– Flores muertas es la cuarta entrega de la serie del inspector Monfort, todas transcurren en Castellón, ¿qué le ha atraído de esa ciudad para convertirla en escenario de sus novelas?La necesidad personal y el reto que suponía ambientar una novela policíaca en una provincia poco conocida fueron los primeros impulsos. El lugar en el que vivo actualmente me pareció idóneo para contar una historia desde el punto de vista tanto del personaje principal (el inspector Monfort) como de mí mismo, de alguien que vino de fuera y que tiene una capacidad distinta para narrar lo que ve en el día a día.Escribí Asesinato en la plaza de farola, la primera novela de la serie, sin intención de que tuviera continuidad, pero los lectores tienen la última palabra y por eso sigo con ello.
– Castellón es una ciudad pequeña, ¿qué opina del boom del rural noir que últimamente se está viviendo en el género?El mundo rural es ideal para situar tramas de este género. Miguel Delibes con Los Santos Inocentes me marcó el camino a seguir. Las montañas, los bosques, el campo, la niebla, la lluvia, el frío y el viento, pero también la costa desierta en invierno o las gentes de los pueblos con sus rencillas y envidias entre vecinos y familiares.Es completamente normal, y me alegra, que exista un boom del rural noir. Siempre ha estado ahí, no es ninguna novedad, pero me satisface que ahora se ponga más en valor si cabe. Soy un asiduo lector de esta parcela del género.
– En esta novela encontramos muy presente el mundo musical, ¿se ha roto ya el mito aquel de sexo, drogas y rock and roll? Teniendo en cuenta su pasado, ¿ha supuesto por su parte algún ajuste de cuentas?El mito del sexo, las drogas y el rock and roll siempre está presente en nuestra existencia estemos ligados al mundo de la música o no. Actualmente los artistas se han convertido en empresarios que deben afrontar con seriedad su trabajo. En otras épocas no muy lejanas el rock and roll era una forma de vida, y muchos la llevaron hasta las últimas consecuencias. El resultado fue que a unos les fue mejor que a otros en su caminar por ese filo de la navaja.Me gusta lo que dices del «ajuste de cuentas». Es la primera entrevista en la que alguien da totalmente en el clavo. Sí, en efecto, la parte musical de Flores muertas bien podría ser un ajuste de cuentas. Yo viví en primera persona la época fantástica en que se ganaba mucho dinero con la música, la época en la que las compañías discográficas ocupaban varias plantas en edificios relevantes del Paseo de la Castellana de Madrid. Luego, todo eso se fue al garete por culpa de las descargas ilegales, por la piratería, por la prohibición de organizar conciertos en salas pequeñas, por la crisis que dilapidó los presupuestos de los ayuntamientos para contratar grupos para las fiestas patronales. Y con todo eso, cientos de artistas, cientos de grupos que hasta ese momento vivían de los conciertos, tuvieron que colgar sus instrumentos y dedicarse a otras cosas.
– También se habla de la creación artística y de las sombras de un pasado oscuro, ¿son buenas alternativas narrativas?Pese a que parte de mi vida la dediqué a la música, no había escrito nunca sobre este tema en una obra de ficción. Me apetecía dado que conozco bien el tema. Los argumentos de la narrativa literaria policial o negra ya están inventados por los grandes autores desde hace mucho tiempo. Creí que indagar en el pasado oscuro de unos artistas podía ser una variante distinta a lo escrito hasta ahora. Me apetecía explorar otros campos menos conocidos por el público lector.
– A Monfort le acompaña un puñado de personajes que ya conocemos, e incluso alguno nuevo; como autor, ¿siente debilidad por alguno de ellos?Siento verdadera debilidad por todos los personajes que acompañan a Monfort. Quizá uno de mis preferidos desde el primer día es la ahora subinspectora Silvia Redó. Creo que es el contrapunto de Monfort, una de las pocas personas vivas que logra llevarle la contraria. Pero también me encantan otros personajes como el forense Pablo Morata o el recién llegado Robert Calleja o la jueza Elvira Figueroa, sin desmerecer con ello a los habituales como el comisario Romerales o los agentes Terreros y García y, sobre todo, la entrañable abuela Irene.
– Como es lógico tratándose de un inspector de policía, en sus novelas hay mucho procedimiento policial, ¿ha conseguido familiarizarse con esos aspectos policiales, tiene quien le asesore bien?Me enganché al género con las novelas de Arthur Conan Doyle o de Agatha Christie cuando era un chaval, también con las películas de Alfred Hitchcock. De ellos aprendí que el público necesita conocer, pero que no siempre exige que seamos grandes entendidos en la materia. Hay escritores que se atreven a dar clases magistrales sobre la psicología de un asesino. Hay que estudiar mucho y dedicar parte de una vida para ello. No basta con escribir novelas de género negro. No tengo claro todavía que el lector busque siempre la realidad absoluta, prueba de ello son las series que se nos ofrecen a diario en las plataformas digitales o en la televisión, cuya veracidad no siempre es la más acertada. Por suerte son numerosos los amigos lectores de Monfort que forman parte de los cuerpos de seguridad del estado. Podría abusar un poco más de su ofrecimiento y así las cosas quizá fueran más exactas.
