Entrevista a Elena de Toro

Publicado el 10 septiembre 2019 por Librosquevoyleyendo @librosqvleyendo

Cuanto más reniego de la Novela Romántica, más razones parece encontrar esta para seducirme y ello que mis defensas son recias, poderosas, inexpugnables...

Es la atracción por los retos la que me condena a disfrutar, curiosa contradicción.

Conocí a Elena de Toro por casualidad y tras mantener una corta conversación con ella descubro no solo que tiene muchas más cosas en común conmigo de las que hubiese aventurado a priori, sino que, además, ostenta y maneja a la perfección las áreas de la seducción. Su principal atractivo: una sonrisa que no cabe en su boca, una inteligencia que atraviesa sus ojos y un desparpajo que invita a perderse en su mundo, un mundo que se asoma al espectador en forma de novela. No me mires a los ojos (Calíope 2019) es la ópera prima de esta joven sevillana de tan solo 21 años, una novela de género que cumple de sobras con las expectativas y permite a la autora codearse con autoras consagradas de su estilo. Eso sí, su experiencia vital le aporta un punto de frescura que sirve de plus a su muy correcta narración, texto este que nos atrapa y nos acompaña en una lectura que se antoja divertida y que termina descubriéndose como desgarradora. ¿No son acaso estos los principales elementos de una trama "romántica"? Claro está que el amor y el desamor juegan al escondite con asiduidad pues ambas son las dos caras de una misma moneda que todos guardamos en nuestro bolsillo.

Tali Marín, pseudónimo de Natalia, escritora de éxito, gusta de vivir una vida algo frívola en un trío amistoso (o no) con su inseparable amiga Noa y su amigo Diego, tres personajes que interactúan en todo momento acaparando el centro de la trama. Pero al número tres se le suma una unidad llamada Hugo, y el cuarteto ya constituido, a veces empalagoso, puede convertirse en colmena con la entrada en escena de Javier, Óscar, Pilar y otros personajes secundarios que aportan su granito de arena y tamizan una o múltiples historias de amor y desamor paralelas que convergen para trazar líneas nuevas y desconcertantes.

La novela se puede leer consumiendo palomitas de maíz, una buena taza de chocolate o una Fanta de naranja. Lo importante es no dejar que la mente divague en exceso pues el final es fantástico, como también lo es la ejecución de la trama que lleva a él.

Elena de Toro demuestra gran madurez y un gran dominio de la palabra, y se adivina gran lectora, suposición bien plasmada en la construcción de sus frases precisas y en el modo que tiene de atrapar al lector. Si esta es su primera novela, prepárense, que vienen curvas.

Ganadora de la 52ª edición del Concurso Coca Cola Jóvenes Talentos "Premio Relato Corto", ha sido un placer haber podido acceder a una joven promesa quién, con su bonita sonrisa, sus nervios y los esbozos de un gran carácter, accede a una entrevista que seguro que nos depara divertidos momentos. Bienvenida, pues, Elena a esta tu revista RománTikas´s.

La entrevista transcurre en un bar. Delante de la entrevistada, un vaso con Fanta de naranja bien fresquita. Natalia, la protagonista de la novela bebe lo mismo ¿casualidad?

Aquí, un entrevistador curioso, ha leído las entrevistas que le han hecho previamente a la joven y son tan completas que será difícil no caer en la repetición. Afortunadamente, es mucho el jugo que se puede extraer de viña tan fértil.

Elena, planteas un trío, y no de cartas, desde el principio de tu libro. Dejando a un lado las connotaciones sexuales, que no es el caso ¿cómo se te ocurre agrupar a tus tres principales personajes de este modo?

Porque, claro, si hubiera sexo explícito, esta es la pregunta clave. No obstante, sabemos que cuesta describir escenas tórridas. Háblanos de cómo te las apañas para que estas se conviertan en implícitas y no despierten como explícitas.

Desde el principio quise que los personajes principales de la novela tuvieran un pasado entre ellos. Una amistad verdadera, un amor no correspondido, etc. Una historia anterior a la que los lectores se van a encontrar en el libro. Y, bueno, introducir la idea de un triángulo amoroso siempre le da chispa a la trama. Así que, ¿por qué no agrupar a los tres de esa manera?

