Y.G: Usted tuvo la oportunidad de leer la reciente entrevista realizada por Juventud Rebelde a Eusebio Leal en la que habla del Capitolio, de la culpa de los edificios de la República. Y yo le pregunto, ¿se están reinstaurando símbolos y valores de la República?
N.B: Nosotros tratamos de hacer que este modelo triunfara, se hizo lo imposible y sin embargo no dio resultado. Esta es una pregunta que habría que hacerse. ¿Por qué lo que antes era malo ahora es bueno?
Y.G: ¿Qué opinión a usted le merece ese asunto, la mudanza de la Asamblea Nacional al Capitolio?
N.B: Lo que no podíamos es seguir como estábamos, y esta es la solución.
Y.G: Coincido con usted, ya en otras ocasiones he señalado mi opinión sobre el asunto. A pesar de todo usted sabe que es un asunto polémico, en Cuba existen detractores de la idea.
N.B: Correcto, Bueno mira para mí lo que está haciendo ahora y lo que está haciendo Raúl Castro es lo mejor.
Y.G: ¿Usted cree que si?
N.B: Yo creo que sí, y lo menos importante es la velocidad, aunque es importante porque se nos acaba el tiempo. Importante es la voluntad de hacerlo, teniendo como objetivo la sostenibilidad y la diversificación de otros aspectos económicos.
Y.G: ¿Usted cree que la velocidad no es importante?
N.B Pienso todo lo contrario, la velocidad es importante. Porque el tiempo se nos acaba. Los encargados de rectificar son los que hicieron la revolución. Lo mejor que nos ha podido suceder es que sean ellos. Todavía tienen una cuota alta de autoridad, El Moncada y La Sierra son su estandarte. Los que vengan detrás no tendrán esa autoridad, se la ganaran gobernando, ahí está el peligro.
Cuando Raúl dice sin prisa pero sin pausa, lo dice porque no quiere fallar en lo que está haciendo. “Vísteme despacio que estoy apurado”, es la moraleja. Foto: Ismael Francisco/Cubadebate
Dijo más: es nuestra última oportunidad y no podemos equivocarnos. “O Cuba cambia o se hunde la revolución. Así de sencillo”. En realidad nos asomábamos a algo apocalíptico. El espacio de esta historia resulta poco visible. Es la distancia que nos separa entre dos orillas imaginarias. Del lado de acá está el peligro, del otro lado está la seguridad, el resguardo, es necesario saltar lo más rápido para salvarnos. Y dejar el camino visible, aunque no concluido, por donde debemos caminar e imposible de volver atrás.
Y.G: Hoy se está hablando mucho de volver a rescatar la historia. En muchas ocasiones lo he expresado, los jóvenes de hoy en día no conocen más allá de lo que le han enseñado la Historia de Cuba. ¿Usted cree que los libros de la Historia de Cuba merecen ser también “actualizados”?
N.B: Primero es una papilla, y una papilla con mal sabor, tú tienes que dar una papilla diferente y con otro sabor. No todo es el contenido también hay que variar la forma. Hay que actualizar las interpretaciones.
Y.G: ¿Usted cree que la etapa antes de 1959 ha sido la etapa más incomprendida de la Historia de Cuba?
N.B: Bueno de eso no me atrevería a darte una opinión. Pero lo que sí sé es que hay muchos problemas de esa etapa que hay que dejar resueltos ahora, con la revolución o con los que guían la revolución, que son los que tienen autoridad moral y política para hacerlo. ¿Qué sucederá después Fidel y Raúl? No quiero ni imaginarme.
Y.G: ¿Porque no ver la Historia de Cuba de 1902 hasta ahora como la República? ¿Porque tenemos que separarla?
N.B: No tengo idea pero deben existir componentes con intereses políticos y económicos. El artículo de Eusebio es muy esclarecedor y atrevido.
Y.G: ¿Cuál? El de los valores de la república.
N.B: Si. Yo creo, en lo personal, que cuando estaba escribiendo el artículo sobre Grau, me estaban diciendo que deseaba una vuelta al pasado. Decía que la Republica tiene sus luces y sus sombras. Dentro de la República se crearon los valores que formaron a la revolución cubana. Los líderes que representan la revolución cubana se formaron allí. Ellos revisaron a Mella, revisaron a Guiteras, Villena. El gesto de Grau de no jurar la constitución de 1901 es un gesto de independencia y soberanía. Nada cayó del cielo, no vino con los extraterrestres la revolución. Es como dice Eusebio Leal, es un aborto de la república, viene de allí.
N.B: No he hecho ni la gestión. Estoy invitado a la presentación, ya me hicieron la entrevista en la Sección de Intereses (SINA) y me dijeron que me daban la visa. Pero no me han devuelto el pasaporte, estos hace tres meses, y no puedo continuar los trámites.
Y.G: ¿Donde será la presentación?
N.B: En Miami.
