lo cierto es que todos los personajes de la obra tienen sus chispa, su magia. O su rareza, si se quiere. ¿De dónde saca las ideas, las experiencias y las emociones que visten a estos personajes tan únicos?
La historia del hermano de Nico la he escuchado cientos de veces en casa. Se crea o no les sucedió a unos amigos de mis padres. La sentencia de “se lo han llevado y se lo volverán a llevar” me pareció de una fuerza estremecedora si nos ponemos en la piel de los padres. En cuanto al casero de Nico, fue mi casero durante el tiempo que viví en Cambridge. No hay ni un punto de exageración en su descripción o en lo que hacía. Pertenecía de algún modo a la mafia napolitana, estaba casado con tres mujeres congoleñas, vivía bajo arresto domiciliario (aunque eso lo importaba poco y cada dos por tres venía la policía a casa o preguntar por él) y tenía cinco órganos trasplantados por un fallo multiorgánico de cuyo origen nunca supe. Y por encima de todo, era un gran tipo. Podríamos hacer lo mismo con casi todos los personajes del libro. Mi primera novela, El baile de las lagartijas, comienza diciendo: “la realidad al contrario que la ficción puede permitirse la licencia de lo increíble”. Pues eso.
- Y gracias a la novela también podemos viajar a varios rincones de Europa. Lugares que son más que un telón de fondo, que nos hablan de un tiempo y una generación de jóvenes con inquietudes en común pero que también actúan de forma diferente. ¿Viajar nos hace mejores?
Las ciudades no están elegidas al azar. Van de la mano con la historia. Lo que se cuenta en Cambridge no tendría sentido en una atmósfera como Ámsterdam, o lo que sucede en Roma no resultaría igual de creíble si el escenario narrativo fuera París. El ritmo de cada ciudad es distinto y por eso nos encontramos con diferente ritmos y estados de ánimo en la voz de Nicolás. Además, tenemos la idea de África como metáfora de la última aventura, del último territorio salvaje, y eso es lo que representa la protagonista para Nico.
En cuanto a tu pregunta no tengo dudas de que viajar nos hace más tolerantes. Nos hace ver otra manera de hacer las cosas. Nos hace comprender que no somos el ombligo del mundo. Que la tontería de “como en mi país no se vive en ningún sitio” es precisamente eso: una tontería. Que hay cosas que se pueden hacer mejor y otras peor. Pero sobre todo viajar nos hace sentir vivos y alegres. Y cuando una persona está alegre no tengo dudas de que es más solidaria. No hay paz posible sin el mestizaje racial, cultural o ideológico.
- Tanto los viajes, las ciudades que va habitando Nico, como las referencias literarias y cinematográficas incluidas en la obra hacen de ella una novela cosmopolita y culta. ¿Somos lo que hemos leído, lo que hemos visto y las ciudades en las que hemos vivido?
Sin duda y quien diga lo contrario es que no ha salido de casa o no ha leído nunca un buen libro. Como he dicho ya en muchas ocasiones, carezco de imaginación. Necesito que la realidad y las experiencias propias o ajenas entren en las novelas. Luego ya me encargaré de removerlo todo y juntar las piezas del puzle de otro modo diferente para conformar la mentira de la ficción. En este sentido las lecturas y los viajes son fundamentales. Escribir, en mi caso, no es más que una derivación de las otras dos actividades. El día que no tenga nada que contar dejaré de escribir, pero no creo que deje de viajar y de leer.
- La juventud es otro de los grandes temas de la obra y se nos presenta como ese regalo que es pero que no siempre sabemos apreciar y valorar en su justa medida mientras lo vivimos. ¿Por qué eligió un protagonista en evolución y un tema como la juventud para su novela?
Si tuviéramos que resumirlo aún más, diría que solo existe un gran tema: el paso del tiempo, que es la mayor canallada que se pueda imaginar. Sin embargo, el paso del tiempo solo nos importa porque nos hacemos viejos y en ese proceso la juventud que se va para no volver es de momento de lo único que puedo hablar. Y ya le dijo el Martín a su nieto que no hablara de cosas de las que no había vivido.
- También se nos habla de enfermedad, de los derechos de los enfermos, de la pugna entre el egoísmo y la solidaridad y la delgada línea que los separa en ocasiones. Invita al lector a que reflexione sobre sus propios límites, qué haría él en las situaciones que viven los personajes, qué llegarían a hacer por amor o por proteger a quienes quieren. Pero lo bueno es que no da soluciones o, por lo menos, no impone soluciones. Los personajes hacen sus elecciones pero no hay una moralina que nos diga que eso es lo mejor. ¿Es necesario involucrar al lector en la novela, dejarle que construya, que llene huecos, que se implique?
En la novela no se hace ningún juicio de valor. Se presentan unos hechos y se pregunta de una forma velada: ahora ¿tú qué harías?
Por lo general, cuando termina de leer la novela la sensación del lector es de cabreo, me dicen que cómo es posible que se me ocurra terminar así la historia. Para mí la historia ha terminado, sin embargo, los lectores están encontrando muchas puertas abiertas, ventanas a problemas para los que no he querido dar una solución porque no la he encontrado o tal vez no la haya. Eso hace que surja el debate interno. Que el mismo lector busque soluciones. Que después de cerrar el libro sigan dándole vueltas. Y tengo que decir que encuentran caminos mucho mejores de los que yo podría haber seguido, interpretaciones que yo no he encontrado, y todo eso me da muchísima satisfacción.
- Después de leer La mejor de las vidas yo ya estoy pensando en la siguiente novela, que no me pienso perder. ¿Qué nos deparará el futuro de David de Juan Marcos?
Suena genial. En ella nos volveremos a encontrar.