Una entrevista con mucha camaradería y compañerismo entre los actores. Nos encanta. En una palabra: maravillosa. Hemos tardado en publicarla (ha salido la semana pasada) por seguridad de adornarla con buenas fotos, a falta de los scans con los textos debidos. Solo hemos podido conseguir las primeras páginas del reportaje, con David y Francis en primeros planos, y una individual del actor catalán. Síntoma de que la revista de la periodista tuvo éxito de ventas. Nos alegramos, lo bueno vende.
Igual que ocurre en las películas, ¿las chicas prefieren a los malos?
David Janer : Siempre dicen que les atraen los malos para un rato. Para el resto de la vida, se quedan con los buenos. ¡Las chicas lo quieren todo!
Francis Lorenzo: Con el chico malo el amor es muy corto y el dolor es mucho peor. Con el chico bueno, aunque el amor sea corto, no hay ese dolor. Y el amor normalmente suele ser más largo.
Y hablando de la imagen que transmitís, ¿os consideráis hombres coquetos?
F. L.: Reconozco que con la edad me he hecho más coqueto. Me gusta tener un punto, aunque no soy una fashion victim. Muchas veces, me voy a la habitación de mis hijos y les pregunto: “Qué tal voy?” Cuando empiezan: “Pues mejor esa chaqueta, pues esa camisa…”, me joroban vivo. Si voy bien vestido, me siento seguro.
D. J.: Como actor, vives a través de los ojos de los demás y un poco de tu cuerpo. Esto te obliga a cuidarte, hacer dieta… Te vuelves un poquito más consciente.
¿Qué os hace ser mejores personas?
D. J.: La familia y los amigos. Cuanto mejor eres contigo mismo, mejor vas a ser con los demás. No vas a cambiar el mundo, ¡ojalá yo tuviese las facultades de Águila Roja! Pero, al menos, que ese microcosmos que está a tu alrededor lo puedas mejorar. Es una batalla continua.
F. L. : A mí me hace ser mejor persona lo que aprendo de mis amigos, los de verdad. Y luego, tengo dos hijos y una mujer a los que adoro. Llevo casi 30 años con ella y nuestro lema sigue siendo: “¿Qué hago hoy para hacerte feliz?”.
¿Y qué os despierta el monstruo interior?
D. J.: Las injusticias, porque me causan impotencia y, a veces, llego a decir verdaderas barbaridades. Son esas cosas que no me entran en la cabeza, qué tipo de sentido común rige ciertas normas de conducta. Yo no voy a erigirme en juez, pero desearía que alguien por encima de mí tuviese la capacidad y la potestad de tener una moral intachable.
F. L. : A mí lo que más me duele del mundo, porque soy padre, son los abusos a los niños.
En vuestra profesión, ¿hay mucho villano?
D. J.: Mucho. Y eso que llevo poco en ella.
F. L.: A pesar de que la esencia de nuestro trabajo es mentir, yo soy muy desconfiado. Afortunadamente me he encontrado con actores que son buenísimos compañeros. David es un ejemplo extraordinario de esto.
D. J.: Hay villanos como en cualquier profesión, lo que pasa es que en ésta juegas con los sentimientos y hay mucho ego. Francis es uno de los actores más generosos con los que he trabajado.
Deduzco que sois dos de los buenos…
F. L.: Respetamos mucho nuestro trabajo y al profesional que está enfrente. Sin embargo hay gente para la que esto es imposible.
D. J.: Hay actores que te ayudan a crecer en escena y otros que se preocupan más por crecer ellos.
D. J.: Lo mismo de bueno y potente que tiene la serie, se duplica en pantalla grande. Hay muchísima más emoción, aventura, drama y comedia.
F. L.: Es como si hubiéramos tenido la oportunidad de ensayarla durante dos años, los que llevamos rodando la serie. Todos sabíamos lo que queríamos y se pudo hacer una gran superproducción.
¿Se trata de una película con identidad propia o una continuación de la serie?
D. J.: Hay una cierta continuidad, en el sentido de que son los mismos personajes, pero está planteada como una historia y una aventura independiente para conseguir que la gente que no ha visto la serie pueda entrar en ese universo de Águila Roja y sentirse atrapado por él.