Y.G: Hábleme del tema de la Cultura y los cubanos.
N.B: El libro es puramente sobre la cultura de los cubanos, como somos nosotros. Tenemos cosas buenas, como nuestro sentido del humor, pero también cosas malas. Cuatrocientos años de colonia de España y con la figura del Capitán General omnipresente no pueden dejar nada bueno para el aprendizaje. El libro es una conversación entre dos fulanos, uno que se llama Cristóbal y el otro Criollo. Uno es la Habana, Cristóbal, y el otro Criollo, los cubanos. Ellos repasan los aciertos y los errores, se preguntan por qué nuestra historia se repite. Al no encontrar la explicación deciden ir a la cultura, el aprendizaje.
Y.G:¿Usted pide hacer una revolución cultural, del aprendizaje?
N.B: El problema es que la palabra “cultura” está mal empleada, no es sinónimo de instrucción, sino de aprender, aprendizaje. Nuestra cultura es algo que hemos aprendido hace más de 400 años de los españoles.
Y.G:¿Hay una frase de Martí que ilustra eso?
N.B: Si. El problema no es quitarnos a los españoles de arriba sino es quitárnoslos de las costumbres. Eso es el aprendizaje y eso está conectado con la mentira, este país está lleno de mentiras sobre todo en nuestra historia.
El asunto no se resuelve sin una revolución cultural. Mantener lo bueno aprendido y desaprender lo malo aprendido. El libro trata de eso. El libro me costó 5 años, posiblemente sea el libro que más trabajo me ha costado.
Y.G:¿Es grande el libro?
N.B: 300 y pico de páginas.
Y.G:¿Y va a salir en Miami ahora?
N.B: No, ya salió.
Y.G: ¿Qué piensa de la emigración?
N.B: Bueno, que esto es un solo pueblo.
Y.G: La emigración siempre ha tenido un peso importante en nuestra historia.
N.B: Tan importante que de lo antes era malo ahora es bueno.
Y.G: Yo sé que usted tiene un bisabuelo español, tiene raíces española. Usted ha visitado, ¿le gustó?
N.B: Si como que no, me encanta. Cuando fui a España por primera vez y abrieron la puerta del avión se me pareció a Cuba.
Y.G:¿Cuándo fue la primera vez que usted fue a España?
N.B: En los años 70.
Y.G:¿Tiene algún interés de hacer reimpresión de sus libros?
N.B: Te puedo contar sobre “Aquella Decisión Callada”. Lo termine en el 90 y lo publicaron 7 años después. Terminé el 2do libro, Acción Directa, en el 93 y estaba empezando el 3ro General Regreso en el 97. Me encontré con un amigo, trabajaba en Letras Cubanas y le propuse el libro. Un día me llamó y me dijo que estaba de suerte porque estaban priorizados los libros que hablaran de aquella etapa, la del 30. Y antes de salir publicado el primero ya estaban pidiendo el segundo. Con “General Regreso” tomó otro rumbo.
El director de la editorial tenía sus dudas, por el tema de Chibás. Le di el libro a Lela Sánchez y ella se lo prestó a Ricardo Alarcón. Me dijo que había revisado en la ONU la política exterior del gobierno de Prío. Me gustó mucho, me dijo, el pasaje que trata las cosas del gansterismo. Me dijo además: “quiero decirte cómo yo leí “Aquella Decisión Callada”. Fidel me llama a un despacho, debía ir al Palacio. Mientras estaba en la antesala me dediqué a buscar en el librero algo interesante. Entonces encontré el tuyo. Leí hasta que me llamaron al despacho. Y la segunda vez que volví a otro despacho, lo terminé de leer. Me gustó mucho, por casualidad, (me preguntó), ¿no tienes un ejemplar por ahí? Le respondí: Alarcón, ¿quién te va negar darte un libro? Tuve que regalarle un ejemplar que me quedaba.
Y.G: Usted ha conocido alguna vez a Fidel.
N.B: Si.
Y.G: Sabe usted si él se ha leído algún libro suyo.
N.B: No lo sé. Acuérdate que en diciembre del 89 me retiraron. Me dedique a escribir aunque no había conseguido publicar los terminados. El Período Especial estaba en su apogeo. Seguí con “Acción Directa” a pesar de no haber publicado el primero. La idea de escribir siempre me rondó la cabeza. Me debatía entre deseo y realidad. Uno puede desear algo pero después no tiene aptitudes para hacerlo. Había escrito cuentos, dos o tres, y me lo habían publicado, pero escribir requiere tiempo y dedicación.
Aprendí escribiendo, hacía dos o tres capítulos y se lo daba a pocas amistades entre ellas a mi hija. Les preguntaba, “¿sigo escribiendo?” y me decían que sí. Pensé que me lo decían para no defraudarme, tenía mis dudas si me decían la verdad. Entonces sale publicado el primero y ahí se empata con la historia de Martín el manco.
Continuará…
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