Nadia Hindi lleva fuera de Irak desde hace dos décadas, pero vive de cerca su realidad y los acontecimientos que marcan el pulso diario de un país que no quiere sucumbir al caos, cuando se cumplen diez años de su invasión. En esas respuestas asoman las mujeres, ya que esta licenciada en Filología Árabe trabaja sobre el movimiento de mujeres de Irak y el nacionalismo tras la ocupación en el doctorado que cursa en la Universidad de Granada.
¿Cómo ha evolucionado en la última década la situación de la mujer en Irak, afectada sobre todo por la inseguridad y la vulneración de derechos? ¿Cuáles son los principales problemas y cuáles sus prioridades?
La situación de las mujeres no ha visto ninguna evolución apreciable. La falta de estabilidad y de seguridad sigue siendo unas de las principales preocupaciones de la población en general y de las mujeres en particular. Las mujeres se enfrentan a diversos frentes. El número de viudas es alarmante, se baraja que hay entre un millón y medio y tres millones, y solo una sexta parte reciben ayudas del Estado, que ascienden como máximo a 100 dólares al mes. En lugar de capacitarlas para el empleo, el Estado las anima a que se vuelvan a casar, lo que viene reforzado por la despenalización de ciertos tipos de matrimonio como el temporal o de placer, al que especialmente las viudas y otras mujeres vulnerables se ven empujadas, y la poligamia. La falta de acceso a la educación por el conflicto y la inseguridad es otro grave problema. Ahora nos encontramos con un 40% de analfabetismo cuando en los años 80 estaba casi erradicado.
En relación a los derechos de la mujer respecto a la familia y las libertades individuales, la política y la propaganda sectaria, alimentada por el conservadurismo religioso de partidos e instituciones, conciben a las mujeres como miembros de sus comunidades religiosas y no como ciudadanas iguales ante la ley, como era antes de la ocupación. Por lo que dependiendo de la confesión, educación, pobreza y conservadurismo religioso y cultural o la zona, las mujeres se pueden encontrar en situaciones muy dispares. Es muy común el matrimonio de niñas de hasta 10 años, que antes estaba prohibido, la imposición de un código de vestimenta, como el uso del velo...
Durante el régimen de Saddam Hussein, Irak era precursor en la región en cuanto a los derechos de las mujeres, pero tras la I Guerra del Golfo cedió a la presión de los islamistas y esa situación cambió. ¿Desde el derrocamiento del régimen anterior ha habido algún avance?
Teniendo en cuenta el caos en el que se encuentra el país y el precio tan caro que han pagado los iraquíes, cualquier aparente mejoría parece minimizada y frágil. Hay una mayor libertad de expresión, pero relativa si tenemos en encuentra la represión que existe sobre algunos periodistas y activistas (en esta década se han asesinado 382 periodistas, hombres y mujeres). Las feministas han celebrado la cuota del 25% de mujeres en el Parlamento, pero la realidad es que las parlamentarias están muy lejos de representar los intereses de las mujeres; están ahí por sus vínculos personales con los dirigentes de los partidos, patriarcales en su gran mayoría.
¿La situación es similar en todo el país o existe alguna diferencia entre regiones, por ejemplo el caso de Kurdistán, puesto que el pueblo kurdo valora enormemente a las mujeres?
Sí, existen diferencias entre las regiones, sobre todo entre el sur de Irak y la región de Kurdistán. El sur está dominado por los partidos islamistas y sus milicias, donde la actividad de las mujeres está muy limitada y hay mucha violencia de género de tipo tribal como los crímenes de honor. En Kurdistán las mujeres han tenido otro recorrido a raíz del establecimiento de un área de seguridad y una autonomía de facto tras la I Guerra del Golfo, lo que ha permitido el desarrollo de las organizaciones de mujeres y la ampliación de sus derechos. Sin embar- go los dos partidos nacionalistas kurdos tradicionales se han apoyado mucho en las alianzas tribales patriarcales y, en la práctica, nos encontramos con muchos casos de violencia de género como los crímenes de honor y la mutilación genital, que no existe en el centro y sur de Irak.
¿Qué papel han jugado las mujeres en la resistencia ante la invasión y posterior ocupación y cuál siguen jugando -o deberían jugar ahora- frente a la política y la división sectaria?
Muchas mujeres se han manifestado contra la presencia de la ocupación desde el primer momento. El caos y la falta de seguridad que siguió a la invasión obligó a muchas mujeres a recluirse en casa o a buscar algún lugar más seguro, aún así muchas consiguen organizarse y comienzan a denunciar e investigar los crímenes que se iban cometiendo contra ellas. También hubo mujeres que participaron en la lucha armada y muchas que la han apoyado, además de otras formas de resistencia pacífica como la cultural y la política. En mi opinión, el papel fundamental de las mujeres, como el de los hombres, en este momento, está en el fortalecimiento de la sociedad civil, la sensibilización contra el sectarismo y los peligros que entraña la interpretación patriarcal de los textos religiosos y la constante vigilancia sobre los partidos que dicen representar al pueblo.
Irak vive desde hace dos años su particular «Primavera Árabe», silenciada por los mismos medios de comunicación que ensalzaron las revueltas de Túnez, Libia, Egipto y luego de Siria. ¿A qué responde ese interés en minimizar o acallar las protestas?
