Revista Cultura y Ocio

Entrevista a gonzalo suárez, por la musa intrusa

Por Miss_cultura @miss_cultura

ENTREVISTA A GONZALO SUÁREZ, POR LA MUSA INTRUSA
 -¿ Por qué lo que ocurre muchas veces o lo que necesitamos contar no necesita de prólogo?

Las cosas que pasan no tienen prólogo porque el acontecer lleva la delantera sobre el opinar (Rilke), pero aquello que necesitamos contar requiere frecuentemente algún preámbulo. Como la pregunta que precede a esta entrevista.
- ¿Cree usted que un extranjero, se quedaría anonadado si viese en estos tiempos jugar a dos niños, como esos extranjeros se quedaron al ver a su hermana y a usted jugar, por aquel entonces?

Estábamos jugando al ajedrez. Puede que ahora también suscitara cierta curiosidad en contraste con los videojuegos para los que, en la actualidad, los niños nacen ya dotados.
- ¿ Cómo cree usted que sería la vida, si los juguetes que antes suplían las carencias afectivas de los niños y jóvenes regresasen a estos días? ¿Cree usted que los lugares del pasado, que nos han marcado o han sido importantes, en los tiempo que corren ¿volverán o terminarán desapareciendo de nuestra mente?

Es probable que nuestra percepción del tiempo volviera a ralentizarse y, desde luego, los juegos de antaño como las canicas, la comba, el escondite o los soldaditos de plomo generarían menos violencia. En lo que se refiere a los lugares del pasado y su permanencia en la memoria, nada será como era. Para mal o para bien, ya nada es recuperable.
- ¿Cree usted que Maquiavelo sigue teniendo la última palabra, como dice en su libro u otros le han tomado dicha palabra?

Maquiavelo ya no es una persona pensante, sino que lo hemos convertido en un monstruo demente que ha hecho de las palabras pasto para rebaños.
- Claudio decía de usted que le apasionaba la sorpresa ¿Le sigue apasionando más o menos que antes?

A los 17 años, Claudio Rodríguez ya era un poeta extraordinario y ambos teníamos la edad en que todavía inventábamos el mundo. Ahora las sorpresas ya no me sorprenden. Ni me resultan apasionantes.
- Si tuviese la oportunidad de viajar al pasado y volver a consultar a Pepita cualquier cosa ¿Qué la consultaría?

Doña Pepita era una auténtica bruja visionaria del futuro. Parece increíble, pero todo fue tal y como la describo en “La musa intrusa”. Todavía estoy impresionado. Si fuera a verla, no le preguntaría nada personal. Pero trataría de indagar en qué rincón de nuestro cerebro tenemos esa facultad olvidada que nos permite viajar en el tiempo. O descubrir que el instante lo abarca todo.
- Si la política y la épica , que son polos opuestos se unen ¿Qué nos quedaría? ¿Cree usted que sería posible?

Lo que quiero decir es que da miedo cada vez que la política se vuelve épica, suele acabar en guerras. Por otro lado, desconfío de los alardes éticos de los políticos.  La ética se tiene o no se tiene, no es un producto del mercado.
- Si pudiese volver a cambiar el nombre su película “La loba y la Paloma” al que originalmente era: “Rocanegra” ¿Lo haría?

Eso carece de importancia. Pero, si pudiera cambiar algo de las películas, no lo haría. Los errores son pasos dados. Cualquier paso atrás, de ser posible, cambiaría el trayecto recorrido y me encontraría todavía más perdido.
- Cree que como Sam le dedicó a Hélène en la fotografía “Se avecinan tiempos extraños, cabalga” ¿Se acercan estos tiempos?

No se acercan. Ya están. Aunque puede que vengan otros más extraños todavía y tengamos que galopar.
- En el capítulo de su viaje a Londres usted dice algo que me ha encantado “ El turista sólo llega a donde va y sólo ve lo que mira” ¿Cómo sería si todos fuésemos turistas de nuestras propias ciudades? Y ¿Cómo sería si nos perdiésemos más a menudo por las ciudades que visitamos?

Soy partidario de que nos perdamos a menudo en nuestra propia ciudad, aunque nos encontremos con fantasmas del pasado en cada esquina. O precisamente por eso. También me gusta perderme en ciudades desconocidas. En ese caso, el fantasma soy yo.
- Si tuviese una sola llave que abriese una sola habitación a su elección ¿Cuál la gustaría abrir?

La de la puerta de salida.
- Si su libro fuese una música y una palabra, precedida de una imagen ¿Cuales serían para usted?

Una canción de George Brassens, música y palabras incluidas. La imagen sería verle a él cantando con su guitarra en la playa de Borizo, Asturias, donde rodé el final de “Remando al viento”, como en su día vi a Bob Dylan en una duna de la playa de Malibú.
-  ¿Cómo ha sido dotar a los recuerdos de casi vida propia?

Si se refiere al recuento de “La musa intrusa”, no lo sé. Vinieron sin pedir permiso. Por otro lado, sospecho que los recuerdos siempre tienen vida propia porque la vida no sería nada si no la reconvirtiéramos en recuerdo.
-Si su cine fuese una ciudad extranjera ¿Cuál sería para usted? Y si su literatura fuese una fuente de cualquier ciudad del mundo ¿Cuál sería?

Una ciudad extranjera de mi invención en la que confluyeran los espacios de agua de Estocolmo con las orillas del Sena del París de antaño. Para escribir, no necesito más fuente que el grifo de casa y un vaso de vino.
- ¿Qué cuentos terroríficos de antaño se le vinieron a la mente escribiendo este libro? ¿Hay alguno en particular que no recordaba y se le vino a la mente de repente, con algún capítulo?

“La musa intrusa” es un cuento en sí mismo que no requirió más referencia que la contribución espontánea de la memoria. Por un lado están los retazos autobiográficos y, por otro, el relato de ficción. Pero todo es real y  sucede cuando lo lees.
-Tengo muchas frases favoritas en este libro, pero sin duda: “El valor es tener miedo y superarlo” es mi favorita ¿Cree que tenemos más miedo que antes o menos? (a las cosas, a los procesos naturales como la muerte…)

Eso no lo sé. Shakespeare dice que el cobarde muere muchas veces y el valiente sólo una. Yo creo que la persona que no tiene miedo son inconscientes y que el valor consiste en afrontar los miedos aunque nunca los superes.
-¿Por qué en la oscuridad y en las más curiosas situaciones es cuando los recuerdos y reflexiones, suelen acudir?

Los recuerdos y las reflexiones acosan cuando menos esperas, incluso a plena luz y en los momentos más cotidianos, esos que llamamos normales.  Los pensamientos son incontrolables y traidores.
-¿Quisiera añadir alguna pregunta más o decir algo a esta entrevista?

No, gracias.

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