Sin embargo, como bien dices, no hay ninguna escena que se pueda clasificar como explícita. Esto también es intencionado. Por una parte, porque todavía no me siento totalmente cómoda con algunas descripciones, y por otra porque, si me propusiera hacerlo, tampoco sabría cómo. No tengo la experiencia, pero tampoco quiero sentir que tengo que frenar a la hora de describir ciertas escenas si me apetece dar un poco más de detalle del que estoy acostumbrada. Todo es intentarlo y ponerse a ello.

A Natalia le gusta sentir la suavidad y el frescor de las sábanas ¿Te ocurre a ti lo mismo?

A mí me encanta pasar horas y horas entre las sábanas: soy muy dormilona. Una de mis aficiones preferidas es pasarme las mañanas o las noches escribiendo en mi cama. O viendo una serie. O leyendo. Por lo que la respuesta correcta es sí, me ocurre exactamente lo mismo que a Natalia (de alguien lo habrá sacado...).

Pero en cambio, protege su desnudez con las mismas. Esa supuesta timidez ¿es intencionada?

No me atrevo a decir que cada cosa que ocurre en el libro es intencionada porque no quiero meter la pata, pero eso en concreto sí que puedo asegurarlo. Los momentos de timidez de Natalia contrastan con su explosiva personalidad, con su carácter extrovertido. Y es esa timidez la que quería que sorprendiese al lector. Porque todo el mundo tiene un lado más personal, más suyo. Un lado que no deja ver tan fácilmente y que solo muestra con personas concretas. Personas importantes y cercanas. Para Natalia esto es difícil. Su pasado no deja que se abra a las personas que le importan, y eso originará más de un problema en la historia. Pero, al final, siempre se es uno mismo con las personas que te quieren y que conforman los pilares más importantes de tu vida.

Asistimos al emperifollamiento de las dos actrices principales: la escritora de éxito y su mejor amiga, pero no se hacen amplias descripciones físicas de ninguna de ellas. La imaginación vuela y pone cara a ambas, pero ¿cómo desea Elena de Toro que se imaginen los lectores a sus personajes?

Siempre me ha gustado que en las novelas no se hagan descripciones demasiado detalladas de los personajes, porque eso da pie a que cada persona imagine un mismo personaje de forma distinta. Y creo que esa es una parte muy bonita de la lectura: la subjetividad. La historia es la misma, pero cada persona crea en su mente su escenario particular. Y eso es lo que quería yo.

Sí es cierto que doy pequeños detalles de los personajes: el color de los ojos, el tono de la piel, etc. Pero nadie podrá saber nunca cómo son realmente Natalia, Noa, Diego o cualquier otro personaje. Porque cada uno tiene su propia Natalia, su propia Noa y su propio Diego. Que es suyo y que no se puede cambiar. Y es probable que, si en algún momento me propusiera describir realmente como son, los lectores aún seguirían imaginándolos como lo hicieron en un principio. Cuando los hicieron suyos, sus personajes. No me gustaría cambiar eso nunca.

El chocolate y la lasaña están presentes en la novela y, además, destacan los pasajes en que aparecen. ¿Eres fan de Garfield?

¡La verdad es que no! Es posible que haya visto algunos capítulos de la serie de televisión cuando era pequeña, pero nunca he leído los cómics ni me he introducido en su mundo. La pura verdad se reduce a que me encanta la pasta y el chocolate, ¡y a quién no! Además, el tener muy presente a Italia en la novela (dejemos que los lectores averigüen por qué...) me ha permitido introducir ese tipo de comida en muchas ocasiones. Pizza, espaguetis, lasaña... Cualquier cosa me vale, ¡me encanta todo!

Y hablando ahora del chocolate... Puede ser que sea una de las cosas que me diferencian de Natalia: a ella le gusta el chocolate caliente, en taza. A mí, sin embargo, me gusta recién sacado del frigorífico. Polos opuestos con un centro en común.

El lujo (apartamento de ensueño, un Aston Martin en la puerta...) ¿Es necesario que aparezca de algún modo en una novela romántica?