Mostrar las protestas de Irak al mundo es como mostrar que el proyecto de la ocupación ha sido un fracaso. Tanto la Administración estadounidense como la élite política iraquí afirman que Irak es un ejemplo de democracia para el resto de países árabes que se encuentran en la encrucijada por la libertad. Parece que hace dos años, cuando las protestas irrumpieron con fuerza, el Gobierno seguía sirviendo a los intereses de EEUU en la región, veremos cómo van cambiando las cosas...
¿Es la división sectaria y la consiguiente falta de unidad la que ha restado fuerza al Movimiento 25 de febrero?
El sectarismo no ha sido el problema principal, en mi opinión, pero si ha tenido cierta influencia entre algunos grupos como el de los numerosos seguidores de los clérigos religiosos, sobre todo el shi'í Muqtada al-Sadr, que no se unieron al movimiento por orden de sus líderes, ya que es una amenaza al estatus quo de esta nueva élite clerical y de la propia estructura sectaria de la política.
¿Cuál es el rol que están desempeñando las mujeres en las protestas en su país y qué esperan de la «Primavera Árabe» iraquí?
La participación de las mujeres en las protestas está muy bien organizada y meditada. El simple hecho de su presencia en un ambiente que puede tornarse muy hostil es muy importante, es cómo decir `¡no os tenemos miedo!, las iraquíes salimos a las calles a exigir justicia para nuestro país y para sus mujeres. Sabemos que somos nosotras las que tenemos que asumir la responsabilidad de exigir nuestros derechos'.
¿Puede Irak avanzar hacia la construcción de la paz con las mujeres marginadas de la vida política y social o considera que sonun actor principal en la prevención de conflictos y en la consolidación de la paz?
No puede dar ningún paso hacia la reconciliación nacional sin contar con las mujeres, pero tal y como está concebido el sistema político, y a pesar de esa cuota feme- nina del 25%, es muy difícil impulsar cualquier proyecto nacional que lleve a la estabilidad y a la construcción de la paz, ya que este sistema es la raíz de los males de la población a causa de la corrupción y las políticas sectarias... Las mujeres, que constituyen entre el 55% y el 60% de la población, tienen un papel determinante en caminar hacia la salida de esta impasse. «Tras 10 años de ocupación, el 40% de la población no tiene agua y el 30% carece de asistencia sanitaria»
¿Cuáles eran los objetivos reales de la invasión que EEUU inició hace diez años en Irak? ¿Se cumplieron?
La retórica estadounidense sobre los objetivos ha ido cambiando a medida que se descubría la falsedad de sus argumentos. Primero fue la eliminación de las armas de destrucción masiva que no existían, tal como quedó patente a los pocos meses de la guerra. Del mismo modo, acusaron al régimen de estar vinculado con al-Qaeda, lo cual no es solo falso sino que la entrada de al-Qaeda y otros grupos afines se ha dado con la llegada de las fuerzas de ocupación. Se dijo que la invasión pretendía liberar a Irak del dictador, especialmente a las mujeres, e instaurar una democracia, lo que resultó en un rotundo fracaso de dimensiones trágicas, además de establecer un Gobierno mucho más afín a los intereses iraníes que a los estadounidenses. Sí consiguieron integrar a Irak en el modelo económico neoliberal, haciendo del país un mercado de consumo de productos procedentes de fuera, especialmente de Irán, al tiempo que asfixian el desarrollo de la industria y agricultura iraquíes. Consiguieron traer empresas petroleras extranjeras que ahora operan de nuevo desde la nacionalización del petróleo en 1972 con el objetivo de controlar los precios. Incluso esto último ha supuesto un fracaso de los planes de EEUU ya que solo el año pasado se consiguió superar el índice de producción del periodo de las sanciones económicas, además de que se habla de negociaciones entre Irak, Rusia y China que va en claro detrimento de los intereses de EEUU y sus aliados sobre el control de los recursos energéticos.
Diez años después, ¿en qué situación se encuentra el país?
Según varios estudios de organizaciones independientes Irak ocupa hoy uno de los diez primeros puestos de estados fallidos, entre los cinco primeros puestos de países más corruptos del mundo, en el tercer puesto de países más violentos y Bagdad es considerada la ciudad del mundo con peor calidad de vida. Tras 10 años de ocupación y billones de dólares invertidos en la reconstrucción, las infraestructuras siguen destruidas, la población solo tiene acceso a la luz entre dos y seis horas al día, el 40% de la población no tiene acceso al agua potable, el 30% están sin asistencia sanitaria y el 23% sigue viviendo bajo el umbral de la pobreza. Esto nos habla de la dimensión de la corrupción existente entre los políticos iraquíes y las organizaciones internacionales y contratistas. La escena política hoy, continuación del proceso político sectario instaurado por la ocupación, viene a ser un conjunto de partidos políticos que luchan por el poder y los intereses propios del partido, secta y región, al tiempo que ignoran las necesidades básicas de la población. A través de las políticas sectarias se margina a importantes sectores, el autoritarismo del primer ministro y su partido se ha recrudecido con el apoyo del régimen iraní y las fuerzas de seguridad y milicias bajo su mando. Se siguen violando los derechos humanos, destaca el número de ejecuciones, las detenciones arbitrarias, el incumplimiento de los procesos judiciales y los derechos de los detenidos, torturas y violaciones de presos, entre los que se encuentran más de mil mujeres acusadas de encubrir presuntamente el terrorismo. Todo esto lleva a Irak a una crisis política insalvable que ya ha tenido varias respuestas, como el movimiento 25 de febrero de 2011 y las protestas que estamos viendo desde el pasado 25 de diciembre.
Por Mirari Isasi Fuente: Gara