Una entrevista de la revista rusa OK! Magazine con Olga Smirnova. Con 19 años, y en su segunda temporada en el Bolshoi, es la nueva solista en alza del teatro. Y parece que no sólo tiene unas condiciones físicas de infarto, sino una buena cabeza encima de los hombros. A la lista de roles principales que ya tiene en su haber (cómo la estupenda Aspicia que compartí hace unas semanas) , la semana pasada añadió otro, el de la musa Terpsichore en la reposición de ‘Apolo’ de Balanchine en el Bolshoi.
Este es un fragmento de la entrevista con Lily Chumicheva del 27 de septiembre. Las fotografías son de Irina Bordeaux.
A finales de septiembre (* finalmente octubre*) en el canal de televisión ‘Rusia- Kultura’, comienza el proyecto ‘El Gran Ballet’. Antes del estreno, nos encontramos con una de sus participantes. Reciente graduada de la Escuela Vaganova, Olga Smirnova está considerada cómo una de las bailarinas más prometedoras actualmente. Apenas se graduó, Olga fue invitada al Mariinsky y al Bolshoi. La peterburguesa eligió el Bolshoi. ¿Por qué? Quizá ahora no es la hora de responder a esta pregunta.
-Un Chocolate? Las bailarinas puede comer dulces? (Sonrie ). Por supuesto, dejarse llevar por los dulces no es muy bueno, pero a todos los bailarines les gustan los dulces. Y esta prohibición dobla el deseo que comer algo rico. Las bailarinas no pueden no comer. ¿De dónde coger la energía? Nuestra dieta tiene que tener vitaminas, proteínas y un poquito de grasas. El dulce, es un capricho, para cuando te quieres dar un premio.
-Olga, ¿ a qué edad empiezan los niños a estudiar ballet profesionalmente? Normalmente, llegan a la escuela (Vaganova) de ballet entre los nueve y los once años .
-¿Querías meterte a ballet, o fue el deseo de tus padres? A los diez años, no haces esa eleción conscientemente, no te das cuenta que esa decisión puede determinar toda tu vida futura. A ballet me llevó mi madre. Acababa de terminar la primaria y antes de eso, pasé varios años bailando en un grupo de baile. Un precioso grupo de niños, pero, por supuesto, no era un ballet. Honestamente, nunca pregunté a mi madre por qué, de repente me envió al ballet, cuando nadie de nuestra familia está relacionado con este arte. Pero le estoy muy agradecida. Quién sabe qué habría sido de mi vida de no haber sido por la Academia Vaganova.
-El ballet requiere mucho trabajo, a demás de limitarse constantemente. Dime, alguna vez has estado tentada de terminar con ese horario y vivir como una adolescente normal? No puedo sorprenderte con anécdotas de algún acto extraordinario. Si, mis padres me llevaron a ballet, pero nunca me presionaron. No había presión externa. Al principio solo iba a la Academia para aprender, después comencé a amar sinceramente lo que hacía, y me dí cuenta que no había nada más que quisiera hacer. Nunca me pareció particularmente cansado. Por supuesto, como cualquier niño, hay enfados: ‘Pues ahora cojo y me voy’, pero sólo es un enfurruñamiento cuando las cosas salen mal. Puede pasar cualquier cosa: las cosas no salen todas de una vez, hay momentos difíciles, y a veces los profesores no son siempre gentiles. Es normal. Pero no me acuerdo de haber pensado seriamente en dejar el ballet.
-Honestamente, nunca he conocido a nadie que no se revelara como adolescente. Si te interesa la vida, y tienes muchos hobbies, ¿para qué revelarse?. Consigue lo que te propusiste y continúa. Todos los deseos que hubiera tenido siempre he podido encontrarlos en la danza. En general, reacciono a las dificultades con curiosidad. Hace unos años, en Vaganova había una distinción muy rígida entre la división de clásico y de carácter. Siempre me encantaron las danzas de carácter. Su tempo y su fuerza, pero en la escuela me mandaron a la rama de clásico. Combinarlas no fue fácil, pero lo intenté. Mi profesor del instituto me dijo, ‘Para qué vas a esas clases extra? Vas a ser bailarina de carácter?’. Este tipo de ‘rebeliones’ si las hice. (el camarero trae el chocolate caliente). Creo que cuando me retire comeré cualquier cosa. (se ríe). Soy terriblemente golosa.