Para nada. Bajo mi punto de vista, una novela romántica puede tener lo que quiera: aventura, misterio, romance (obviamente), erotismo, lujo, pobreza, surrealismo. Lo que sea. He leído muchas novelas románticas sin ningún tipo de lujo en la vida de los personajes, y he leído otras en las que he llegado a pensar que tenían una piscina de monedas en su casa. Como el Tío Gilito.

Es más, ya adelanto que, en la segunda parte de esta novela, el lujo podría esfumarse de un plumazo.

La omnipresente infidelidad ¿por qué?

Toda historia de amor debe tener su punto débil. O su punto fuerte, depende de la perspectiva del lector. La vida de Natalia siempre ha estado llena de traición, de engaños, de deslealtad. Incluso personas muy influyentes en su vida han conseguido romperle el corazón (porque el corazón no solo se rompe con el amor romántico...). Y esa infidelidad no dejará de estar nunca en su vida. Ni ahora, ni en un futuro. Es ella la que tendrá que aprender a no caer en la tentación. Tendrá que aprender a no dejarse influir por el lado oscuro para no hacer daño a la gente que quiere. Para poder dejar su pasado atrás. Y ahí está lo bueno de la historia.

Cuando entra Hugo en escena, invitas al destino a entrar en la trama. Es el destino un recurso muy socorrido que aprovechas a la perfección, pero ¿tienes presente al destino a la hora de empezar a escribir?

Quiero ser muy sincera a la hora de responder a esta pregunta. Al principio, no. Yo escribía y escribía y en ningún momento se me pasó por la cabeza que la trama de la historia evolucionara alrededor del destino. Pero llegó un momento en el que me dije: "¿Y si todo esto fuese cosa del destino? ¿Y si Hugo fuese el príncipe azul que Natalia ha estado esperando toda su vida?". Y, entonces, pensé algo mejor: "¿Y si le hago pensar a todo el mundo que esto es cosa del destino?". Y a partir de esta última pregunta nació la idea de la segunda parte de la novela. Porque es posible que el destino, en realidad, no tuviera nada que ver desde un principio.

Hugo es demasiado perfecto. ¿Te ha sugerido alguien que le deberías haber añadido alguna connotación negativa?

La verdad es que nadie me ha dicho nada al respecto. Mucha gente me ha comentado que el personaje que más le gustaba era Hugo, que le encantaba su personalidad, etc. Y, bueno... Esta respuesta va a ser muy cortita porque no quiero dar muchas pistas de lo que tengo pensado para el próximo libro, así que me quedo con una frase que no dejo de escuchar hoy en día: Todo el mundo es inocente hasta que se demuestre lo contrario. Pues con la perfección pasa lo mismo.

¿Existe un Hugo en la vida de Elena de Toro?

Existe un Álvaro, que es casi lo mismo. Y digo esto porque me he inspirado bastante en él para crear el personaje. En frases que he escuchado salir de sus labios, en su forma de responder a mis tonterías, en partes de su personalidad... Me resultaría muy complicado poder crear un personaje desde cero, sin coger ninguna característica de algún conocido. Aunque solo sea el color del pelo o de los ojos. Algo. Pero sí es cierto que Hugo es el personaje que más se parece a alguien de mi vida. Al menos, por ahora...

Tus personajes, todos, fruncen el ceño más de una vez. ¿Sueles hacerlo tú?¿En qué circunstancias?

¡En todas! No dejo de hacerlo. Si no estoy sonriendo (cosa que hago bastante), estoy frunciendo el ceño. Espero no tener muchas arrugas en la frente dentro de unos años. Supongo que es por esta razón por la que mis personajes también lo hacen. Hay cosas de mi personalidad que me resulta imposible no introducir en la novela.

Vamos ahora a caer en las preguntas que te han hecho mil veces pero intentaremos matizar. Por supuesto, la primera de ellas se refiere a tus comienzos como escritora. Aun sabiendo que ganaste ese premio de Coca Cola y que aquel escrito se perdió para siempre, seguro que tus pinitos los hacías desde antes (seguramente por ello triunfantes como lo hiciste). Quisiéramos saber qué tipo de escritos elaborabas y si alguna vez te dio en aquella etapa por escribir poesía (o teatro, aunque ello es menos frecuente a esa edad)

Como muchas otras personas, lo primero que recuerdo haber escrito (aparte de las redacciones obligatorias que nos mandaban en el colegio) fue mi diario. Sé que no escribía más que tonterías, pero fueron los primeros relatos que plasmé en un folio en blanco. Aunque fuesen relatos que trataban sobre lo mucho que me gustaba una asignatura o qué había hecho hoy en el recreo.