– A la hora de armar sus tramas, valore estos conceptos en orden de importancia: caso, personaje, crimen, asesino.En lo que a mis libros corresponde, sin «caso» no hay trama y sin «personajes» no hay quien conduzca la historia. El «crimen» forma parte esencial del caso y el «asesino» siempre es un personaje más que en ocasiones se convierte en el protagonista.
– ¿Quedan argumentos por explotar en la novela negra o la realidad nos ha superado definitivamente?La realidad siempre nos supera. Nos superó en el pasado, nos supera en el día a día, y lo seguirá haciendo en el futuro. Muchas veces, cuando escucho las noticias, creo que aquello que escribo se queda siempre muy corto.
– ¿A quién le debe cosas Julio César Cano, literariamente hablando?A los que viven conmigo y soportan el cambiante humor del yo escritor. A los lectores que con su fiel apoyo esperan la nueva novela. A los editores que tuve en el pasado y que encendieron la llama de lo que soy hoy. A mis editoras actuales, que me brindan su apoyo en todo momento. A los que organizan festivales literarios y otro tipo de eventos relacionados con el libro, porque ponen sobre la mesa nuestros nombres. A los libreros, porque sin ellos nuestros libros no tendrían visibilidad. A los amigos escritores, por los ratos compartidos. Y a José Antonio Labordeta, que vino a casa, comió pan y chorizo, bebió vino tinto, y me dio una palmada en la espalda y cuatro consejos.
– Premio QUBO, Letras del Mediterráneo, Premio Pasión… ¿le da qué pensar el hecho de que le hayan concedido tantos premios?Los premios son alegrías que proporcionan el ánimo necesario que a veces hace falta para seguir adelante. El mejor premio, no obstante, es saber que hay lectores que esperan con ganas el nuevo trabajo que está por llegar.
– ¿Y cómo cree que el lector percibe a Monfort y a sus historias?Monfort y los suyos se han hecho un espacio en las estanterías de muchos lectores. No sé cómo percibe cada lector a un personaje como él. Espero que les caiga bien en ocasiones, mal en otras, que sufran con él, que se alegren de sus progresos, que le reprochen las recaídas emocionales también. Pero me gustaría que los lectores tuvieran un buen concepto, porque él sí lo tiene de todos los lectores. Es un buen tipo, con un corazón enorme.
– ¿Alguna vez se ha arrepentido de elegir alguna trama, o de lo contrario, de haber desechado alguna dejándola en el cajón?En alguna ocasión, a media novela por escribir, he tenido la tentación de borrar lo escrito. Por suerte no soy impulsivo en esos momentos y no destruyo lo escrito. Tiendo a recomponer, a reconducir, a que repose lo escrito, nunca a destruir.
– Recientemente una librería de Castellón ha puesto en venta sus primeras obras, ¿eso le asusta o le satisface?Por supuesto que me satisface. Tengo en muy buen concepto a mis novelas anteriores a Monfort. Está claro que si pudiera recompondría muchas cosas de esas novelas, pero eso me pasa con todas. No me asusta, me encanta que los libreros pongan en alza aquello que escribí tiempo atrás y de lo que personalmente me siento orgulloso.
– ¿Qué tiene ahora entre manos?La quinta novela protagonizada por Monfort. En estos momentos estoy inmerso en el universo del inspector, justo en ese momento en el que dudo de todo, escribo, borro, vuelvo a escribir, guardo, leo, duermo poco y trato de no volverme loco. Creo que sabes a qué me refiero.
– Esta sección lleva un título emblemático y eso casi nos obliga a cerrar la entrevista con una pregunta también emblemática: ¿de qué material están forjados los sueños de Julio César Cano?Mis sueños son sencillos. Son sueños de paz y de armonía, de amor y de sinceridad. De trabajo y solidaridad. También sueño con tener más tiempo. Tiempo para leer, tiempo para escribir. Tiempo para soñar también. ¡Muchísimas gracias! Ha sido un placer contestar a tus estupendas preguntas.
Entrevista realizada por Antonio Parra Sanz http://relatossincontrato.com/entrevista-a-julio-cesar-cano-flores-muertas/?fbclid=IwAR3qVkkHYvZ4Ogg7tdqYn-Jttwb-qtXdElHcLJduZVcNcqJePRTMGwKYjJ0