-Ahora hablas de la retirada, dinos, cuando una bailarina llega a la profesión, ¿piensa que su vida en escena es corta y solo ha de pensar en el presente? Por supuesto en el presente. Me parece que aún hay muchas ideas, muchas cosas sin realizar. Ahora todo acaba de comenzar, así que la jubilación está muy muy lejana ( se ríe). Honestamente, aún me quedan muchas cosas por bailar.
- Pero, ¿tienes que planear con antelación, o vives en el día a día? But you have to plan ahead, or you live today? Hacer planes, es bueno, es correcto. Pero, por otra parte, la gente cambia, y lo que ahora está en mi entorno, en cinco o diez años puede parecerme raro. Es difícil predecir. Diré: Vivo en el día a día con un ojo en el futuro cercano… en la próxima temporada, por ejemplo.
-¿Así que tu vida se planea por temporadas? ¡Por supuesto!. No pensé así, pero tiene razón. Da un poco de miedo. De media, una bailarina tiene quince temporadas, pero ahora incluso se retiran antes. Hoy, los artistas necesitan más fuerza física que en la época de Maya Plisetskaya. Pero el cuerpo no es eterno, se rompe. El año de la temporada dura de septiembre a julio, y, ¿qué se puede hacer cada temporada? . Cuando eres joven puedes preparar dos o tres ballets nuevos. Pero los bailarines no pueden ensayar un ballet y olvidadlo debemos estar constantemente ensayándolo, para mejorar nuestras habilidades.
-Olga, viviste y estudiaste en San Petersburgo, y al graduarte de Vaganova recibiste ofertas del Mariinsky y del Bolshoi. ¿ Por qué escogiste el Bolshoi? Fue una decisión difícil Y sé que es una pregunta que será importante durante toda mi vida creativa. La verdad es que es una historia muy larga la razón por la que elegí el Bolshoi. Pero, para ser claramente entendida, digamos, que en Moscú tenía muchos puntos positivos. Aquí en el Bolshoi se ha reabierto el teatro tras la renovación. Y está además el escenario nuevo. Y donde hay dos escenarios siempre hay más repertorio, los artistas tienen más trabajo. Y ya se sabe que el director artístico es responsable de la gente que contrata. Y a mi me llamó Sergei Filin.
-¿Cómo pasó? Sergei vino a San Petersburgo por el Festival Dance Open, junto a la élite del ballet mundial, y, naturalmente, todos visitaron la Academia Vaganova. Nosotros estábamos ensayando para una actuación en ese momento, y se lo mostramos. Sergei me invitó a mi y a otra chica al Bolshoi. Empecé a pensar, a buscar los pros y los contras, y luego le llamé y fui a Moscú. Decidí que me quedaría, allí tendría más oportunidades.
-Probablemente siempre te acuerdes de tu primera aparición en la escena histórica del Bolshoi. Sí, el primer ballet, es realmente algo especial. Fue ”La Bayadere” de Minkus, no hace mucho, en Marzo. Antes de eso, trabajé seis meses en el teatro, desarrollándome, acostumbrándome.
-¿Antes de tu debut te temblaban las piernas?. ¿Sabes?, no. Quizá es una cualidad mía. Por supuesto, los nervios siempre están ahí. Pero antes de un debut, tengo cómo un sentimiento mágico, un primer mordisco. Quiero estar más en el escenario, quiero bailar más para el público. No tengo miedo, no me tiemblan las rodillas. Un sentimiento extraño. Antes de la premiere de ‘Jewels’ de Balanchine pasó lo mismo. Creo que es bueno. No quiero que el miedo me impida bailar. Después de todo, salimos a agradar al público, el público del Bolshoi, que paga mucho dinero por venir a vernos.
-Dicen que viniendo de San Petersburgo es difícil soportar el ritmo de vida de Moscú. ¿Cómo lo llevas? Vivo mi propio ritmo. Por supuesto, es una ciudad en movimiento, llena de ruido, pero hay refugios de paz. Cómo los jardines “Hermitage”, cerca de mi casa, el convento de Novodevichy… Moscú me gusta mucho, pero, de todas formas, nunca seré moscovita.
Un video de Smirnova en el pas de deux de la ‘Meditación de Thais’ que creo, muestra claramente el talento y las posibilidades de esta bailarina.
Y, ya que mencionaba su debut en Terpsichore, su variación (más vídeos del ballet se pueden encontrar aquí):