Después de eso no recuerdo más relatos en mi trayecto como escritora, ya que solía dedicarme más que nada a iniciar novelas que nunca terminaban. Hasta que una sí que lo hizo (y por eso estamos aquí ahora).

Poesía como tal nunca escribí. Escribía pequeños versos, pero nunca he escrito algo que se pueda considerar un poema. Incluso me da un poco de respeto atreverme a llamar poesía a lo que yo hacía. Pero el teatro sí que me encantaba. Tanto escribirlo como interpretarlo. Creo que la primera vez que sentí interés por escribir una obra teatral fue cuando unos compañeros de mi colegio interpretaron la famosa obra Crónica de una muerte anunciada, de Gabriel García Márquez. Si digo que me quedé embobada mientras la representaban me quedaría corta.

No he llegado a terminar nunca una obra que no fuese una novela, pero no me gusta cerrarme puertas. Así que quién sabe si algún día habrá una obra de teatro o un poema con mi nombre.

¿Posee tu "amor" algún poema de Elena de Toro?

Escrito, no. Primero, porque nunca he terminado uno. Y segundo, porque, si ha llegado a escuchar o ver alguno, ha sido de palabra. O escrito en la arena de la playa. Y el mar borró hace tiempo esas letras.

La experiencia demuestra que el o la que escribe antes ha leído. Cítanos cuatro libros de iniciación y uno de ellos debe de pertenecer a la colección Barco de Vapor.

Podría enumerar todos los libros de la colección de Gerónimo Stilton, que junto con los de Kika Superbruja fueron los primeros en ocupar las estanterías de mi habitación. También recuerdo haber estado muy enganchada a la serie de comics de las W.I.T.C.H., que ocuparon gran parte de mi infancia. Y, si me sumerjo en mi memoria, puedo llegar a visualizar el libro El fabricante de sueños, de la colección Barco de Vapor. Pero, para responder correctamente a la pregunta, voy a citar cuatro libros: En el Reino de la Fantasía (Planeta, 2005), Kika Superbruja y la Espada Mágica (Bruño, 2005), W.I.T.C.H. El corazón de Kandrakar (Planeta junior, 2003) y El fabricante de sueños (EDICIONES SM, 2002).

En cuanto a los clásicos de la Literatura Española...

No sé si hay quienes me van a odiar por decir que nunca he leído Don Quijote de la Mancha, pero no voy a mentir. No he sido capaz y no sé si algún día lo seré. La mayoría de los clásicos de la Literatura Española que he leído han sido los que habían recomendado en el colegio, como Lazarillo de Tormes, Don Juan Tenorio, La Celestina o La Vida es Sueño. Y, aunque en su momento fueron lectura obligatoria, puedo asegurar que los volvería a leer mil veces.

Ahora toca enumerar las obras que sí han podido influir en la confección de No me mires a los ojos.

Con esta pregunta puedo diferenciar dos respuestas distintas: las obras que han influido en que quiera escribir una novela (y, por lo tanto, han contribuido a la escritura de esta), y las obras que han influido en el contenido de No me mires a los ojos. Y cada respuesta tiene nombre propio.

Laura Gallego fue una de las primeras autoras que conocí y que comencé a leer. Es más, el primer libro de la trilogía Memorias de Idhún fue la primera novela de más de doscientas páginas que me leí cuando era pequeña. Me gustó tanto que, a partir de ahí, no he vuelto a dejar de leer. Hay épocas en las que leo menos, sí. Pero nunca lo he dejado. Otros dos libros de esta misma autora que me impactaron y que sigo recordando hoy en día son Alas Negras y Alas de Fuego. Debo decir que no hay libro que haya escrito Laura Gallego que yo no me ha halla leído. Aún estoy atenta a sus novedades.

