¿Se enmarca el libro en algún grupo de trabajo o en algún proyecto de investigación?No exactamente. La idea nació como un proyecto que yo tenía en mente, a raíz de especializarme, con mi tesis doctoral, en la poesía de José Hierro. Sin grupo de investigación formado y sin ni siquiera saber quién secundaría mi ilusión, fui poniéndome en contacto con los especialistas hierrianos más reconocidos hoy en día, proponiéndoles participar en este homenaje por la pura satisfacción de ofrecer un volumen conjunto en honor del poeta. Mi propuesta tuvo gran acogida entre estudiosos y profesores de universidades e instituciones de todo el mundo, y así cada uno colaboró puntualmente con el capítulo encargado. El libro no ha contado con un marco oficial que lo sustentara, así que todos trabajaron en esta causa de manera generosa y desinteresada, hecho que les agradezco sobremanera y que no ha supuesto en absoluto una merma en la calidad de las aportaciones, sino todo lo contrario: los estudios han nacido de la admiración hacia el poeta tras años de dedicación, y en ellos los autores han puesto lo mejor de sí mismos.
¿Qué tipo de estudios incluye el volumen? ¿Hay alguna novedad significativa?El libro se divide en cinco partes. Las tres primeras incluyen estudios sobre la esfera vital y generacional, sobre sus libros de poesía, y sobre sus obras en otros géneros. Una cuarta parte recoge algunos homenajes poéticos, en concreto cuatro composiciones de cuatro poetas, dos de ellas inéditas hasta el momento. Finalmente, en un apartado “Para saber más”, se incluye una selección bibliográfica actualizada, información sobre los colaboradores y algunos índices de utilidad para búsquedas autorales y temáticas.Algunas de las novedades destacables en las aportaciones críticas serían la revisión que se hace de la lectura y recepción de libros como Quinta del 42 (1952) o Cuaderno de Nueva York (1998), así como la recategorización de lo que yo llamo “poesía canónica”, propuesta que dejaría en el ámbito del extrarradio un poemario como Estatuas yacentes (1955), entre otros. También es novedosa la perspectiva con que el profesor García-Ramos estudia a Hierro: sus inquietudes dramáticas y su reflejo en la poesía. Pero, sin lugar a dudas, la gran primicia del libro es la que nos ofrece Maria Rosell con su análisis de una novela hierriana inédita y jamás estudiada, de la que, además, se reproducen tres páginas mecanuscritas facsímiles.