Alicia Lindón
1 ¿Qué aportaciones principales se ofrecen en este modo de abordar las relaciones espacio-sociedad-imaginario?Este abordaje permite reconocer que la complejidad de la relación de las sociedades con el espacio en parte deriva de estar permeada por innumerables imaginarios, que se van haciendo parte del espacio y de las sociedades, como capas superpuestas e indivisibles, casi como un palimpsesto. En ese proceso por el que el espacio hace (moldea) a la sociedad y la sociedad moldea el espacio, intervienen diversas mediaciones y una de ellas es la dimensión imaginaria. Las sociedades plasman imaginarios en la manufactura del espacio, al mismo tiempo que en él están integrados los imaginarios que otras sociedades pasadas han grabado en las formas espaciales. Estas formas espaciales cargadas de diversos imaginarios continúan modelando el actuar social en el presente en un proceso inacabado.
2 ¿En qué tradiciones bebe este nuevo planteamiento?
Daniel Hiernaux
La presente obra se resiste a encuadrarse en una clara y nítida línea de pensamiento. Por ello se nutre de diversas fuentes del pensamiento filosófico, social y geográfico en particular. De manera sintética se puede decir que se alimenta de la Filosofía de lo imaginario inspirada entre otros por autores como Gastón Bachelard y Jean-Paul Sartre, también de la Filosofía simbólica cultivada por voces como la de Ernest Cassirer. De igual forma la Antropología simbólica en el rumbo abierto por Gilbert Durand es otra fuente relevante para el libro. En la Teoría Social algunas fuentes de inspiración de hallan en el pensamiento posmoderno, en el constructivismo, la fenomenología social, las teorizaciones acerca de la realidad social (como las de Alfred Schütz, Berger y Luckmann, entre otros) y en general en los acercamientos contemporáneos al sujeto y la subjetividad. De manera más específica, de la Teoría Social se retoma la Teoría de los Imaginarios Sociales, desde los desarrollos ya clásicos como el de Cornelius Castoriadis a los más recientes, como los de Manuel Baeza. En lo que respecta a la Geografía Humana, esta obra se alimenta de diversas perspectivas tales como el constructivismo geográfico, las geografías humanistas, de las representaciones y percepciones, fenomenológicas y poshumanistas. En suma, la obra se nutre particularmente de todas aquellas perspectivas que han ido otorgando creciente centralidad al sujeto habitante, la subjetividad espacial entendida como construcción colectiva y constante y el mundo de la vida cotidiana, en el cual todo ello vive.3 ¿A qué retos teóricos y metodológicos se enfrenta este nuevo enfoque?
¿Qué horizonte de cuestiones nuevas abre dicho enfoque?
Los retos de este enfoque son amplios. Tal vez uno de los más relevantes es comenzar a pensar el espacio desde la perspectiva del sujeto que habita, rememora e imagina el mundo. Entre otras cuestiones, este desafío requiere deconstruir el ancestral presupuesto geográfico de que el espacio puede ser observado, estudiado y explicado con una mirada externa y aérea (mirada que ha constituido el fundamento último de la cartografía en todas sus versiones, desde las más rudimentarias a las más sofisticadas con la actual tecnología). Esa deconstrucción toma todo su sentido frente a la reconstrucción de alternativas, como es observar, estudiar y comprender el espacio desde la perspectiva del sujeto que habita el mundo, que en cada lugar ve lo que ya no está presente materialmente pero que rememora, o que en cada lugar ve lo que aun no está materializado pero que puede imaginar y que al mismo tiempo es capaz de interconectar por sus propias experiencias espaciales ese lugar con otros.
En términos metodológicos los desafíos son innumerables, pero de manera sintética se condensan en el aprender a estudiar el espacio como construcción social permanente de los sujetos que colectivamente lo habitan. En un registro de carácter técnico-metodológico este tipo de miradas lleva consigo el desafío de analizar discursos, narrativas, iconografías y otras expresiones de la subjetividad espacial.