Por otro lado, Blue Jeans (Francisco de Paula Fernández) fue el autor que me introdujo a la novela romántica con libros como la Trilogía Canciones para Paula o la saga de El Club de los Incomprendidos. Son novelas que me han hecho querer dedicarme al género romántico y que estoy segura de que han conseguido que, entre las líneas de mi historia, pueda verse un poco de Blue Jeans. De su forma de escribir. De cómo ha influido en mis propias palabras.

¿Te gusta que te miren a los ojos?

Depende. Me gusta mirar a los ojos, que es distinto. Que me miren a mí... Ya es otra cosa. Hay veces que me siento intimidada, otras en que simplemente me ponen nerviosa, y después hay otras miradas que sí que me gusta que miren a los ojos. Como cuando alguien te cuenta algo que le apasiona. O te relata con emoción lo que le ocurrió el otro día. En esos momentos sí, me gusta que me miren a los ojos. Sin dudarlo.

¿Qué opinas del piropo a una mujer?

Que hay que saber a quién y cuándo. Si voy caminando tranquilamente y alguien me grita "guapa" desde el otro lado de la calle, pues provoca que me ponga en alerta y que me sienta incómoda. Si estoy con mis amigos y uno o una decide opinar algo bonito, me halaga. Si un desconocido se acerca y me dice educadamente que le gusta mi pelo, le doy las gracias con una sonrisa y sigo mi camino. Es decir, que hay que saber a quién y cuándo.

Mientras escribes ¿qué alimento o bebida se encuentra con cierta frecuencia cerca del ordenador?

¡Las palomitas de maíz! Sin dudarlo. Con mucha sal. No hay otra opción válida.

Ordenador, porque lápiz o bolígrafo y papel...

Cuando me pongo a escribir seriamente no utilizo otra cosa que no sea el ordenador. Incluso las tablets hacen que me sienta extraña. Pero sí es cierto que, a veces, he utilizado pequeñas libretas para escribir ideas o frases que pasaban por mi mente en esos momentos. Porque, claro, no puedo ir con el ordenador a todos lados, pero la inspiración puede venirte en cualquier momento. Es una combinación que está muy mal pensada al parecer.


Aquella persona que ha leído tu libro te comenta que (cuéntanos alguna anécdota)

Cuando terminé el libro, antes de enviar el manuscrito a ninguna editorial, se lo di a varias personas muy cercanas para que le echaran un vistazo. Y nunca olvidaré la reacción de una de ellas al llegar al final del libro. El día de antes de terminarlo me envió un mensaje de voz al móvil para decirme que le estaba encantando y que quería leer todo lo que yo tuviera escrito. Al día siguiente me desperté con otro mensaje de voz. Y no podía parar de reír al escucharlo. No solo me repetía una y mil veces que me odiaba por atreverme a terminar la historia así, sino que decía que no volvería a leer nada mío si pensaba hacer ese tipo de cosas (tampoco vayamos a destripar el final...). Hoy en día espera ansiosa la segunda parte de la novela. ¡Es posible que se haya olvidado de ese día!

La tarde transcurre deprisa, demasiado deprisa. El calor se encuentra exiliado al otro lado de la cristalera y nos da una más que deseada tregua para seguir hablando. Ya he conseguido saber más cosas de la autora y del libro por lo que tengo la oportunidad de preguntar acerca de ambos.

Parece que aún no te has sentado al otro lado del mostrador de una Feria del Libro pero sabemos que te gustaría hacerlo. ¿A quién te gustaría tener al lado? (Cuidado con la elección: te puede quitar protagonismo, o se lo puedes quitar tú)

Siempre he pensado que me gustaría tener a mi lado a alguien que admiro, como Laura Gallego, Alice Kellen o Blue Jeans. Pero creo que me bloquearía, ¡me pondría tan nerviosa que estaría más pendiente de mi compañero que de mis lectores! Y eso no puede pasar, claro está. Por lo tanto, prefiero tener a alguien que acabe de empezar (como es mi caso) o a alguien que tenga una trayectoria un poco más larga pero que todavía pueda considerarse escritor novel. Creo que así podríamos ayudarnos mutuamente y no nos quitaríamos protagonismo el uno al otro. Sería un buen equipo con el que empezar.

¿Alguna dedicatoria especial que hayas tenido que hacer?