F. L.: Efectivamente, la trama no tiene nada que ver y, sobre todo, la película permitía introducir personajes nuevos. Todo comienza cuando intentan matar al rey de España y eso le da una grandiosidad a todo. Es en sí misma una historia de aventuras, tiene otra dimensión.
Un héroe se define como un varón ilustre y famoso por sus hazañas…
D. J.: Mi personaje, Gonzalo, es un padre de familia con un código moral intachable, que no siempre comparto, pero admirable en el sentido de que siente un gran amor hacia su familia y tiene un concepto de la justicia muy avanzado para su tiempo.
Sin embargo, por villano entendemos a una persona ruin, indigna e indecorosa...
F. L.: En la serie cometo verdaderas atrocidades, sólo que me queda un gen bueno, que he descubierto investigando… ¡Porque no puedo ser hermano de Águila Roja y que no me haya quedado nada! Muchas veces, en la serie, nos salvamos la vida el uno al otro y no sabemos bien por qué.
¿El público prefiere al héroe o al villano?
F. L.: La gente se queda con el bueno. ¡Es lo normal! Pero, ¿qué ocurre con los villanos? Que tienen su encanto. A mi personaje se le saltan las lágrimas cuando le van a hacer algo a su hijo.
¿Preferís un personaje de alma negra o uno de espíritu blanco?
D. J.: Una vez que has entrado en el alma blanca, te gusta experimentar la parte oscura. A los actores que tenemos cara de inocentes siempre nos ha tocado hacer de buenos. Entonces lo que más te apetece es sacar esa parte mala y enfrentarte a algo más alejado de ti.
F. L.: Poder decir: “Os voy a matar a todos” tiene un punto atractivo. Pero he descubierto que ser el malo es complicado… Cuando haces una película, te llevas el trabajo a casa y hay muchos días difíciles para los que están contigo.
¿Las personas somos claroscuras? ¿No hay ni buenos ni malos?
D. J.: No creo que la perfección exista. Tenemos que ir perfeccionándonos y devolver a la naturaleza un espíritu o un alma mejores.
F. L.: Yo creo que hay gente muy buena y gente muy mala. En la vida me he encontrado esto muchas veces. Me imagino que las personas malas no lo son todo el tiempo. Tendrá distintos matices, aristas...
¿Por qué decimos antes lo malo que lo bueno?
F. L.: Es muy difícil ser generoso, porque no deja de implicar tener que desnudarte. Yo soy más partidario de empezar por decir lo bueno.
D. J.: ¡Francis es uno de los que más anima, es el alma del rodaje!
F. L.: Pero no es gratuito, es que creo en ello. Mi sueño fue ser actor y lo he conseguido, con lo cual no quiero nada más en la vida. Cuando veo a alguien, yo sé lo que cuesta llegar ahí.
D. J.: Yo creo que lo importante es el motivo por el que dices las cosas. Puedes animar a una persona, pero tus motivaciones ocultas pueden ser muy diferentes. En este caso, Francis lo hace todo a fondo perdido.
¿Tenéis algún héroe o villano de carne y hueso?
F. L.: Para mí los héroes son, por ejemplo, los que han llegado a hacer verdaderas hazañas en el deporte y los villanos aquéllos que han conseguido esos logros absolutamente dopados, y nos han engañado.
D. J.: Héroes son todas aquellas personas que luchan por la libertad, la paz y la democracia. Los villanos son los estandartes de las tiranías y del racismo.
Los actores, cara a cara:
David Janer: De niño soñabas ser: policía, arqueólogo...
Antes de ser actor, fuiste: informático.
El personaje que te mueres por interpretar: me encantaría protagonizar un western.
Una manía de actor: no me gusta maquillarme. Siento como si llevara una máscara y me cuesta más concentrarme.
Francis Lorenzo:
De niño soñabas ser: siempre quise ser actor.
Antes de ser actor, fuiste: sociólogo.
El personaje que te mueres por interpretar: el Papa. También a Obama. (¿ein? esto lo digo yo, no Francis)
Una manía de actor: bebo un trago de agua antes de cada toma. Me ayuda a concentrarme y me quita los nervios.
Fuente: AR, la revista de Ana Rosa Quintana. Créditos: foro de Águila Roja en Mi@ por los fotomontajes sin el sello del blog.Agradecimientos: Eclipse por traspaso de material escaneado.