A Begoña, siempre a ella. Es una amiga muy cercana que me ha ayudado desde el primer momento con la novela. Tanto con la edición como con pequeños consejos de gramática o sintaxis. Nunca seré capaz de agradecerle todo lo que ha hecho por mí.

¿Influye tu formación en el colegio en tu decisión de ponerte a escribir y terminar creando una novela?

Es posible que, de alguna forma u otra, sí. Al fin y al cabo, en el colegio es donde pasé casi toda mi infancia y adolescencia, y siempre se nos ha impulsado a perseguir nuestros sueños, a llegar al límite y a luchar por lo que nos gusta. Y es allí donde aprendí que no hace falta ser de letras para dedicarte a ellas. Sí que me gusta pensar que el haberme formado en un colegio como ese me ha ayudado a ser mejor en lo que hago, a querer mejorar siempre y a no darme por vencida.

Volvamos a tus personajes...

Javier. ¿Demente o loco de remate? Y luego resulta que Óscar, su hermano, no le va a la zaga. En cambio, los dos personajes más siniestros aparecen en segundo plano. ¿Eres consciente de que su presencia en primer plano hubiese quitado almíbar a la historia?

Que Javier no está bien de la cabeza no es algo que pille a nadie por sorpresa, aunque todavía no se sepa exactamente qué le pasa (o, a lo mejor, sí se sabe y no quieren decírnoslo). No quise darle mucho protagonismo a "los malos de la película" porque quería centrarme más en la historia entre Hugo y Natalia y en como se iba descubriendo poco a poco el pasado de ella. Me daba un poco de miedo que, si Javier y Óscar estaban más presentes, los lectores le dieran más importancia al pasado que al presente. Y aunque el pasado es algo muy importante en esta historia, no quería que fuese lo central. Al menos, no en esta primera parte de la novela.

¿Son Noa y Nati frívolas?

Yo diría que sí, ¿no? Un poco. Nati más que Noa, aunque tengamos que echarles la culpa a ciertas personas de su pasado. Me gusta pensar que Natalia evoluciona a lo largo de la novela, que se vuelve menos frívola y que empieza a pensar menos en sí misma. Que se preocupa más por la gente de su alrededor. Y, Noa... No sé si frívola es el adjetivo que más define su personalidad. Quería proyectar a Noa como la amiga fiel, la que siempre está ahí para ayudarte. Pero, claro, todo el mundo tiene su límite. Como dice mucha gente: Por ser tan buena, al final puede llegar a ser tonta. Y yo no quería que Noa fuese tonta.

Porque Diego, sencillamente es...

Un chico profundamente enamorado al que le rompieron el corazón hace mucho tiempo. Un chico que intenta e intenta con todas sus fuerzas olvidar a la chica que ama y que, en ese intento, hace mucho daño a personas que le quieren.

Después de una buena dosis de besos y caricias resulta que te sacas de la chistera un final... (no lo desvelaremos)

Nunca me ha gustado terminar un libro y pensar "sabía que iba a pasar esto". Me gusta que me sorprendan, que le den la vuelta a la tortilla en el último momento. Que te dejen a las puertas de la verdad. Y eso es lo que quería hacer yo. O, al menos, quería intentarlo.

¿Abre este final la puerta a un segundo volumen?

Por supuesto. Un segundo volumen que ya está en el horno... Pero del que no voy a desvelar nada por ahora.

¿Qué les dirías a los potenciales lectores que puedan estar leyendo esta entrevista?

Que tengan la mente abierta, porque esta no es una historia de amor como cualquier otra. Es una historia llena de misterio y de preguntas sin respuesta que harán que se mueran de ganas de leer más y más.

Pero, sobre todo, les diría que espero que, si llegan a leer la novela, la disfruten tanto como he disfrutado yo escribiéndola.

Bueno, ya llega el camarero con la cuenta. Pago yo. Tú pagarás cuando me regales otra historia con la que disfrutar como lo he hecho con esta que nos has regalado. Un beso, Elena, y espero quedar pronto para departir contigo. Intentaré mirarte a los ojos a menos que me digas que no lo haga.

Yo también espero que no pase mucho tiempo hasta que nos volvamos a ver, y que sea siempre con un libro en nuestras manos. Muchísimas gracias por querer compartir mi experiencia y mi ilusión.

Francisco Javier Torres Gómez